Ideología a favor de una regeneración agrícola sustentable
Retornar al origen, no implica un retroceso en el desarrollo de las personas, por el contrario, si se tiene la idea de traer consigo el avance para mejorar las condiciones en las que la tierra natal se dejó, en automático se convierte en un complemento revolucionario, en aras de sacar a flote todo el potencial inactivo.
Así, la época estudiantil terminó, y para el ya Ingeniero José María Llamas Caballero, se convirtió en el momento idóneo para regresar a Zacatecas, a pesar, de las numerosas propuestas de alto rango que atrajo, dado su destacado currículum forjado en el trabajo duro y los buenos resultados, las cuales a final de cuentas terminó desistiendo. La meta en su mente era clara, usar su experiencia y conocimiento adquirido para cambiar la forma de trabajo con la que se manejaba el sector agrícola.
Ya en el estado, entraría a trabajar en la Fundación Mexicana para el Desarrollo Rural, donde aportaría en varios proyectos dando asesoría a productores. De esa etapa recuerda con cariño a las personas que apoyó, siendo testigo de su crecimiento; “estaba convencido de que el pequeño agricultor se puede convertir en un gran empresario”.
A la edad de 21 años encuentra a su pareja sentimental, de esta forma, contrae matrimonio con Sayra Sonia Sabag Gurrola, oriunda de Jerez, Zacatecas, con quien procrearía a su único hijo. Poco después de su boda, ambos, se trasladan a Austin, Texas, donde residen una temporada para realizar una especialidad. Para el Ingeniero Llamas, la familia ya era uno de los pilares de su vida, símbolo de satisfacción y orgullo.
Su mérito académico y laboral, no le bastaron, y a pesar de siempre dar lo mejor de sí, la semilla del emprendimiento quedo sembrada en su mente y germinó al punto de crear la necesidad de formar su propio negocio; así, consciente del enorme trabajo que conlleva levantar un patrimonio desde los cimientos, formula un plan estratégico el cual apuesta a la obtención de resultados positivos, comenzando con la renta de tierras para producir, hasta que con el paso del tiempo, una correcta administración y la obtención de buenas cosechas, le brindan la posibilidad de conformar su propia empresa agropecuaria, consolidada hoy en la figura de su Rancho llamado DAZJO (Desarrollo Agropecuario Zacatecas La Joya), actualmente enfocado a la cría, engorda, comercialización y exportación de ganado ovino, tanto en pie como en canal o en cortes, así como a la producción y transformación de bienes derivados de la actividad agrícola, situado en la localidad de Cieneguillas, Zacatecas, lo cual, sin duda, representa un paso decisivo para el pleno desarrollo de su vida.
Sin embargo, cual temporal que entrevera abundantes aguaceros con áridas sequías, los riesgos y desafíos siempre han estado latentes, como la debacle económica mexicana del año 1994 que significó para él un duro golpe en su calidad de agroemprendedor; tiempos agobiantes en los que desafortunadamente veía comprometido su patrimonio a causa de créditos bancarios que se tornaron sumamente agresivos como consecuencia de dicha devaluación. Ante tal escenario, comprendiendo que las instituciones de la banca difícilmente le darían la mano, acertadamente optó por aliarse con otros productores del gremio que afrontaban la misma situación, bajo la intención de formar una línea de defensa a favor de sus tierras, y buscar la mejor manera posible de salvaguardar aquello que con tanto esfuerzo se había construido; de ese vínculo de intereses agrarios se constituyó la Unión de Productores Agropecuarios de Zacatecas, la cual congregó en sus filas a más de 200 miembros activos, quienes a capa y espada lucharon para evitar perder sus propiedades, meta que después de algunos años de persistencia y tesón se logró alcanzar.
Retos que ha superado, sostenido por su pasión y gratitud al campo, que lo mantienen de pie ante la gran batalla que implica la evolución hacia un sector productivo más moderno y competitivo, convencido del valor y capacidad del productor zacatecano; “hay muchas oportunidades en nuestro estado, y aunque podemos reconocer que somos muy buenos en muchos cultivos, no precisamente somos los mejores agricultores, pero definitivamente con empeño, empatía y apertura podríamos llegar a serlo, y no solo en lo que sembramos, sino además sobresalientes en la manera en cómo lo hacemos, llegando así a producir de forma sustentable”, reflexiona.
Es justo está concepción de sustentabilidad, avalada por su vasta preparación y experiencia, con la que intenta establecer un parteaguas en la producción estatal, posicionándola como signo y prueba de su compromiso para con su tierra y su entorno social, económico y ambiental.
También, con el transcurso del tiempo ha logrado conformar otro negocio, “La Cabaña del Borrego”, restaurante que en la actualidad maneja su hijo. Pero más que un nuevo negocio, se emplaza como un legado, testimonio del alma emprendedora que siempre lo definirá.
Asimismo, cabe destacar parte de su valiosa trayectoria como funcionario dentro del servicio público, comenzando en el 2005 durante el gobierno del presidente Vicente Fox, donde se postuló dentro de la convocatoria para ser Subdelegado de Planeación y Desarrollo Rural de la hoy extinta Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA) Delegación Zacatecas, obteniendo el triunfo entre más de 500 perfiles de alto rango académico que aplicaron para el cargo; y desde ese momento, hace 15 años ya, se mantiene feliz y satisfecho, por el apoyo que le ha sido posible brindar al sector desde su puesto, pasando a ser actualmente el Encargado del Despacho de la Representación de la SADER (Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural) en el Estado de Zacatecas, desde el 25 de marzo del 2019.
Lamentablemente, esa inquietud e ímpetu por desenvolverse oportunamente en varios ámbitos de desempeño, le terminan cobrando la factura. De esta forma, es un problema cardiaco, el que lo obliga a bajar el ritmo de trabajo, no obstante, su entrega en el quehacer diario dentro del campo, donde se ha desempeñado por más de 30 años, sigue siendo la misma, con la esperanza de que su obra inspire a una nueva generación de guardianes de la tierra que amen y cuiden del verdor y fertilidad del suelo como el mismo lo ha hecho en su vida; “hay que respetar nuestra vocación, y hay que luchar por ella… no es necesario ser hijo de agricultor, si lo eres, que bueno, facilita las cosas, pero si no, también se puede, sin alejarnos de la naturaleza, manteniéndonos en contacto permanente con ella, finalmente de ahí somos, de ahí venimos”.
Así, con toda una historia de superación personal detrás, el Ingeniero José María Llamas Caballero ha visto los buenos tiempos y sobrepasado las malas rachas; consciente de que su espíritu y temple le han sacado adelante en los escenarios donde un hombre común hubiera sucumbido a los pesares. Por ello, se sigue levantando cada mañana, con la mirada al frente y el campo en el corazón, fiel a ese cariño que lo tentó de joven y que se mantiene tan puro y fresco como la primera vez.
“El campo es tierra fértil, agua limpia. El campo es vida, así lo tenemos que valorar, ese patrimonio que no es del campesino, es del mundo, de las futuras generaciones… tenemos que entender que la mayor riqueza del hombre en esta vida no es el oro ni el dinero, es el suelo fértil que nos va a permitir comer y vivir; podemos dejar de utilizar la tecnología, pero nunca dejar de comer”.
Su pasión y gratitud al campo, lo mantienen de pie ante la gran batalla que implica la evolución hacia un sector productivo más moderno y competitivo.
Bryan Pichardo Gallegos / El Despertar del Campo