Sabor de campo

Definitivamente el cultivo de cebolla es todo un arte en el que se combina la ciencia, la técnica y la experiencia del agricultor desarrollada a través del desempeño diario y heredada de generaciones pasadas dedicadas al campo, por lo que paulatinamente se ha ido perfeccionando su manejo, afinando poco a poco los diferentes componentes que definen su competitividad, tales como el material genético, el sistema de riego, la nutrición vegetal, el control integral de malezas, plagas y enfermedades, reconociendo que son favorecidas hasta cierto punto por un clima propicio, con condiciones de agua y suelos generosos.

En ese sentido, es de destacar que, en las últimas décadas, el nivel de rendimiento y los índices de calidad han presentado un incremento importante, gracias a la correcta implementación de la tecnología, facilitando con ello el trabajo minimizando el desgaste de recursos naturales, económicos y humanos, lo que abre las puertas a nuevas y mejores oportunidades, convirtiendo al ramo en un valioso polo de desarrollo, además de ser prioritario en la alimentación de los mexicanos, manteniéndose como un ingrediente versátil e indispensable en la mayoría de los platillos tradicionales, a los cuales aporta un sabor distintivo y nutritivo, y les da un color y un aroma especial.

“Los contrastes del campo en la actualidad son palpables, pero también afortunadamente es evidente el desarrollo tecnológico, el cual al ser integrado dentro del sistema productivo sin duda ha potenciando el cultivo de cebolla, siendo esto en conjunto con la adquisición ciclo tras ciclo de experiencia y conocimiento, lo que nos ha permitido avanzar paulatinamente, forjando el carácter y ampliando el criterio que nos enriquece como personas y nos convierte poco a poco en mejores productores, logrando así mayores y mejores cosechas”; determinación realizada por el Señor Héctor Hugo Núñez Ramos, agricultor por vocación y tradición familiar, sucesor de generaciones dedicas al campo, involucrado en tareas agrícolas desde niño, por lo que hoy cuenta con una notable capacidad y destreza dentro del ramo productivo, manejando de esta forma dentro del presente ciclo, una superficie de aproximadamente 20 hectáreas de cebollas blancas y 20 de moradas, establecidas en diferentes terrenos de Chaparrosa, localidad perteneciente al municipio de Villa de Cos, Zacatecas.

“El mejoramiento en genética es uno de los aspectos a los que tratamos de darle un poco de mayor empuje, ya que es donde sentimos que radica parte del éxito, dado que teniendo el potencial necesario y con un buen manejo los resultados pueden llegar a ser sobresalientes siempre y cuando las condiciones agroclimáticas lo permitan, por ello se ha optado desde hace años en trabajar con semillas de alta calidad y rendimiento, con la precisión de que dependiendo de la época es el tipo de variedad que se planta, ya que tanto la formación y desarrollo del bulbo están determinados por la duración del día, por ello las hay de días cortos, intermedios y largos, pero a grandes rasgos en cebolla blanca el material que estamos empleando es Cirrus de Seminis, ubicada en el segmento de día corto de precocidad intermedia, con bulbos muy uniformes de un color brillante y tamaños grandes y jumbos en forma de globo, con un alto porcentaje de un solo centro y una alta tolerancia a verdeo, su follaje es bastante vigoroso, y simplemente es la que mejor nos ha funcionado siendo más rendidora y más resistente a enfermedades, la cual se ha adaptado bien al manejo dentro de nuestros programas productivos y sobre todo a las condiciones ambientales de esta región, además, es una de las cebollas más buscadas por los compradores o comercializadores por su peso, tamaño y estética, situación que cuenta mucho. Asimismo, cabe señalar que también usamos otro tipo de variedades con diferentes tiempos de maduración, como las más chicas que tenemos que son Sierra Blanca, o la morada Rasta, ya que dentro de un plan de producción es imposible establecer un solo material, por lo que en una calendarización es necesario contar con variedades precoces, pero también tardías, para que al tiempo de cosechar esta labor no se empalme, iniciando con las cebollas tempranas para paulatinamente pasar a las tardías, y de esa forma se vaya dando el tiempo adecuado para recolectarlas en su punto y que no se nos pasen, es decir, que están sembradas por etapas, unas tienen 3 meses y medio de edad, las que siguen 2 meses y medio, y las más pequeñas tienen 15 días de plantadas, por lo que igualmente en ese orden se van a ir cosechando”.

