Delicia que da gusto al paladar
Uno de los dulces más sabroso y nutritivo es el llamado Ate de Membrillo, que, aunque no es propiamente típico de la cocina mexicana siendo originario de España, ha sido ampliamente adoptado por la gastronomía nacional dado sus importantes atributos, asimismo, es un producto tradicional en muchos países de Latinoamérica, como Argentina, Uruguay, Chile, entre otros, donde recibe diferentes nombres como machacado, codoñate, membrillate o carne de membrillo, sin embargo, solamente en México es conocido como Ate.
“Como su nombre lo dice, el dulce se elabora a base de membrillo, fruto que afortunadamente en nuestra región es abundante, razón por la cual nos decidimos a emprender en la fabricación y comercialización de este rico alimento, el cual a grandes rasgos se prepara cociendo la pulpa de membrillo con azúcar, obteniendo de ello un bloque de dulce que puede ser cortado para diferentes presentaciones”; así lo señaló Mayra Yadira Saldívar Huízar, creadora de Dulce Carga, dinámica e innovadora marca enfocada en la producción de ate de membrillo, con sede en la localidad de El Cargadero, perteneciente al municipio de Jerez, Zacatecas.
“Aunque pareciera ser simple, esta labor requiere de cierta dedicación y esfuerzo, ya que el proceso es algo largo y como prácticamente se hace de una forma artesanal, sin duda tiene su chiste y sus secretos. Por lo general, este procedimiento nos lleva dos días, donde lo primero es la recolección y lavado de la fruta, de ahí el cortado y el descorazonado, cuidando de hacer una excelente limpieza para que no lleve hojas u otras impurezas; posteriormente se sancocha, se cuece en un caso de cobre con agua hasta que alcance una consistencia blanda, el material obtenido se deja reposar hasta el día siguiente, para después ser triturado en molinos de piedra, utensilio tradicional empleado desde hace décadas y que hoy lo seguimos usando para dar ese toque totalmente natural”.
“Una vez molida, la pasta se mezcla con azúcar y se vuelve a cocer, aunque cabe señalar que esta segunda cocción es más larga ya que tiene que durar en exposición al fuego de 2 a 3 horas, para que se deshidrate muy bien y así pueda pasar sin problema a su estado sólido. Por ejemplo, cuando es temporada, entre julio y agosto, el dulce lo empaco en un tipo de bolsas que sellan al vacío, para una mejor conservación de sus propiedades, aunque también tenemos otras modalidades como las tradicionales adoberas grandes que hacemos de alrededor de 37 kilogramos, de ahí sacamos kilos cuadrados, medios kilos y cuartos, además una versión más novedosa que hemos desarrollado a través de la agregación al dulce de chile piquín, a lo que llamamos PicoAte, embolsado en pequeñas presentaciones, así como dispuesto en forma de paletas”.
Para concluir, Mayra Saldívar agregó; “su comercialización es local, en algunos mercados municipales, así como en plazas y eventos del ramo, de esta forma estamos en una constante búsqueda de un buen posicionamiento de nuestro producto, recalcando el hecho de que trabajamos duro para dar gusto al consumidor, esperando que todo lo que de nuestras manos sale sea de valor y aprecio para todos, bajo un sello natural y artesanal, orgullosamente zacatecano”.
Definitivamente los productos artesanales van cargados de un alto valor cultural y a diferencia de las producciones en masa, estas piezas son únicas y por lo general de mayor calidad; en ese sentido, hoy la artesanía se proyecta como una solución productiva y económicamente rentable, que no solo ayuda a la comunidad donde se desarrolla, sino que también aporta al mundo entero, de ahí la necesidad de consumir lo que se produce en nuestro entorno próximo.