Raíz del rendimiento

La creciente demanda de hortalizas exige una producción sostenida y de alta calidad, por lo que para responder a dichos requerimientos el agricultor debe orientar sus capacidades productivas hacia un enfoque moderno que adapte las mejores tecnologías disponibles en su entorno, haciéndose a la idea de que bajo los nuevos estándares comerciales globalizados solamente son aceptables aquellos frutos con características superiores.

En base a tal concepción y como primer paso dentro de un sistema hortícola intensivo, es necesario obtener plántula para el trasplante a campo que exprese condiciones sobresalientes, y definitivamente el modelo productivo de planta en ambiente controlado utilizando un medio de cultivo o sustrato, ofrece mayores ventajas, y aunque requiere de cuidados e inversiones adicionales en comparación a materiales desarrollados en campo abierto de forma tradicional, los beneficios compensan costos extras, ya que trabajar con plántula de invernadero con cepellón agiliza el trasplante al terreno definitivo, conserva agua y nutrientes aun después de la plantación, evitando con ello problemas por estrés, promoviendo así un mejor y rápido arraigamiento, y en postrasplante el crecimiento del cultivo es más uniforme, vigoroso, sano y precoz, lo que aumenta los rendimientos por unidad de superficie y maximiza la rentabilidad y competitividad del productor. Sin duda alguna moldear plantas sanas y fuertes garantiza un mejor trasplante y un buen inicio de temporada.

“Criar o producir plántula es un procedimiento muy bonito y satisfactorio, el cual básicamente consiste en sembrar y germinar la semilla de la que surgirá la planta que subsecuentemente se cuidara a través del manejo de cada uno de los elementos necesarios para un desarrollo sano capaz de otorgarle las fortalezas y aptitudes idóneas para un trasplante exitoso al campo definitivo, donde continuara su ciclo de vida natural hasta brindarnos sus mejores frutos”; así lo determinó el Ing. Juan José López Rivas, egresado de la Universidad Autónoma de Chapingo, de la  especialidad de Parasitología Agrícola, quien funge actualmente como asesor técnico de la empresa agrícola denominada Horticultores AV Hermanos, de la familia Acuña Veyna, innovadora unidad de producción con desempeño en diferentes ranchos de la entidad, entre los que destacan el Talancon y San Rafael situados en el municipio de Morelos, Zacatecas, y enfocada principalmente al cultivo de chile, ajo, cebolla, cebada y frijol, en una superficie aproximada de 100 hectáreas de riego (cerca de 70 de chile) y alrededor de 200 de temporal.

“Como toda actividad, definitivamente el concepto de la producción de plántula hortícola para el trasplante ha evolucionado notablemente, sobre todo en medida que avanza la tecnología respecto de formulaciones y productos especializados, equipos, pero principalmente en base a un mayor entendimiento del comportamiento y características de las plantas, herramienta mediante la cual se aporta un mejor cuidado a través de condiciones adecuadas y favorables para una inmediata adaptación y desarrollo tanto en el semillero como después de su plantación. Asimismo hablando del caso de materiales híbridos, también podemos decir que es un tema en el que se ha generado un avance significativo en los últimos años o décadas, especialmente con el desarrollo de más y mejores semillas, por lo que hoy en el mercado se pueden encontrar un sinfín de variedades de los diferentes cultivos, siendo así importante señalar que tenemos que afinar y enfocarnos en tres factores básicos para seleccionar el mejor cultivar, la sanidad, la calidad de la cosecha y su potencial de rendimiento”.

“Llevamos la idea o filosofía como empresa agrícola de siempre tratar de ir a la vanguardia, en la medida de lo posible, conforme a la implementación de tecnologías y sistemas, buscando nuevos métodos y procesos, por lo que el año pasado iniciamos con la producción de plántula de chile en invernadero para una superficie de 20 hectáreas, y en el actual ciclo se amplió un poco más contando hoy con planta de charola para un aproximado de 35 hectáreas, para 11 hectáreas en el semillero instalado en el Rancho el Talancon, y para las 24 restantes en el invernadero del Rancho San Rafael; esto entre algunas otras innovaciones que hemos ido desarrollando y acoplando a nuestras condiciones particulares. Anteriormente al establecimiento de dicho sistema de ambiente controlado, parte de la planta se mandaba maquilar a Irapuato, y la mayor proporción se obtenía mediante la técnica del almácigo tradicional”.

