JULIO 2020

En el actual capitalismo, se es testigo de importantes avances en la ciencia y la tecnología. La globalización se extiende, anexando cada vez más espacios del mundo, al mismo tiempo, la pobreza se profundiza, con poblaciones que padecen hambre y están desnutridas; las condiciones medioambientales y sanitarias están en crisis y la desigualdad social es más difícil de superar entre países y entre los propios habitantes que los integran, en general, estos constituyen los desafíos más importantes que se presentan hoy para el desarrollo.

El empleo de paquetes tecnológicos modernos, en el contexto de la presente crisis detonada, se ha visto limitado por cuestiones económicas, como el constante aumento en los precios de los insumos (semillas, energéticos, plásticos, agroquímicos, etc.), más los altos costos del petróleo que afectan a la producción de fertilizantes químicos y de combustibles, aunado al aumento de la demanda mundial de alimentos, los cambios en patrones de consumo y la especulación en los mercados financieros, además de agregar los costos ambientales y sociales.

Por otra parte, el gran crecimiento poblacional sumado a la intensificación de la urbanización e industrialización, es un fenómeno global que ocurre sobre todo en los países menos desarrollados; la migración de los campesinos a las ciudades y la escasez de empleo propicia el aumento en los niveles de carestía urbana y, por lo tanto, de la malnutrición e inseguridad alimentaria. Esta situación la deben enfrentar los países abordando varios aspectos, entre ellos, el impulso a la producción y abasto de alimentos para el mercado interno, en ese sentido, diversas instituciones han propuesto el desarrollo de la agricultura urbana, incluidas lo que llaman la agricultura familiar, como opción para mitigar el grave problema de la inseguridad alimentaria; actualmente, se estima que del 15 al 20% de la producción mundial de alimentos es producida por la agricultura urbana, pero, aunque esta parece ser una opción muy prometedora, en la práctica también deben de considerarse los problemas de contaminación ambiental de las ciudades, lo que puede repercutir en la calidad del producto agrícola urbano y representar un riesgo sanitario, por ello, la FAO, ha propuesto políticas para prevenir la contaminación de los alimentos en todas las etapas del proceso de producción y, de esta manera, asegurar el abastecimiento de productos de buena calidad.

Asimismo, en el plano nacional, se requiere de una estrategia que conjunte la seguridad alimentaria con estímulos para alcanzar la autosuficiencia, con cuidado del medio ambiente, incorporando políticas apoyadas en la soberanía alimentaria, para incluir la producción campesina, sistemas alimentarios locales y cuestiones culturales; esto significa el aprovechamiento de los recursos genéticos y las potencialidades en conocimientos.

De nueva cuenta agradecemos su atención, y lo invitamos para que nos comparta sus comentarios, tratando con ello de crear un vínculo dinámico, mediante el cual se promueva una mayor pasión por el campo y sus valores.

El Despertar del Campo, La Nueva Visión Del Agro…

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