Granos de orgullo e identidad

Definitivamente el cultivo de maíz representa para México un sector económico prioritario, de gran relevancia tanto histórica como social, ya que no solo representa una fuente generadora de empleos e ingresos, sino que también responde a las necesidades alimenticias de millones de personas, además de ser un espacio productivo depositario de prodigiosas raíces culturales y de las expresiones más entrañables de identidad nacional, ya que en su esencia toman forma los rasgos y valores que definen el modelo e idiosincrasia que distinguen al país dentro del mundo y lo caracterizan como parte del mismo, generando con ello un escenario propicio del que se desprende un amplio y profundo acervo de capacidades y talentos que se transmiten de generación en generación como un legado único e irremplazable, configurando valiosas costumbres en torno a una labor emblemática que se proyecta como un legítimo icono de orgullo y satisfacción, gracias a la fecundidad de la tierra así como al esfuerzo constante e incansable del productor por alimentar a la población con los frutos de su trabajo, en ese sentido, el cubrir las principales necesidades productivas es una notable oportunidad de crecimiento, siempre y cuando se dimensione y se valore la demanda y, se logré una mejor calidad y rendimiento del cultivo mediante la implementación de innovadores sistemas y herramientas que permitan la reducción en la presión ejercida sobre los recursos naturales, económicos y humanos, apremiando la búsqueda efectiva de mecanismos o alternativas sustentables basadas en una cordial ilación entre la experiencia y la tecnología, a través de lo cual se fortalezca la productividad y la competitividad.

“Prácticamente nace uno en el campo, por lo que desde que estaba chico, que vivían mis padres, me desempeñe en tareas agrícolas, hablando así de algunas décadas de experiencia dentro del ramo, lógicamente de inicio con métodos más rudimentarios a los de hoy, pero conforme las condiciones han evolucionado también hemos ido tratando de mantenernos al parejo de los cambios en medida de nuestras posibilidades, mecanizándonos y tecnificándonos poco a poco, siendo este trayecto del camino recorrido el que nos muestra como la incertidumbre que conlleva la producción de alimentos es una de las principales trabas que como productores nos limita, pero no obstante de esos grandes contrastes sobre todo comerciales que la modernidad plasma y los inquietantes riesgos que la agricultura implica dada su naturaleza, afortunadamente también hemos tenido la oportunidad de ser testigos de una transformación positiva en el renglón técnico-productivo, donde sin duda se ha presentado un avance significativo, gracias al desarrollo y aplicación de herramientas tecnológicas de apoyo, como la implementación de riegos de alta precisión, mejoras en la maquinaria, en genética, en el manejo agronómico, en la nutrición de las plantas, en la protección y control de plagas y enfermedades, pero sobre todo gracias a la configuración de un enfoque más amplio, que nos ha permitido entender a mayor profundidad, la interacción entre las plantas y su entorno”; así lo determinó el Señor Roberto García Sánchez, agricultor por herencia y vocación sucesor de generaciones dedicadas al campo, quien habitualmente maneja cultivos como el frijol, cebada, chile, y de unos 15 años a la fecha toma en forma el cultivo de maíz, esto dentro de la unidad de riego conocida como Rancho Los García, pequeña propiedad ubicada en terrenos pertenecientes a la comunidad de Altamira, del municipio de Fresnillo, Zacatecas, predio en el que estableció dentro del ciclo primavera-verano 2021, una superficie de aproximadamente 10 hectáreas de maíz híbrido amarillo, de la variedad Antílope Y, de Asgrow, destinado a la obtención de grano para la agroindustria, sembrado a mediados de mayo en seco a doble hilera bajo una densidad de 80 a 82 mil semillas de maíz por hectárea.

“Como lo mencione, considero que productivamente el campo si ha evolucionado, hoy está mucho mejor que cuando empezamos a producir este tipo de variedades de maíz, ya que al principio comenzamos con tecnología inadecuada o deficiente, y paulatinamente ha ido avanzando y se ha ido perfeccionando, ya que por ejemplo, antes yo producía máximo de 5 a 6 toneladas por hectárea, y ahorita andamos por arriba de las 10 toneladas de grano de maíz por hectárea, dependiendo del manejo y nutrición, y de cómo se presenten las condiciones climáticas del año”.

“Por razones prácticas y de mayor efectividad hemos optado por considerar la importancia que juega el empleo de genética avanzada a través de la implementación de semillas híbridas de alto potencial productivo, las cuales poseen cualidades y fortalezas únicas que conforme a una conducción agronómica apropiada pueden ser base en la expresión de mejores resultados, por ello se estableció la variedad de maíz amarillo Antilope Y, de Asgrow, el llamado gran salto del rendimiento, de ciclo intermedio con potente vigor y despegue inicial, de muy buena sanidad foliar, por lo que algo que se puede presumir es su gran uniformidad”.

