Hombre con madera de líder y pasión innata por el campo

Sólo una pasión verdadera puede llevar a realizar plenamente las metas, con fe y la determinación de lograr dejar huella de la manera correcta. A partir de esa filosofía se puede describir la clave del éxito, combinación que ha descifrado a la perfección el Ingeniero José María Llamas Caballero, hombre de espíritu campesino, quien puede sostener con toda satisfacción, el trabajar siempre por el bienestar y el futuro de la tierra.

Orgullosamente zacatecano, el Ingeniero Llamas nace en la capital de cantera y plata un 7 de diciembre de 1961 como el séptimo de ocho hermanos; siendo hijo del reconocido periodista Salvador Llamas Borja (pionero en el oficio y recordado por sus numerosas aportaciones en el ramo periodístico).

Gratamente rememora aquellos días de visita a la localidad de Tacoaleche, donde sus familiares y amigos poseían pequeñas huertas; esas estadías a la edad de 8 años, despertarían en él un gran interés por los procesos de la naturaleza. “Me gustaba ver crecer las plantas… como a través de la nutrición y del manejo todo se daba, yo me sentía en mi medio cuando estaba cosechando, o sembrando”; con esa idea y gusto en mente, fue tomando un cariño muy especial por el campo, a pesar de haber pasado su vida en la ciudad.

Continuó sus estudios básicos hasta que, llegada la edad, comenzó a dirigir sus esfuerzos en aquello que daba sentido a su vida. Siempre inclinado a las ciencias humanas, por lo que en determinado momento casi optó por la medicina, pero el lamentable deceso de su hermano (médico) significó un golpe importante y un cambio de rumbo en su forma de pensar, direccionando su carrera en ese lapso hacia la veterinaria.

Al entrar en la etapa universitaria, toma el consejo del Doctor Miguel Ángel Talamante Roque, eminencia y pionero de la genética animal a nivel nacional, quien le convence de aplicar para ser acreedor al ingreso como becario en el Tecnológico de Monterrey Campus Querétaro, donde el Doctor Talamante fungía como director de la Facultad de Agronomía, y en quien el Ingeniero Llamas Caballero encontraría un mentor y ejemplo a seguir, “lo considero mi tutor académico”, afirma; de esta manera comienza su formación como Agrónomo Zootecnista.

Pero no todo el sendero estuvo plagado de buena cosecha; también hubo momentos de debilidad que pusieron a prueba su temple. Como aquellos primeros años donde la abrumadora presión escolar, en medio de una tierra extraña, le hicieron contemplar la idea de abandonar todo y volver a casa, no obstante, reconoce que ha tenido en su familia el soporte emocional necesario para seguir adelante, y de esa forma, al igual que los cultivos después de la tempestad, retomó con más ímpetu el quehacer académico, hasta que ese esfuerzo y sacrificio comenzaron a tener frutos.

Pasado el tiempo de estudio en tronco común, comenzó a profundizar en la especialidad donde tuvo la oportunidad de desenvolverse y aplicar sus conocimientos. De esos años, el Ingeniero Llamas confiesa haber tenido un campo fértil para aprender, estando en contacto directo con una región donde la agricultura y la ganadería eran (y siguen siendo) un referente nacional, lo que para él significó adquirir una percepción de la vida distinta, presenciando los comienzos de la producción intensiva en invernaderos, cultivos in vitro, transferencia de embriones, entre otras novedosas tecnologías, en las que tuvo la oportunidad de capacitarse, lo cual, le dotó de una gran motivación y valiosas capacidades.

Por su calidad de becario tuvo que encargarse de diversas tareas académicas teóricas y prácticas, pero ninguna representó tanto reto y marcó tanta influencia como el encargo de la producción agropecuaria del Campus, siendo el responsable por un tiempo de seis meses. De ese periodo, recuerda con orgullo, el haber aumentado los parámetros productivos del establo, entre otros logros que lo llevaron al reconocimiento de la comunidad universitaria de todo el país.

Era consciente de la gran responsabilidad que eso implicaba, pero más que miedo o nerviosismo, fue el detonante que en verdad libero su tan anhelada pasión por la tierra. El trabajo que esto le exigió, ayudó a comprender la importancia de los resultados sobre el esfuerzo racional y decidido, no solo en las labores del campo, sino también en la vida misma.

En medio de su estadía académica, tuvo la oportunidad de realizar visitas de regreso al Estado de Zacatecas, donde las habilidades y el conocimiento aprendido, le hicieron notar las endebles condiciones y deficiencias de los diferentes sistemas productivos establecidos. De esta forma, y enamorado por su tierra natal, se propuso abonar al mejoramiento y evolución del campo estatal, siendo un agente de cambio dinámico y participativo.

Su primer paso consistió en la realización de su tesis denominada “Estrategias para el desarrollo rural en zonas de alta marginación en el Estado de Zacatecas”, elaborada en una época donde el concepto “desarrollo rural” aún no existía como tal, por lo que su composición no fue una tarea fácil, teniendo incluso problemas para obtener la aceptación como un tema de tesis, estando en contra de la opinión docente quien lo consideraba como una materia gubernamental, tratándolo así de disuadir hacia un enfoque más agroindustrial; pero él no desistió en la batalla, y se mantuvo firme, apegado a su idea, hasta encontrar el apoyo en la figura de su asesor, el Ingeniero Francisco Aguirre, lo cual a final de cuentas, derivó en la producción de un importante estudio que hasta la fecha está vigente y disponible al público en las bibliotecas del Tecnológico de Monterrey de todo el país, siendo empleado como un referente útil, base en el análisis de temáticas actualizadas relacionadas con los contrastes modernos que el sector productivo proyecta.

Su concepción medular, presenta la teoría de que el desarrollo en los ejidos marginados depende de la capacitación de las personas que los habitan, así como del adecuado uso y manejo de los recursos naturales que se disponen. “México tenía y mantiene el reto de empatar el nivel existente entre el pequeño agricultor o ganadero, y el productor tecnificado”, reconoce.

Así, una vez concluidos sus estudios, retorna a Zacatecas con la misión personal y profesional de aportar en la transformación del sector, noble labor a la que ha dedicado su carrera, incidiendo activamente en el campo técnico e ideológico, inculcando en el productor el reconocimiento y cuidado de las riquezas que posee, las cuales le han sido otorgadas y serán el patrimonio de futuras generaciones, comprendiendo y dimensionando el privilegio y perfeccionando las capacidades como base para un manejo más sustentable que maximice los beneficios, y equilibre o restablezca la fertilidad que por décadas se ha deteriorado, alcanzando una óptima armonía con la naturaleza.

De esta forma, su época de sueños y anhelos universitarios había concluido; ahora tocaba dar paso a una segunda etapa, materializar todos esos proyectos, con la aspiración de encumbrar a Zacatecas como punta de lanza en la producción de alimentos, posición que paso a paso se ha ido dando gracias al esfuerzo de todos; “la verdad somos ricos y sumamente bendecidos, pero sino sabemos aprovechar nuestros medios de una manera sustentable, difícilmente lograremos mejores resultados”, concluyó.

Espera la segunda parte de esta motivadora e interesante semblanza, en próximas ediciones…

Enamorado de su tierra, se ha propuesto abonar al mejoramiento y evolución del campo, como un verdadero agente de cambio dinámico y participativo.

 

Bryan Pichardo Gallegos / El Despertar del Campo

Una respuesta to “Hombre con madera de líder y pasión innata por el campo

  • Es un hombre con gran ética profesional,es lo que ha demostrado en sus diversos trabajos. Saludos

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