Una vida, salvando vidas 5ª parte

La historia de la alimentación global necesariamente ha elogiado la figura de Borlaug, pero más aun lo que significó la denominada revolución verde, sus implicaciones y su trascendencia. El verdadero legado de Norman Borlaug probablemente sea la idea de un trabajo incansable en la búsqueda, también incansable, de altas metas, las cuales vayan más allá de lo coyuntural, que expresen el verdadero valor de la investigación, el trabajo en campo y en equipo, en resumen, adelantarse de alguna manera a las demandas de un mundo que no para de crecer.

El hombre de ciencia, apasionado por los desafíos de ese entonces, también desgrana los de un libro publicado hace casi una década, la sensibilidad y el tono de esa experiencia que constituyó su labor en México. Borlaug manifiesta su agradecimiento con “los jóvenes mexicanos que contribuyeron con el emprendimiento, ellos hicieron posible que pudiera explorar muchos caminos”.

Mucho se ha dicho, analizado y estudiado en numerosos foros académicos desde el punto de vista técnico del mérito que representó el avance a través de una investigación permanente. De hecho, en la publicación referida, se destaca que Borlaug logró aprender que el ingrediente más importante para incrementar los suministros de comida en un país es la investigación; pero tal vez nunca será suficiente lo que se pueda mencionar respecto del significado genuino de salvar vidas.

Borlaug constituye un claro ejemplo, no solamente de lo que representa como clave la investigación en el contexto agroalimentario, sino que también señala un camino. Ese camino no es otro que el de abrir los ojos y trabajar mancomunadamente para una determinada época, un tiempo actual, pero también para los tiempos que vienen.

El legado de Borlaug es universal, y por todo lo que representa, sigue constituyendo un positivo eco que lleva un mensaje a través del mundo y a través de las décadas. Ese mensaje es que, con la ayuda del conocimiento y los esfuerzos compartidos, se logran grandes cosas y se pueden salvar millones de vidas.

Fue un hombre que tuvo objetivos más que claros. Que concibió anticipadamente que, para multiplicar la producción, ante la demanda sostenida, es necesario utilizar tecnología, teniendo en cuenta el cuidado de los recursos, la capacidad de desarrollo y un sistema agrícola verdaderamente sostenible. Cuando hablamos de legado, sin dudas hablamos de la contribución inestimable de un gran grupo de personas, sostenidas en su pasión y su trabajo por un inigualable líder.

Trazó efectivamente un camino. Y ese camino se ha convertido casi en una hoja de ruta para mujeres y hombres que hoy siguen investigando y continúan luchando por mejorar la calidad alimentaria en el planeta; en ese camino está el trabajo científico precedente, con sus resultados, y el actual, con sus propósitos.

Los desafíos actuales pueden ya reflejarse en las impresiones de Borlaug, hablando de los retos de su época y su trabajo en México. “La primera clave para nuestro éxito fueron las plantas sanas que resistieron las enfermedades sin químicos u otros tratamientos; la segunda clave fue la producción por acre, nuestras plantas fueron capaces de producir muchísimas veces más de lo que les fue posible antes”.

Otro elemento, también a manera de clave, fue descrito claramente, “se demostró que el suelo mexicano estaba desgastado”. Una vez más, el valor de una paciente investigación permitió abrir caminos y mayor conocimiento y conciencia.

Mientras hoy la demanda viene acompañada de un necesario esfuerzo para combatir los efectos negativos del cambio climático y generar una conciencia sobre el cuidado del ambiente, está presente una premisa de Borlaug, que la ciencia sirva para mejorar los estándares de vida de toda la gente.

En una de las publicaciones de Borlaug, en las que recopila su labor, llama a un “despertar” a través de la ciencia y el trabajo comprometido, entrando a un mundo como él mismo lo señala, “de perspectivas más altas”; en concreto, alude a “aplicar la ciencia y resolver problemas prácticos, con velocidad y decisión”, y con ello una idea central, “ayudar a luchar a los agricultores a producir un excedente de alimentos para librar al mundo de la miseria y la pobreza”. Un mundo de paz no puede construirse con estómagos vacíos.

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