“Antes de sembrar es indispensable llevar a cabo una buena preparación del terreno, donde iniciamos aflojando la tierra con pasos de arado de discos y subsuelo, posteriormente se metió la rastra, se desterronó y se niveló, buscando dejar la superficie lo más mullida y uniforme posible, dando las condiciones óptimas para una buena cama de siembra que facilite la germinación de la semilla”.

“Podemos señalar que estas son siembras del 17 al 20 de mayo; se tira la cintilla y, por ejemplo, se siembra y si se desea puede uno regar de aquí a 15 días y sino mañana mismo, ya de regado el maíz tarda 8 días en comenzar a germinar. Hemos comprendido que si nuestra intención es alcanzar una alta producción tenemos también que fijar buenas densidades de población con una mayor fertilización o nutrición, en ese sentido, establecimos alrededor de 80 a 82 mil semillas de maíz por hectárea, dispuestas en seco a doble hilo con una cintilla para el riego por goteo en la parte central del surco, un espaciamiento de 60 centímetros por 1 metro, con surquería a 80 centímetros, esto con la idea de darle las dimensiones correctas al cultivo y con ello un mayor confort, evitando una alta competencia por recursos como agua, aire, sol y nutrientes, tratando de agilizar con ello el desarrollo, además bajo tal sistema productivo se facilita la aplicación de fertilizantes solubles y líquidos, ahorrando en el tema de la cinta, ya que con una sola o con menor inversión regamos la doble hilera o más plantas, aumentando así la eficiencia dándonos el incremento en rendimiento de acuerdo al recurso agua con el que contamos”.

“Conforme a los requerimientos del cultivo, la etapa de desarrollo, y una observación constante de las diferentes condiciones del suelo y las plantas, es como determinamos la nutrición; a grandes rasgos, hubo una parte como de 4 hectáreas a la que no le metimos fertilización de fondo, sino que a la primera escarda le aplicamos lo que hubiese sido la base, que fueron alrededor de 300 kilogramos de fertilizante por hectárea, con una mezcla de fósforo y nitrógeno principalmente, después aplicamos el potasio, asimismo, con posterioridad en los riegos va uno suministrando los nutrientes inyectados por la cintilla, en el pozo están colocadas las llaves especiales para poder inyectar el material nutritivo. Dentro de este componente tenemos que entender que la planta es un ser vivo, que como todos nace, se desarrolla, se reproduce y muere, por lo que nuestra función como productores es determinar, lo más acertadamente posible, qué es lo que el cultivo necesita de acuerdo a cada una de sus etapas vegetativas, con la intención de que las plantas no se estresen y estén bien comidas para que manifiesten su mayor potencial genético”.

“Sin duda una de las claves del éxito, no solo en maíz sino en cualquier otro cultivo, es el correcto manejo del agua, por lo que nuestros riegos tratamos de programarlos previendo evitar el estrés hídrico de acuerdo a un monitoreo constante de los factores que interactúan con las plantas, desde antes de que nazcan hasta su cosecha, como lo son la humedad del suelo, la etapa fenológica, la velocidad del viento, y según las propiedades climáticas de radiación, temperatura y precipitación, indicadores que nos muestran si es necesario el suministro de agua o no; además, conforme a la edad y el tamaño de la planta es la cantidad o el tiempo que se da de riego, normalmente de inicio cuando aún están pequeñas son pocas las horas necesarias, pero en tanto van creciendo también la demanda de agua se incrementa, sobre todo en floración y llenado los riegos tienden a ser más pesados, para que la humedad abra y abastezca correctamente toda el área radicular. Aquí cuando no llueve y no hay humedad tiene uno que estar regando de mínimo cada 8 a 10 días, ya si nos pasamos de ese tiempo se empieza a estresar la planta y baja la producción, dado que la mazorca necesita estar alimentándose de agua y nutrientes, de esa forma es que a partir del tercer riego se empieza a meter el fertilizante vía cintilla, de ahí hasta que llena perfectamente bien el fruto; y en el caso, de que por ejemplo permanezca mucho tiempo lloviendo, por decir algo, unos 15 o 20 días cayendo agua, ahí aunque haya demasiada humedad de todos modos se tiene que aplicar un riego corto de unas 2 o 3 horas, para poder seguir aplicándole el fertilizante, ya que si se deja de nutrir por un periodo largo la planta comienza a manifestar problemas y deficiencias como el amarillamiento lo que al final disminuye el rendimiento”.

En síntesis, todos los maíces para su máxima expresión productiva dependen de una aportación óptima de agua, de una buena fertilización, pero también de un control temprano de malezas, así como de plagas y enfermedades, concepto respecto del cual el Señor García Sánchez señaló; “siempre debemos de tener en cuenta que sino combatimos eficientemente las principales alteraciones del cultivo, lo más seguro será una disminución en el rendimiento y por tal motivo una pérdida económica como productores, de ahí la importancia de implementar herramientas útiles de control, criterio por el que manejamos herbicidas e insecticidas que dan resultados aceptables en la protección del cultivo, logrando parcelas limpias, suprimiendo daños y competencias negativas, liberando con ello el poder máximo de las plantas”.

