Cultivo distintivo

Sin duda un emblema representativo de estas tierras, es el cultivo de chile, producto simbólico que confiere identidad dadas sus indelebles raíces de mexicanidad labradas por generaciones de hombres y mujeres de campo que con sacrificio y pasión han forjado una firme tradición productiva, gracias a la cual ciclo tras ciclo toman vida y color los suelos de la región, quienes como toda madre fecunda, con dedicación y cuidado ofrecen sus mejores frutos, convirtiéndose así en una rica fuente de recursos, depositarios de las expresiones mas entrañables de la cultura en la cual toman forma los rasgos y valores que definen con dignidad y orgullo la idiosincrasia nacional, posicionando con ello al sector como un verdadero patrimonio, ejemplo de solidaridad, dinamismo y laboriosidad.

Por ello, a pesar de que la producción representa todo un desafío, es necesario construir una nueva perspectiva que promueva empatía y respeto por el trabajo de campo, con la intención de preservar dichos atributos e incrementar el rendimiento y la calidad de las cosechas, basados en una acertada combinación entre la tecnología, la juventud y la experiencia, lo que muestre como resultado innovación y evolución, ampliando los límites del conocimiento respecto del comportamiento de las plantas y la relación que guardan con las diferentes condiciones de su entorno, logrando así un sector más competitivo y moderno.

“Definitivamente la agricultura impone grandes retos y traza duros contrastes, como son fenómenos naturales adversos, sobreproducción, saturación y desplome de precios en los mercados, interrupción de los canales de distribución dada la actual crisis sanitaria, además del constante incremento de los insumos, pero afortunadamente también existen significativos avances en diversos conceptos del cultivo en campo, gracias al desarrollo y adopción de herramientas tecnológicas de apoyo, como componentes para un manejo más efectivo del agua de riego con sistemas de goteo los cuales sin duda han cambiado las expectativas y han abierto la posibilidad de ser más productivos con un menor desgaste de recursos naturales, económicos y humanos, así como la implementación de cubiertas plásticas o acolchados que retienen la humedad, regulan la temperatura del suelo y controlan la maleza, y formulaciones de última generación orientadas a una correcta protección y nutrición vegetal, entre otros adelantos técnicos que satisfactoriamente le han dado un giro positivo al panorama agrícola, pero sobre todo a través de un mejor entendimiento de la simbiosis generada entre las plantas y su entorno, el cual privilegiadamente para nosotros es favorable, con temperaturas, altitud y latitud, agua y suelos ideales, sin dejar de reconocer que este es un ramo muy dinámico en el que todos los días estamos aprendiendo cosas nuevas, dado que ningún año es igual a otro, de ahí la necesidad de una observación y esfuerzo constante, para un avance continuo”; así lo compartieron sagaz y amablemente los hermanos Murillo Galván, Oscar Omar y Luis Alberto, agricultores por vocación y tradición familiar, sucesores de generaciones dedicadas al campo, involucrados en labores agrícolas desde niños, por lo que a su corta edad cuentan con una notable capacidad y destreza dentro de temas productivos, trabajando de esta forma, en conjunto con su señor padre, una superficie actual de aproximadamente 50 hectáreas de chile tipo guajillo o mirasol criollo para secado, establecidas dentro del Ejido de San Andrés, próximo a la localidad de San Antonio de la Rosa, perteneciente al municipio de Villa de Cos, Zacatecas.

“Gracias a Dios, en esta región podemos decir que contamos con condiciones aceptables para el cultivo de chile que inducen su buen desarrollo, como lo son tierras coloradas muy adecuadas para este tipo de sistemas de producción, sobre todo si lo comparamos con otro tipo de terrenos donde también nos ha tocado plantar, como suelos más arenosos o más pardos, donde se requiere de otro tipo de químicos o de fertilizantes para que produzcan las matas, y aquí no se ocupa mucho para producir chiles dado que son tierras muy livianas. El tema de la disponibilidad de agua hasta cierto punto también es positivo, ya que, en esta área de San Andrés, donde estamos trabajando ahorita, vemos que atinadamente hay mucha, siendo que regamos con pozo el cual está bombeando a unos 100 metros de profundidad y vierte un caudal como de 6 pulgadas de muy buena calidad, con un pH adecuado para su consumo por las plantas, lo que sin duda representa una gran ventaja, asimismo, hay periodos en que las precipitaciones son bastantes, como la pasada temporada de lluvias donde nos cayo demasiada humedad, superior a lo que históricamente acostumbramos ver en esta zona, aunque también hay años en que el agua nos llega más medida y apenas le cae algo a las plantas, además, tenemos un equilibrado rango de temperaturas, conforme a como el cultivo lo necesita, con grados cálidos durante el día y noches frescas, lo que también abona bastante en el crecimiento vegetativo y por supuesto del fruto”.