“La infraestructura que está en el Talancon para la producción de plántula, la llamamos invertúnel de doble propósito, ya que además de ser utilizado para la crianza de la planta, también se usa para el secado de chile, y cuenta con una superficie aproximada de 450 metros cuadrados. Por otra parte el invernadero creado en San Rafael es de cosecha de agua, dado que tiene una canaleta central que capta el agua de lluvia y la conduce hasta un tanque especial en donde se almacena, por lo que decimos que es autosustentable, ya que con lo que se acumula de agua con eso mismo se riega; además también tiene un doble propósito, primero para producir plántula y segundo para la producción comercial principalmente de jitomate, cabe señalar que este tiene un mayor nivel de automatización en comparación al invertúnel, pero ambos con sistemas de riego por microaspersión”.

“La mayoría del material vegetativo de chile que estamos usando dentro de los ambientes controlados, son criollos seleccionados y mejorados de nosotros mismos, del tipo guajillo principalmente, ancho y pasilla; pero también tenemos en la modalidad de híbridos, igualmente guajillos, anchos y pasillas, de los primeros la variedad llamada Castillo, H1 en los segundos y Apaseo de los últimos”.

“Producir plántula en invernadero realmente es todo un proceso, que va desde el lavado y desinfección de las charolas, de las cuales empleamos de unicel de 338 cavidades, se elige y se trata de realizar una óptima mezcla del sustrato, y una vez seleccionada y dispuesta la semilla se procede con la siembra, lo cual realizamos en su mayoría de forma manual pero con buenos protocolos de higiene e inocuidad, y aunque por ahí tenemos una sembradora, poco es lo que se usa”.

“Una vez sembrada la charola, se riega para evitar que vaya reseca al sitio de germinación, etapa en la que dura por un periodo que ronda de los 6 a los 10 días según el tipo de material; se cubre con hule para tratar de darle un poquito más de temperatura y humedad, teniendo en cuenta que con sombra y humedad relativa optima, el proceso se acelera. Se van apilando las charolas, y en dicha fase es importante lograr temperaturas de alrededor de 18 a 25° centígrados, con humedades relativas del 80 al 85%, y bien ventilado, con lo que se alcanza una germinación más estándar y uniforme”.

“Ya que la semilla reventó y la plantita emergió, son extendidas las charolas y se empiezan a regar  y a suministrar los nutrientes adecuados como lo son nitrógeno, fósforo, potasio, calcio, magnesio y demás microelementos, obviamente en cantidades muy pequeñas, así como todos los demás cuidados necesarios, como regular condiciones de temperatura, humedad, control de enfermedades y plagas de forma preventiva, siempre bajo una observación constante tratando con ello de detectar oportunamente cualquier deficiencia o alteración en las plantas”.

“En nuestro caso generalmente damos dos riegos al día, el primero al medio día y el segundo por la tarde, entre las 4 o 5 pm., esto lógicamente dependiendo de las condiciones del entorno, si son días nublados y frescos la demanda de agua es menor, pero si son cálidos con mucha luminosidad o radiación, el riego tiene que ser más amplio y continuo, además hay que tener presente que cuando la planta es pequeña no requiere de tanta agua en comparación a cuando ya se ha convertido en un organismo maduro”.

“Entre las labores necesarias, por ejemplo, estamos programando dar la vuelta a las charolas para que el riego sea más homogéneo, también se aplican algunos deshierbes, que son mínimos, tanto en la charola como en las calles del invernadero; además se tienen que abrir y cerrar las cortinas, conforme al ambiente, para mantener la temperatura, señalando que contamos con extractores de humedad o de calor”.

“Uno de los problemas que pueden tener mayor incidencia en esta etapa productiva, son las alteraciones fitopatógenas del suelo o enfermedades de raíz, como la llamada secadera, causada por  hongos como Rhizoctonia, Pythium, Phytophthora, para lo cual establecemos programas preventivos desde inicio, a través del uso de inoculantes, microorganismos benéficos, y la aplicación de algunos fungicidas específicos, pero sobre todo tratamos de controlar dicha afección con el correcto manejo del riego, dado que condiciones excesivas de humedad, son el medio propicio para que se desarrollen y se propaguen dichos hongos patógenos. En cuanto a plagas se puede llegar a tener presencia del efecto de chupadores, como la mosca blanca, paratrioza o trips, pero su manejo es conocido, por lo que no representan un mayor problema, siempre y cuando se controlen en tiempo y forma”.