“La principal plaga en maíz, es el gusano cogollero, que cuando la milpa está chica se mete y comienza a masticarla, destruyéndola por lo que deja de crecer, siendo ese el momento precisó donde tiene uno que empezar a meter químicos para controlarlo. Después, en cuanto apenas puede uno entrar con el tractor, porque ya después no es posible dado que el tamaño de las plantas aumenta y las empieza uno a ladear o a quebrar, hay que hacer otra aplicación de insecticida para erradicar gusanos, esta la hacemos tenga o no tenga visiblemente al insecto, ya que la plaga siembre va estar ahí, ya sea en su etapa de palomilla, de huevecillos o de gusano, y en cada eclosión que se genera son cientos o miles de gusanos los que aparecen, y si no hace uno algo por controlarlos son capaces de acabarse completamente la milpa, se la comen, afortunadamente aquí no tenemos ese problema, porque, como comente, realizamos varias aplicaciones del insecticida por ingestión y contacto llamado Coragen, que brinda una protección a la planta de aproximadamente 40 días, es algo costoso, pero si es muy efectivo y práctico, ya que por ejemplo, aunque es algo también muy bueno para el control de la plaga, sobre todo porque es menos agresivo con el ambiente, las llamadas trampas alimenticias, requieren de más labores, porque son unos caldos que se elaboran con melaza y piña podrida, se fermentan y se colocan en los garrafones, pero lo que nos pasa es que como de repente hace mucho calor el líquido se evapora y hay que estar rellenando las trampas cada tercer día de perdido, y cuando hablamos de 10 hectáreas con 50 o 60 trampas se le hace a uno más difícil que hacer una aplicación con veneno, aunque si reconocemos que es mejor un manejo más biológico o natural pero si implica un poco de más trabajo, tiempo y precisión”.

“En la parte de las malezas, las controlamos con Convey que es un herbicida post-emergente selectivo al cultivo de maíz, que prácticamente deja la tierra libre o limpia de hierba por unos 3 o 4 meses, y para ese tiempo la milpa ya está grande por lo que el sombreado ya no deja que vuelva a salir, eso ayuda también mucho para no batallar a la hora de trillar. Se aplica al suelo rociándolo, y sella siempre y cuando este bien mojada la tierra, eso cuando la planta esta chica, aunque también se puede aplicar ya grande, pero que la hierba no este muy grande que sea pequeña aun, porque ya grande, ya no le hace nada; de esta manera, definitivamente son este tipo de fórmulas, las que nos ayudan a que antes de que nos ataque por completo alguna alteración, nuestra planta ya esté protegida con los activos, dado que con el simple hecho de que controlemos a la maleza antes de que se coma los nutrientes o el fertilizante que aplicamos al suelo, desde ahí ya estamos ganando kilos, o que limpiemos de gusanos antes de que se coman las hojas, igualmente desde ese momento ya vamos ganando”.

“Llegada la madurez fisiológica del cultivo cosechamos, este maíz lo vamos andar trillando aproximadamente después del día 20 de noviembre, dependiendo del clima y la humedad que aun tenga, porque a veces deja de llover y se seca más rápido el grano, pero cuando sigue lloviendo y aunque uno ya haya dejado de regar, el grano se mantiene fresco, oscilando así la humedad requerida por un maíz para desgranarlo entre el 13 y el 14% de humedad, de otra forma no es conveniente trillarlo, porque el grano en almacén con humedades altas, del 16% en adelante, se echa a perder, dicen que se foguea, se pudre, por ello el 14% de humedad es lo ideal para trillar, de esta forma, logrado dicho parámetro entra la maquina a levantar la cosecha, la cual en este caso por ser maíz amarillo se destina a la ganadería, precisamente se va al procesamiento y elaboración de alimento para pollos al Estado de Aguascalientes, y como se maneja a contrato, desgranamos e inmediatamente después entregamos la cosecha, mandando a traer los camiones que trasportaran el maíz a su destino, en ese momento termina nuestro trabajo como productores”.

Para finalizar, el Señor Roberto García agregó; “definitivamente para mejorar la eficiencia, tenemos que cambiar nuestra forma de trabajar, pero sobre todo nuestra forma de pensar y de actuar, no permanecer en lo tradicional y más viendo que el mundo se transforma por completo de un día a otro, por lo que uno tiene que estar a la vanguardia, según las posibilidades, reconociendo que a nosotros nos falta aún mucho por avanzar, porque a veces no hay los recursos económicos necesarios, pero poco a poco tiene uno que ir haciéndole la lucha a superarse, aprendiendo de los éxitos pero más de los fracasos para año con año poder ir perfeccionando nuestros sistemas de producción y obtener más con menos”.

Las desafiantes condiciones de la actualidad exigen una permanente búsqueda de soluciones basadas en una cordial ilación entre la experiencia y la tecnología, lo que permita sostener, fortalecer y potenciar la productividad y la competitividad.   

Salvador Juárez / El Despertar del Campo

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