“Al manejar chiles criollos lo primero que hacemos, es tratar de seleccionar la mejor semilla, base de una buena genética, lo cual nosotros mismos lo realizamos detectando las tablas más sobresalientes de donde escogemos los mejores chiles ya cuando están secos, los recopilamos y les extraemos la semilla o los desemillamos, la curamos y en términos generales tratamos de darle la mejor preparación y cuidado posible, ya que es ahí donde se encuentra la raíz de una buena cosecha. Dispuesta la semilla, el siguiente paso es preparar y sembrar el almacigo en piso para la crianza de la plántula, tarea que este año la realizamos el día 5 de febrero, cabe señalar que por lo regular nuestra almaciguera la ponemos en San Antonio de la Rosa, para mayor cercanía buscando con ello facilidad y una mejor atención, siendo que el periodo que permanece la planta en ese lugar, desde que se siembra hasta que está completamente desarrollada y apta para su trasplante al terreno definitivo, es de 90 días”.

“Generalmente las plantaciones en está zona empiezan en el mes de abril, pero a causa de que estuvimos algo ocupados trabajando en el acolchado de las camas, este año se nos atrasó un poco, comenzando así a plantar del 13 al 14 de mayo, no obstante, es bastante a tiempo, dado que vemos que la planta se ha desarrollado bien y el clima hasta cierto punto fue el óptimo ya que para ese entonces las temperaturas ya eran cálidas evitando con ello cualquier riesgo de daños por heladas tardías; de esta forma, ya que estuvo la planta lista, el terreno bien preparado, con el sistema de riego instalado y acolchado, fue cuando iniciamos a plantar. Una vez establecido el cultivo en campo damos paso a las distintas labores de manejo requeridas según las diferentes etapas fenológicas, hasta que las matas y el fruto llegan a su madurez y secado, iniciando en ese momento con la cosecha, lo cual en nuestro caso lo realizamos comúnmente en el mes de diciembre que ya es cuando el producto está 100% seco, esto conforme se presenten las condiciones ambientales, ya que para un buen deshidratado natural del chile en campo es necesaria la llegada de las heladas, o bien, cuando no cae el frío pronto, este proceso puede adelantarse mediante el uso de químicos que desecan la planta, acelerando de este modo el inicio del corte, asimismo, está la opción de deshidratado en túneles de secado a base de gas en las llamadas secadoras, lo cual se puede realizar con mucha mayor anticipación a la entrada del frío, en cuanto los frutos se ponen rojos aunque no estén secos, con la desventaja del alto costo por el servicio, por lo que es un método que prácticamente no utilizamos tratando de economizar lo más posible, de esta manera podemos decir que para nosotros no hay una mejor opción para el secado del chile que la natural en la mata por medio de las heladas; es así que definitivamente el chile seco mirasol es un cultivo anual o que va de año a año, empezando como se mencionó con la siembra del almacigo en febrero para ser cosechado hasta diciembre, y todavía en el mes de enero del siguiente año andamos elaborando los empaques, por lo que sin duda aquí hay trabajo todo el tiempo”.

“El sistema productivo que implementamos es a doble hilo con una cintilla en la parte central para el riego por goteo, con camas de 80 centímetros de ancho cubiertas con acolchado plástico, 1.62 metros de separación entre camas, y de una planta a otra una distancia de aproximadamente 30 centímetros, en pata de gallo o a tres bolillos, distribución que más o menos nos da una densidad de población de 32 mil plantas por hectárea; con este diseño tratamos de darle al cultivo las dimensiones óptimas para que se desempeñe adecuadamente, generando la amplitud correcta, evitando con ello la competencia por espacio, agua, nutrientes, sol, aire, y demás recursos que demandan las plantas, además de dejar la longitud necesaria en las calles para poder entrar con personal y la maquinaria requerida según los diferentes trabajos a realizarse, como las cultivadas, fumigadas, deshierbes, etc. Cabe señalar que este es el primer año que ponemos acolchado, anteriormente era en cama desnuda lo que siempre nos dio buen resultado, pero ahora tratamos de cambiar buscando la posibilidad de mejorar un poco, motivados por platicas y comentarios de conocidos, que manifestaban el logro de un mayor rendimiento de agua y un poco más de producción, por lo que confiados y entusiastas nos hemos decidido a probarlo esperando resultados diferentes, ya que sería ilógico desear un cambio si seguimos haciendo siempre lo mismo, y afortunadamente hemos podido observar que el cultivo ha expresado muy buenos rasgos, ya que se ve que tiene mucha carga”.

“Obviamente antes de acolchar y para poder hacerlo correctamente, tenemos que realizar una buena preparación del terreno, libre de terrones, bien mullido y bien nivelado, para que el implemento logre arrimar tierra con toda facilidad y de esta forma vaya quedando una cama uniforme o pareja, porque muchas de las veces, cuando la superficie no esta bien acondicionada, en medio va quedando hueco dado que no junta bien la tierra, ocasionando que no quede bien encamado lo que a futuro representa un sinfín de fallas. Dicho aditamento que se ajusta al tractor y que es el que va formando las camas y colocando el plástico, es conocido como acolchadora, la cual al pasar sobre el terreno va realizando 3 funciones a la vez, va poniendo la cintilla, va tirando fertilizante y va colocando el hule sobre la cama, además, se ocupan 3 personas quienes se encargan de andar revisando que todo vaya quedando bien ubicado, ya si se ve que algo va mal, se busca acomodarle de un modo y otro para que todo se posicione como debe de ser”.  

