MOSAICO DE CONTRASTES

El campo mexicano es un mosaico de contrastes en donde conviven la agricultura de subsistencia y la agricultura empresarial de exportación, desde unidades campesinas minifundistas, pasando por las unidades familiares y las pequeñas unidades de agricultura comercial o en transición, hasta las unidades de agricultura empresarial capitalista. Sin embargo, es importante destacar que más de 50% de la población ocupada en el sector rural la constituyen personas sin tierras, y que 72.6% de las unidades de producción son menores a 5 hectáreas, 22.3% son entre 5 y 20 hectáreas, y únicamente 5.1% son mayores de 20 hectáreas.

En estas pequeñas unidades de producción que ocupan el mayor porcentaje, existe un mercado laboral precario y una pronunciada tendencia al crecimiento del minifundio, lo que ocasiona que el número de individuos y empresas que pueden ser sujetos de apoyo financiero se ha reducido drásticamente. De acuerdo con cifras de la OCDE, 35% de la población en México vive en zonas rurales y el sector agrícola representa 12% de ocupación de la fuerza laboral (13.5 millones de personas dedicadas a esta actividad), por lo que el campo constituye una piedra angular del progreso económico y de la estabilidad política de la nación.

El reto es aún mayor si se considera que el INEGI estima que 33.5% de la población rural vive en condiciones de pobreza alimentaria y que la válvula de escape de la migración de esta población hacia los EUA se ha revertido, pues el retorno de estos migrantes ha crecido a tasas mayores al 200% en los últimos años. El principal desafío consiste en movilizar recursos, fortalecer instituciones y crear mecanismos novedosos para la implementación de políticas públicas y de Estado mejor planificadas y con mayores oportunidades de crecimiento y desarrollo para el campo.

Sin duda en el país la agricultura enfrenta grandes retos incluyendo en el corto plazo la tendencia global de incremento en el índice de precios de materias primas agrícolas y alimentos, aunado a una disminución en los niveles de producción y un aumento en el consumo. También es determinante la mayor exigencia de los mercados internacionales de productos agrícolas de mayor calidad, inocuos y sanos, y con oportunidad de entrega, esto es, en menor tiempo, a menor costo y en mayor cantidad; estas condiciones de mayor competitividad deben ser consideradas a la luz de los efectos del cambio climático global, especialmente en los países más vulnerables.

Aunado a lo anterior, la agricultura necesita no sólo abastecer de alimentos frescos a la creciente población del país, sino también surtir de insumos a las industrias alimenticias, ganaderas, farmacéuticas, y energéticas, entre otras. En términos de soberanía alimentaria, los organismos internacionales recomiendan que los países deben producir por lo menos el 75% de los alimentos que consumen; para el caso de México, donde se importa 43% de los alimentos básicos, esta dependencia podría crecer al 80%, como consecuencia de su crecimiento poblacional, deterioro ambiental y efectos del cambio climático, por lo que es urgente atender este aspecto a todos los niveles.

Una vez más agradecemos su atención, y lo invitamos para que nos comparta sus comentarios, creando con ello un vínculo dinámico que promueva pasión por el campo y sus valores.

El Despertar del Campo, La Nueva Visión Del Agro…

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