Promesa de dinamismo y desarrollo productivo 3ª parte

“El cambio climático nos ha enseñado que si deseamos continuar produciendo, forzosamente tenemos que adaptarnos y evolucionar, dejando las prácticas tradicionales en el pasado, transformando con ello a la agricultura en una más moderna y eficiente”; así lo señaló Francisco Martin Guajardo Guajardo, sucesor de generaciones dedicas al campo, por lo que a su corta edad cuenta con una notable experiencia y destreza dentro del ramo productivo, quien en el pasado ciclo estableció una superficie de 4 hectáreas de ajo dentro del pozo llamado San Antonio en tierras conocidas como La Ropeña, próximas a la localidad de Chaparrosa, del municipio de Villa de Cos, Zacatecas.

“Una granizada, una sequía, lluvias excesivas u otros fenómenos ambientales adversos pueden llegar a ser devastadores para el cultivo, peligro constante por el que procuramos estar atentos, sobre todo a la hora de cosechar o enchufar el ajo, ya que este no se debe de mojar dado que si eso sucede se mancha o pierde el color, y un ajo sin color prácticamente pierde su valor en el mercado, donde se prefieren ajos que tengan color morado o jaspeado, entre más color tenga más rápido se vende, señalando que los ajos blancos en México son muy poco comerciales; por ello el cuidado máximo está a la hora de cosechar, tratando de prever que no vaya a llover, y en ese lapso después del enchufe hasta que se mochan que son aproximadamente 8 días los que se dejan en campo abierto para que se deshidraten naturalmente con la energía solar, de esa forma son esos 8 días un verdadero punto crítico en el que tenemos que poner toda la atención para que no se vayan a mojar dado que eso representa un gran riesgo para la calidad del producto, por ello en ocasiones si hay pronósticos de precipitaciones cuando el ajo esta engavillado se utilizan hules para taparlo, pero igual esto también es algo riesgoso porque al haber demasiada humedad y con las altas temperaturas que se presentan por lo general en esos días, con el hule se intensifica el calor por lo que los grados del ajo se disparan llegando haber casos donde las cabezas se funden o se pudren ocasionando serias mermas”.

“Además de los riesgos naturales, otra limitante son los precios de los productos en el campo, con años en los que la comercialización se pone muy difícil, por ejemplo, el año pasado el valor comercial del bulbo estuvo por los suelos, por lo que hubo quienes apenas y salieron con los gastos y hubimos quien ni a completar los costos alcanzamos, situación que se le atribuye más que nada a que había muchísima oferta de la hortaliza, y las plazas se saturaron llegándose a llenar las bodegas y los precios se empezaron a caer, por lo que a final de cuentas el producto se tuvo que vender muy barato en el mejor de los casos, porque en otros escenarios se tuvieron que tirar ya que simplemente no hubo mercado para el ajo, sobre todo para quienes guardaron esperando a que subiera, lo que ocasiono únicamente que se añejaran o hasta se pudrieran y el precio nunca subió”.

Para finalizar, el Ing. Guajardo agregó; “por ello la importancia de planear para producir, evitando con ello que se saturen las plazas, tratando de buscar soluciones que le den fluidez a los productos como la integración a nuevos y mejores mercados, porque, mercados internacionales para el ajo hay muchos, pero no es tan fácil exportarlo ya que se requiere de muchos tramites; por ello hay que encontrar más alternativas para tener a quien vender, ya que como se ha dicho, de repente los mercados nacionales completan y el ajo ya no tiene salida, recalcando que es un producto que no puede durar mucho en bodegas porque se empieza a pasar, en ese sentido otra opción que realmente nos vendría bien como productores, sería el apoyo en cuartos fríos, donde se pudiese guardar o conservar un poco más el ajo para siendo el caso esperar a que los mercados se destraben”.

“Creo que si como agricultores nos uniéramos y realizáramos acuerdos en base al intercambio de experiencias, podríamos organizarnos y planear mejor nuestras decisiones y acciones, en todos los aspectos desde cómo producir hasta cómo comercializar, lo que realmente sería muy bueno para todos”.

La cadena productiva de ajo se posiciona como un verdadero ejemplo de compromiso y laboriosidad, en la que interactúan con decisión y pasión cada uno de los eslabones que la conforman.

 

 

 

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