“En términos generales, el sistema productivo para cebollas blancas que hoy estamos implementando, después de años de pruebas, es en camas con acolchado plástico a 6 hilos, con una cinta cada 2 hilos para el riego por goteo, o, dicho de otra forma, con 3 cintillas por cama, estimando con ello una densidad de población de 300 mil plantas por hectárea aproximadamente; y en moradas traemos alrededor de 400 mil plantas, ya que haya manejamos 8 hilos. Cabe mencionar que anteriormente era otro el diseño que manejábamos, ya que no metíamos acolchado, simplemente se plantaban en surcos desnudos, y se colocaba una sola cinta de riego para 4 hilos, sin embargo, todo el tiempo nada más las cebollas de los hilos del centro quedaban grandes y las de las orillas chicas, razón por la que ahora metemos 1 cinta por cada 2 hilos, para que la humedad y la nutrición sean más uniformes, logrando con ello que ninguna planta se pelee por comida y agua”.

“El año antepasado metimos cebollas en acolchado a 4 hilos, pero lo que yo vi ahí es que era mejor meter otros 2 hilos más, por lo que para el ciclo anterior fue cuando empezamos con el esquema a 6 hilos, pero la verdad es que nos falló un poco sobre todo por la falta de experiencia, afortunadamente ahora ya con los desaciertos corregidos y un poco más conocido y perfeccionado el sistema, nos está funcionando mejor viéndose cebollas de mayor calidad, dado que la nutrición la reforzamos casi desde el principio, basados en el concepto de que solo son de 2 meses de una alta demanda de comida, el primero para que hagan raíz, y el segundo para acelerar el crecimiento del bulbo, ya los últimos son prácticamente para que maduren y tomen consistencia. Con el acolchado lo único que hacemos es acortar el tiempo del cultivo, o incrementar su precocidad, es decir, que, si por ejemplo en surco desnudo las cebollas se llevan 5 meses para cosecharse, con el plástico le bajamos a 3 y medio o 4 meses para que estén en su punto, ósea que se acelera su crecimiento un poco más”.

“En esta región tenemos factores tanto a favor como en contra, pero por lo general la naturaleza es benévola con nosotros, no nos da ni tanto frío, ni tanto calor, además de que este tipo de suelo para mi es el ideal para lo que es el cultivo de cebollas, ya que realmente es muy blando por lo que no se ocupa de estar metiendo mejoradores de suelo, aquí nada más con estar manejando muy bien las humedades y con eso hay; por ello lo mínimo que esperamos es un rendimiento de unas 100 toneladas por hectárea, ya de ahí en adelante lo que salga es bueno, unas 120 o 130 toneladas. En ese sentido, es que creo que el 50% de la vida de una planta es la humedad, sí traemos muy saturado el terreno aumenta la posibilidad de enfermedades por hongos, y si está seco el cultivo no crece o empiezan problemas con raíz rosada porque se deshidrata, por eso dicen que lo principal es saber regar, dado que el agua es la mera buena, es así que aquí no hay otra cosa más importante que estar cuidando todo el tiempo la humedad, por lo que es un tema que constantemente le indicó o le apuntó a nuestro ingeniero asesor, dado que el paso de los años nos ha dado el conocimiento y la capacidad de que a simple vista podemos identificar si una planta está enferma, o si tiene o le falta agua, aquí ni los aparatos de medir la humedad hemos querido meter, porque tanteamos que si nos empezamos basar en eso se van a empezar a presentar fallas, dado que yo con ver les sé decir si hay que ponerles o quitarles agua, y trato siempre de estar al pie del cañón, ya que como dicen, al ojo del amo engorda el caballo, por lo que la observación es de suma importancia siendo que para mí las plantas hablan, nada más hay que saberles entender, conocer el color, la textura, la forma y hasta el olor de cada una, porque si no nunca las vamos a comprender, y ese conocimiento no está en los libros, lo adquiere uno con la experiencia que nos va dando el trabajo diario en campo”.

Para finalizar, el Sr. Núñez Ramos concluyó; “con el paso del tiempo hemos logrado conformar un buen equipo de trabajo que busca ir innovando, y la verdad es que se ha establecido una buena sinergia en lo personal como productor con nuestro ingeniero como técnico, yo le comparto mi experiencia de muchos años en el surco y él me comparte su conocimiento obtenido del estudio, con ello vamos buscando en conjunto que mejorar o cambiar, pero sobre todo basados en las necesidades que tenemos, por ejemplo, algo que hice este año es que cerré el espacio entre hilos a 15 centímetros, cuando el año pasado los traíamos a 20 centímetros, es decir, le recortamos 5 centímetros entre hileras, esto con la intención de juntarlas más y mantener así la humedad más cerca de donde se requiere, y hasta el momento nos ha dado buenos resultados, por ello me refiero que en base a las necesidades que se nos van presentando es como vamos tratando de ir innovando, por lo que tenemos que irle buscando nuevas opciones cada día, tanto para ahorrar recursos y trabajo así como para maximizar eficientemente el rendimiento”.

