De la ciudad al campo, el retorno a una vida en la naturaleza

No importa el lugar donde uno vaya, siempre estará destinado a regresar a sus orígenes. Esa es la frase por excelencia que podría definir la historia de Eulogio Félix Serrano, hombre que por azares del destino ha tenido que pasar más de la mitad de su vida lejos de los campos que lo vieron nacer.
Hijo de Jesús María Félix y Ana María Serrano, Eulogio nace un 19 de abril de 1964 siendo el octavo hijo de una familia de 11 hermanos. A la corta edad de 7 años empieza a laborar en el campo acompañando a su padre en las tareas diarias. De esa temprana experiencia de contacto con la tierra y hasta completar la edad de 18 años, el joven Eulogio le tomaría un profundo cariño y amor a la naturaleza.
De aquella época recuerda haber auxiliado a su padre en el cultivo de maíz, frijol, chile, “lo que se acostumbraba en aquellos tiempos”, además de la predilección especial de su padre por las hortalizas.
En ese estilo de vida que el mismo define como “tranquilo y saludable” disfrutaría por un tiempo, hasta llegar a la edad de 18 años. A esa edad, teniendo estudios de contador privado, cambia de vida para entrar a trabajar en un banco, oficio que dejaría al poco tiempo para irse a trabajar al norte por cuestiones financieras.
Es en aquellas tierras lejanas que se rencuentra con su vieja pasión agrícola y vuelve a trabajar en el campo por 4 años, piscando uva y cultivando otras cosechas, una vez más se encuentra en su elemento; pero todo cambia cuando entra al negocio de la construcción donde se desempeñaría por los siguientes 24 años.
En esos tiempos, entre sus múltiples visitas a la frontera mexicana, conocería el amor personificado en la figura de Refugio Félix, mujer a quien conoció en una fiesta en Mexicali y con quien más tarde terminaría casándose y procreando 2 hijos.
Al volver a su tierra después de tanto tiempo, olvidando el hastío que las grandes ciudades dejan en la mente con su ruido y monotonía, retomaría una vez más las labores agrícolas junto a su padre, como en los viejos tiempos, cultivando cebolla, tomate, tomatillo y sobre todo, ajo, cultivo principal que eligió porque le redituaba más, además de incursionar en la ganadería con un pie de cría de borregas y chivas, “el campo es mi vida, y siempre es lo que me ha gustado… no lo cambio por nada”.
Los buenos tiempos volverían a ser como ensueño hasta el deceso de su progenitor en 2016. De su padre, guarda el recuerdo de aquellas tardes, entre las labores campesinas del día a día, a la hora del almuerzo o de la comida, cuando se juntaban al calor de una fogata en la sombra de algún árbol para calentar los alimentos, verdaderos momentos de calidad entre padre e hijo que Eulogio atesora con cariño, “son recuerdos que no se olvidan”.
Aun así, a pesar de la bondades de la tierra y de los recuerdos en familia, la experiencia le ha dado la facultad de estar consciente de los caprichos del campo, y que a veces, es cuestión de azar, sobre eso, afirma en forma reflexiva, “en el campo nunca se sabe, se puede ganar y se puede perder, al final solo queda hacerle la lucha”.
Hoy en día, todos sus hermanos se encuentran alejados de toda conexión con las labores del campo, la mayoría de ellos están en el país del norte. Ninguno de sus hijos, ambos con estudios encima, están interesados particularmente en la agricultura como su padre.
Él, sin embargo, ya con 54 años, regresó, después de estar alejado de la tierra que lo vio nacer, alejado del campo que lo vio crecer, después de todo ese tiempo, volviendo con la misma alegría con la que vivió su juventud, como si todo ese tiempo alejado se hubiera borrado en un parpadeo, como si solo se hubiera ido por un instante.
Aun a pesar de la situación abrupta que se vive en el entorno agrícola hoy en día, del cual opina que el campo está “castigado”, no deja de estar agradecido, pues harto de las grandes ciudades donde vivió por más de dos décadas, puede ver hacia el mañana con ojos brillosos, seguro y confiado de estar en el lugar donde pertenece.
“Para mí, se vive más a gusto en el campo, menos estrés, una vida más sana… a estas alturas es todo lo que uno busca…”

Bryan Pichardo Gallegos / El Despertar del Campo

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