Contrastes agroalimentarios

Generalmente, la producción agrícola va de la mano con la disminución de las aguas subterráneas; adicionalmente, las alternativas bioenergéticas han generado una competencia por recursos similares a los de la agricultura, por lo que es necesario desarrollar mecanismos sostenibles de producción.

En el caso de México, hay cultivos intensivos en tecnología, cuya producción no se está maximizando precisamente por falta de herramientas adecuadas. Por otro lado, las prácticas sostenibles, como la agricultura de conservación y la agricultura climáticamente inteligente, proporcionarían nuevos métodos para incrementar la productividad e impulsar la innovación.

Además, se tiene que entender que existen dos grandes grupos de productores: aquellos a gran escala que compiten tanto nacional como internacionalmente y cuya productividad es relativamente alta, y los que producen para autoconsumo y mercados locales. Es necesario encontrar mecanismos que incorporen a estos últimos a las cadenas de valor en sus respectivos cultivos.

Las crecientes tasas de urbanización en la mayoría de los países en desarrollo han implicado retos relevantes en el procesamiento, el transporte, el almacenamiento y la distribución de los alimentos. Esto implica que las cadenas de valor tengan que estar mejor integradas y genera retos importantes a los pequeños productores, quienes tienden a carecer de capital y conocimientos para integrarse eficazmente. La producción más intensiva de alimentos también ha generado presiones ambientales.

La contribución de la agricultura al PIB, así como a las estadísticas de empleo, ha disminuido en prácticamente todos los países. Una mayor migración de jóvenes del campo a las ciudades ha generado una sobreoferta de mano de obra poco calificada en las ciudades y una escasez en el campo.

Por otra parte, el número de plagas y enfermedades que ponen en riesgo la seguridad alimentaria ha aumentado considerablemente. El cambio climático ha acentuado la distribución de estas plagas, así como el riesgo potencial que significan para animales y plantas. Existe un gran reto, tanto tecnológico como regulatorio, para minimizar el impacto negativo que estas plagas y enfermedades pueden causar en las cadenas agroalimentarias tanto en México como en el mundo.

Otro duro contraste es que se calcula que aproximadamente un tercio de los alimentos producidos en el mundo se desperdicia en algún eslabón de la cadena alimentaria. Modernizar la infraestructura, sustituir tecnologías obsoletas, así como invertir en nuevas formas de producción, podrían minimizar dichas pérdidas.

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El Despertar del Campo, La Nueva Visión Del Agro…

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