Por su parte y con la intención de reforzar el intercambio de experiencias, el Ingeniero Agrónomo Víctor Alfonso Maldonado Mota especialista en horticultura y asesor técnico del Señor Hugo Núñez, agregó; “el riego es algo de lo más importante dentro de este cultivo y se requiere de cierto conocimiento, agudeza e intuición para establecerlo efectivamente, tal y como lo señala el Sr. Núñez Ramos, ya que debe de tener mucha flexibilidad y adaptabilidad, siendo así necesaria una observación constante de cada una de las condiciones que inciden sobre las plantas, como el clima, etapa fisiológica de la planta, color del follaje, temperatura, humedad ambiental y del suelo, velocidad del viento y radiación, entre otros aspectos a considerar, para en base a ello determinar la periodicidad, el lapso de tiempo o la cantidad de agua de riego a suministrar, evidentemente entre más grandes las cebollas demandan de una mayor cantidad, por lo que en las primeras etapas después de su plantación es mínima el agua que requieren, volumen que paulatinamente va en incremento conforme el cultivo va creciendo”.

“Asimismo, el tema de la nutrición vegetal es muy complejo y variable, ya que no es como una receta de cocina donde se tengan preestablecidos que ingredientes son los que hay que aplicar, sino que depende de un sinfín de factores, por lo que para acertar tenemos que monitorear cada una de las condiciones presentes, e ir escuchando que es lo que las plantas dicen y viendo poco a poco cómo es que estas van reaccionando, para en base a ello determinar que nutrientes aplicar y en qué cantidades, además, con la intención de apoyarnos realizamos un análisis de suelo, el cual nos indica qué es lo que nos falta y qué es lo que traemos de más. Es así que definitivamente la planta tiene que estar bien comida, para hacer un buen follaje y que los bulbos crezcan, nada de que en su momento nos falta algo y después andamos al último queriéndolo reponer, tiene que llevar una nutrición bien balanceada de principio a fin, por lo que aquí la fertilización la manejamos por semana y lleva de fondo alrededor de 800 kilogramos por hectárea de Triple-16, y como la cebolla es muy demandante de nitrógeno nos alcanza un rango de hasta 365 unidades, de fósforo alcanzó con todo y base 180 unidades, de potasio 200 unidades, y 197 unidades de calcio”.

Por último, el Ing. Maldonado Mota añadió; “el riesgo natural, es una de las principales limitantes de la agricultura y es algo contra lo que poco podemos hacer, aunado a ello se encuentra el tema fitosanitario y ahí si podemos tener un poco de mayor incidencia, en ese sentido nuestro enfoque está orientado a tratar de prevenir más que a curar, lo que es más efectivo y menos costoso, por lo que como dice el Sr. Núñez, tenga o no tenga enfermedad hay que aplicar porque ya cuando está de poco sirve, de esa forma, por ejemplo, aunque no tenemos problemas de raíz como la pudrición blanca, de todos modos estamos previniendo para que al último o en lo menos esperado no nos sorprenda, lo cual hacemos mediante un tratamiento cada 22 días con productos especiales, eso es en el suelo e igualmente en la parte foliar, ahí de cierta forma el trips es una de las plagas más comunes y se potencia por la cercanía que hay con los ajos ya que al estar maduros, el tallo se seca y se hace duro, por lo que el insecto busca hojas nuevas y se viene a las cebollas, alimentándose del contenido de las hojas succionando con su boca en forma de aguja chupadora, lo que ocasiona lesiones y estrés a las plantas además de provocar la transmisión de virus y algunas enfermedades, y se suele presentar sobre todo cuando las temperaturas son altas, sin embargo su control es conocido a través de algunos insecticidas específicos, por lo que si se detecta y maneja en tiempo y forma no representa mayor problema, además, se dio una fumigada por semana para cuidarnos de lo que vienen siendo tizones y mildiu, por ello, en términos generales no tenemos ninguna alteración seria, ya que lo reitero, el chiste es prevenir, no aplicar ya cuando está el problema, que al final de cuentas sale más caro y ocasiona un mayor daño, porque la planta que está enferma esa ya representa una perdida y la que está sana a un lado esa si la podemos proteger previendo las mejores armas de combate a nuestro alcance”.

Salvador Juárez / El Despertar del Campo

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