“Señalando fechas o tiempos, cabe precisar que nosotros sembramos el día 20 de enero de 2018, y tenemos programado comenzar con la plantación más o menos para fines de marzo o principios de abril, por lo que son alrededor de 70 días lo que lleva el desarrollo de la plántula dentro del invernadero. A grandes rasgos una planta llega a estar lista para el trasplante cuando su parte foliar y radicular están completamente desarrolladas, en condiciones óptimas de inocuidad, sanidad, vigor, fortaleza y uniformidad en el tamaño; principalmente que cuente con una excelente cantidad de raíces y una altura de 10 a 15 centímetros, y con un tallo fuerte o macizo”.

“No obstante de que la producción de plántula bajo condiciones controladas requiere de mayor atención a todos los detalles y de poco más de inversión, es un reto que vale la pena enfrentar, ya que sin duda alguna en el sistema productivo de planta en invernadero la constante es con propiedades físicas muy favorables, donde cada semilla esta independiente en cada celda de la charola, de forma tal que cada plantita tiene su volumen y su propio espacio por lo que absorben mejor el agua y los nutrientes, dando como resultado un desarrollo adecuado de la raíz, así como plantas que al ser extraídas para trasplantarlas salen con todo y cepellón, lo que cubre la parte radicular y la protege de posibles daños, aportando así características muy favorables en el proceso de plantación y posterior a ello, generando, entre otras ventajas, una pronta adaptación y desarrollo en campo, lo que por ende maximiza los rendimientos e impulsa una mayor competitividad”.

“Además de la precocidad y mejor control en su producción, la plántula de invernadero en comparación a la obtenida en almácigo tradicional, presenta menos problemas de enfermedades y si hay pronósticos de heladas se previene y se protege; asimismo se posibilita la utilización de materiales híbridos costosos de alto potencial de rendimiento, algo que sería impensable o inviable establecer en suelo, dado el alto precio al que se cotizan dichas semillas híbridas”.

Para concluir, el Ing. López Rivas añadió; “siempre debemos tener en cuenta que como agricultores estamos trabajando con seres vivos, los cuales dependen para su crecimiento de un sinfín de variables, tanto internas como externas, y en la medida que tengamos un mayor control y entendimiento sobre ellas, los resultados serán mejores”.

“El riesgo natural que implica la agricultura y la constante evolución del planeta, nos empujan a mejorar y a transformar nuestros sistemas productivos en unos más eficientes, donde logremos producir más con menos recursos, tanto económicos, naturales y humanos, ya que definitivamente sobrevivir dentro de este sector cada vez es más complicado, y mientras más orden tengamos, fundamentaremos un poco más lo que estamos realizando”.

Dar el paso inicial correctamente formando buenas raíces, es el comienzo del éxito dentro de un sistema productivo comercial de hortalizas. Desarrollar plantas de alto potencial, depende directamente de la combinación de diferentes condiciones como lo es el tipo de semilla seleccionada, la clase de sustrato, la desinfección y preparación de la charola de siembra, los protocolos de inocuidad, los programas nutricionales y de riego, y en general de un manejo agronómico integral que englobe cada una de las variables inherentes para la expresión de las mejores cualidades del material vegetativo; para esto, son indispensables equipos e instalaciones especializadas para la siembra, germinación y crecimiento de la plántula, lo que además requiere de sistemas confiables de instrumentación capaces de controlar el ambiente y proporcionar niveles específicos de luz, aireación, temperatura y humedad, lo cual como todo, está en una constante evolución a medida que avanza la tecnología, a través del entendimiento y aplicación de cada una de las disciplinas del conocimiento que interactúan dentro del ramo agroproductivo.

Espera la 2ª parte de este reportaje, donde se tratara de desarrollar el siguiente paso dentro del proceso productivo de hortalizas, el trasplante o plantación…

Salvador Juárez / El Despertar del Campo

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