“En cuanto a nutrición vegetal, comenzamos con la llamada fertilización base o de fondo, que es la que se va aplicando al momento de acolchar, metiendo así fertilizante granulado a razón de unos 300 a 350 kilogramos por hectárea, de ahí en adelante se están realizando diversas y constantes aplicaciones por medio del sistema de riego, con formulaciones tanto líquidas como solubles, buscando con ello el estar cubriendo las necesidades reales conforme el cultivo lo va demandando, entendiendo sobre todo que las plantas requieren de elementos minerales esenciales para su crecimiento, como son el nitrógeno, fósforo, potasio, así como calcio, hierro, cobre, zinc, boro, manganeso, entre otros microelementos, siendo la dosis o proporción la que varía de acuerdo a un sinfín de condiciones, como la etapa fisiológica, el estado del suelo, transpiración, densidad, etc., para lo cual nos apoyamos en recomendaciones del asesor técnico, sin dejar fuera lo que es también la nutrición foliar, metiendo algunos otros compuestos por arriba”.

“De igual forma, el correcto manejo del agua depende de diversos componentes, dígase el rango de humedad ambiental y del suelo, temperatura, radiación, velocidad del viento, fase de crecimiento, por lo que podemos precisar que nos guiamos bajo un programa de riego muy flexible, de acuerdo a como lo indica el entorno y las condiciones físicas del cultivo, ya que obviamente cuando la planta aun es pequeña no demanda de tanta agua pero conforme se va desarrollando sus requerimientos también se incrementan, por ello al principio del ciclo son menos los riegos necesarios dado que la humedad aguanta mucho, porque como se mencionó, la planta es pequeña y no consume tanta, en nuestro caso empezamos implementando un riego a la semana de máximo 3 horas, para posteriormente con el aumento del calor y un ascendente despegue de la planta pasar a incorporar riegos cada 3 o 5 días bajo un lapso de tiempo de 8 a 10 horas por sección y le vamos cambiando, así al terminar checamos donde iniciamos y si vemos que ya les falta agua, aplicamos de nuevo, tomando también en consideración la gran ventaja que nos aporta el hule del acolchado al retener la humedad o evitar su perdida por evaporación. Cabe destacar, que realmente el chile es un cultivo muy sensible tanto a la falta como al exceso de agua, dado que así como se estresa al estar seco, también tolera muy poco las altas saturaciones, en base a ello un monitoreo o chequeo adecuado y constante de la humedad es fundamental, porque ciertamente al aplicar riegos fuertes o muy pesados, además de estar desperdiciando o desaprovechando el agua, se corre un alto riesgo de generar condiciones favorables para la propagación de enfermedades, tales como la secadera, alteración causada por hongos del suelo, la cual representa uno de los mayores dolores de cabeza para el productor; o como nos sucedió en la temporada de lluvias, donde fueron muchos los días que nos estuvo cayendo agua, lo que genero algunos cuadros donde se ve que sí afecto el exceso de humedad, sobre todo donde no sale o no se drena bien el agua y queda anegado el terreno, empezando así a dormirse o amarillarse las matas dejando de trabajar, por lo que definitivamente es muy importante tener bien medida el agua, que no falte pero tampoco echarle en exceso”.

Para finalizar, los hermanos Murillo Galván agregaron; “a pesar de los grandes riesgos que atravesamos en la agricultura, siendo poco lo seguro y mucho lo expuesto, gracias a Dios y en base al buen trabajo, siempre nos han salido bien las cosas, o al menos así lo consideramos, ya que hace años cuando comenzábamos en esta labor lo hicimos con 1 o 2 hectáreas, y afortunadamente a través del tiempo, la dedicación y el empeño nos fueron dando buenos resultados, permitiéndonos crecer poco a poco, por lo que en lo personal vemos que el chile es un cultivo difícil pero muy noble que da por lo menos para seguir trabajando, aunque nunca vamos a estar exentos de siniestros, como las granizadas, que ya hace como 5 o 6 años que nos tocó una, ciclo en el que prácticamente no sacamos nada, sin embargo, como nos han enseñado nuestros padres, tenemos que sobreponernos a los problemas y seguirle echando ganas a lo que uno sabe y que nos gusta, sin desanimarnos, ya que para que la vida sea normal tiene que haber ganadas pero son más las perdidas, entendiendo sobre todo aquí en el campo que habrá años en los que nos ira bien y otros en los que nos va ir mal, pero no tenemos de otra más de que ponerle todo el corazón y el entusiasmo, con la fe que de aquí tiene que salir un buen negocio, siendo que el mejor es la constancia”.

Espera la 2ª parte de este interesante reportaje enfocado a la producción de chile, en el que se dará continuidad al manejo desarrollado por los hermanos Murillo Galván, respecto de temas como el control fitosanitario y de malezas, proceso de cosecha, selección, empaque y comercialización, entre otra valiosa información, en próximas ediciones…

Salvador Juárez / El Despertar del Campo

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