Ciencia e innovación como estrategia de seguridad alimentaria

La actual situación mundial ha tenido como resultado la modificación en la forma de trabajo de distintos ámbitos laborales en todas las ramas existentes y el campo no ha sido la excepción.

Desde que la contingencia comenzara con el desmantelamiento del sector laboral a gran escala, se han demostrado las verdaderas necesidades de la sociedad para lograr perpetuar su existencia; esto ha derivado en una gran relevancia para el sector agrario como proveedor de alimento básico, que se mantiene al pie de cañón, pues con pandemia o no, se cuentan en miles los agricultores que salen y siguen apostando sus energías y esfuerzos a la producción. Y si bien, la existencia de las prácticas de cultivo data desde los albores de la humanidad, es claro que, desde hace décadas hasta los tiempos actuales, no se le ha dado el trato que en verdad merece.

Con eso en mente y con motivo del 35 aniversario del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), el secretario de agricultura Víctor Villalobos Arámbula ha dado a conocer el nuevo esquema que se plantea desarrollar, de la mano de productores de campo a menor escala, para lograr una agricultura distinta, siendo este el detonante que asegure la autosuficiencia y seguridad alimentaria nacional. Pretendiendo lograr esto por medio de la educación en materia tecnológica de cultivo.

Todo lo anterior mencionado abre la brecha para hacerse el siguiente cuestionario.

¿De qué forma se podría llevar esto a cabo? El mismo instituto (INIFAP) se mantiene en comunicación y colaboración con los más importantes planes de desarrollo rural que se han implementado en el nuevo mandato del ejecutivo. Programas como el Plan Nacional de Desarrollo, Sembrando Vida, Producción para el Bienestar, Maíz para México y Frijol para México se ven directamente comprometidos con la institución para no solo proporcionar apoyos económicos, sino para impulsar el mismo de forma inteligente y apostar por la tecnificación de los cultivos.

¿Pero es viable esta transformación en medio de una crisis mundial, teniendo como único sustento un plan promulgado hace más de un año? El reto es grande y la voz popular del gremio ve fallas en la logística del mismo. Si bien, no es negativo el hecho de que se comience a mirar a los pequeños productores con más atención, es claro que el acortar de forma abrupta a los otros sectores de medianos y grandes productores tampoco es el camino que se debería seguir, en especial si se toma en cuenta el hecho de que son justo estos últimos los que poseen el capital necesario para invertir en tecnología productiva.

Es de dudosa fiabilidad el resultado que puede salir de otorgar conocimiento cuando los pequeños productores apenas reciben el apoyo para subsistir. Sobre ello, Bosco de la Vega, presidente del Consejo Nacional Agropecuario (CNA) ha hecho la comparativa de recalcar a las naciones vecinas como grandes impulsoras de sus respectivos sectores, alegando que México se está metiendo en un gran problema al cortar fondos a productores consolidados ya que esto hace menos viable la producción por cuestiones de costos y con ello el país mismo se vuelve “propenso” a ser invadido por productos extranjeros.

El mismo pensamiento es compartido por el académico veterinario Francisco Flores, docente de la Unidad Académica de Veterinaria de la Universidad Autónoma de Zacatecas, quien también argumenta la potencial desventaja en que se encuentra el país y que a raíz del Tratado de Libre Comercio se ha visto envuelto en una carrera internacional donde el sesgo económico es evidente.

Viéndolo en cifras, el gobierno americano suele absorber hasta el 50% de los gastos de producción agraria mientras México lucha ante la desaparición de varios apoyos de corte federal que anteriormente se tenían. Con todo esto, coincide el antiguo rector de la UAZ, se corre el riesgo de terminar descapitalizando al campo y (como lo expusiera Bosco de la Vega) aumenten de forma exponencial las importaciones de productos básicos a las mesas mexicanas.

¿Qué tan negativa puede ser la repercusión total de estos cambios? Eso es algo difícil de estimar según cuentan los especialistas. Investigadores del Centro de Estudios Económicos del Colegio de México (COLMEX) opinan que hizo falta un proceso de transición donde se fuera reduciendo el apoyo a grandes y medianos empresarios a la par que se beneficiaban los pequeños productores hasta lograr una producción nivelada y más competitiva.

Mientras tanto, el gobierno federal a través de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y de la mano del INIFAP, seguirá apostando a la difusión del conocimiento científico y a la investigación para impulsar la autosuficiencia alimentaria por medio de las diversas conferencias que se impartirán en lo que resta del año. Por su parte, el presidente del INIFAP, Luis Ángel Rodríguez del Bosque, asumió el compromiso de intensificar los trabajos para poder responder al reto alimentario al que se enfrenta, apoyado con todo el capital humano capacitado y las instalaciones con las que se cuenta por todo el país; infraestructura que se traduce en 6 centros nacionales disciplinarios, 8 centros regionales, 77 campos y sitios experimentales, 42 laboratorios y 67 campos de germoplasma. Así como la producción y cuidado forestal con la finalidad de cubrir la demanda de las futuras generaciones de mexicanos.

En tiempos convulsos, solo queda esperar el cambio de temporal para poder ver con claridad los frutos o estragos que esta serie de cambios están dejando en las tierras mexicanas. Mientras tanto, los especialistas se muestran optimistas con el ideal de que las acciones gubernamentales cambien y rectifiquen en favor de una verdadera transformación agraria que beneficie por igual a productores de todos los estratos sociales y capacidades productivas.

Bryan Pichardo Gallegos / El Despertar del Campo

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