Fecundas raíces del campo
Sin duda el ajo mexicano es de gran calidad, reconocida a nivel mundial, representando así un importante producto del campo, icono de laboriosidad y dinamismo productivo, destacando sobre todo suelos zacatecanos, donde se cuenta con una gran tradición en el cultivo de esta hortaliza, posicionando así a la entidad en el liderato nacional, aportando una significativa derrama de recursos tanto por el valor comercial del bulbo, así como por la cantidad de mano de obra que se requiere para su cultivo, cosecha y empaque, transformándolo en un cultivo emblemático, lo que a la vez lo ha llevado a mayores niveles de especialización tanto en técnicas y sistemas de producción así como en los procesos de recolección, selección, valor agregado y comercialización.
“No obstante de los serios contrastes que el sector productivo marca en la actualidad y los grandes desafíos que impone, también se pueden ver significativos avances en el concepto del cultivo de ajo, sobre todo gracias al desarrollo y adopción de la tecnología lo que ha transformado al ramo en uno más eficiente, aunque debemos de reconocer y recalcar que el constante incremento en los costos de producción se ha tornado en una grave limitante, dado que el valor comercial de los insumos mantiene una marcada tendencia ascendente, lo que convierte a la agricultura en una actividad económica demandante de altas inversiones y con ello acreedora de grandes riesgos”; así lo compartió acertadamente José Luis Muro Rodarte, agricultor por vocación y tradición familiar, sucesor de generaciones dedicas al campo, involucrado en tareas agrícolas desde niño, por lo que cuenta con una notable capacidad y experiencia dentro del ramo productivo, manejando diferentes cultivos entre ellos el ajo, del cual estableció y cosechó para el reciente ciclo agrícola una superficie de 7 hectáreas dentro de la unidad de producción llamada Rancho El Tanque, situado en suelos pertenecientes al municipio de Calera, Zacatecas, y distribuidos bajo el sello de su marca comercial denominada Loma Bonita Productos Agrícolas.
“Si realizáramos una comparación con décadas pasadas a hoy en día, donde las variedades o genética del ajo ha ido mejorando y la cantidad de plantas por hectárea se ha ido incrementado, la diferencia sería bastante grande, más aún si observamos los avances en herramientas como maquinaria y equipo, cuidado y nutrición vegetal, además de sistemas de riego de mayor precisión como el goteo que controlan y equilibran mejor la humedad, lo que sin duda ha cambiado las perspectivas productivas”.
“En nuestro caso, ya tenemos alrededor de 20 años trabajando con semilla de ajo del tipo jaspeado zacatecano, muy bien adaptada al clima de esta región, la cual hemos ido catalogando de acuerdo a nuestra propia experiencia, y cada productor se ha encargado de irla manejando para mejorarla, sembrándola conforme a sus necesidades y requerimientos, por lo que hay quienes establecen el cultivo en agosto otros en septiembre, así dependiendo de la fecha de siembra puede ser que la cosecha se adelante o se atrase, con ello cada agricultor lo ha ido haciendo o más precoz o más tardío. Definitivamente obtener semilla de buena calidad conlleva todo un proceso; nosotros primero cosechamos y después seleccionamos por tamaño, y vamos desechando todo lo que consideramos que es ajo degenerado”.
“Los ajos que tenemos en está parcela nosotros los nombramos ajos inducidos, esto a grandes rasgos quiere decir que los ajos normales de 8 meses los metemos a un refrigerador industrial y les inyectamos frío, adelantándoles así algo de las horas frío que necesitaran en campo, por lo que el cultivo se da en menos tiempo, los hacemos más precoces mediante la inducción de bajas temperaturas. Con este tipo de ajos, nosotros podemos llegar a esperar rendimientos de las 10 a las 12 toneladas por hectárea, cuando en ajos de ciclo normal, a los que no se les aplicó frío, podemos alcanzar de 15 hasta las 20 toneladas por hectárea, siendo así la principal ventaja de los ajos inducidos su precocidad, ya que al salir con anticipación de cierta forma nos ayudan de alguna manera a obtener recursos económicos con mayor rapidez, y con ello poder afrontar los costos que el ajo de ciclo normal nos genera”.
“El sistema productivo que implementamos es en camas de 1.80 metros con 6 hilos de plantas, triple cintilla, una en medio de cada 2 hilos, buscando realizar un riego más efectivo y que todo sea abastecido homogéneamente evitando con ello cualquier tipo de desperdicio; con tal diseño alcanzamos una densidad de población de aproximadamente 300 a 400 mil plantas por hectárea, la cual, aunque hasta cierto punto es alta, nos permite una buena aireación u oxigenación y da el espacio apropiado para que el bulbo se desarrolle uniformemente”.
“Actualmente la distorsión generada por el clima, por un lado nos muestra su cara dura con grandes adversidades, pero por el otro, al menos en esta región y hasta el día de hoy, nos da la condiciones agroambientales aptas para un desarrollo fisiológico favorable del cultivo, con bajas temperaturas en invierno que aportan la suficiente cantidad de horas frío requeridas, que aunadas a la duración del día (horas luz) ayudan al correcto llenado del bulbo, así como también la presencia de grados cálidos, al llegar la primavera, los cuales promueven un mayor auge vegetativo lo que incide directamente en el estímulo de los procesos fotosintéticos indispensables para el crecimiento y desempeño de las plantas, lo que a final de cuentas nos da mejor calidad y rendimiento; aunque últimamente, por cuestión del cambio climático se han presentado años en los que no ha hecho tanto frío, afectando así considerablemente el desempeño del cultivo al no poder completar correctamente su ciclo”.
“Para comenzar a sembrar ajos, lo primero que hacemos es buscar un terreno en el que no se haya establecido ya con anterioridad este cultivo o cebollas, o que por lo menos tenga ya más de 10 años de haberse sembrado, tratando de evitar con ello problemas con enfermedades rompiendo su propagación por medio de la rotación de suelos, siendo que estas 2 especies al ser de la misma familia demandan para su crecimiento de bastante agua, humedades altas que hasta cierto punto son el detonante para la difusión de diversos patógenos, por lo que si repitiéramos el cultivo en las mismas tierras, sería muy probable que proliferaran con rapidez plagas y enfermedades, tales como la pudrición blanca causada por el hongo llamado Sclerotium cepivorum, la cual representa una de las mayores preocupaciones para el productor de ajo ya que puede llegar a terminar con el cultivo, cuya principal característica es la generación de pequeñas esferas negras llamadas esclerocios sobre la superficie de los bulbos que los afecta severamente y puede llegar a ocasionar la muerte de las plantas, las cuales poco a poco empiezan a tomar un color amarillento, avanzando y extendiéndose hasta que comenzamos a notar una mancha circular en el cultivo que termina por secarse, haciendo de esta afección un enemigo sumamente agresivo, por lo que es de gran importancia apegarnos a la idea o práctica de la rotación de cultivos, sin repetirlos en el mismo lugar, lo que de cierta forma rompe el ciclo de vida de este y otros patógenos, manteniendo con ello sus poblaciones en un límite tolerable; aunado a ello, durante diferentes momentos del ciclo productivo, tratamos de realizar aplicaciones con diferentes productos químicos que nos ayudan a prevenir el problema”.
“Si son tierras nuevas y es la primera vez que se siembra ajo damos algunas cultivadas, pero si son suelos en los que ya se han establecido ajos o cebollas, aunque ya haya sido años atrás, optamos por no cultivar, dado que al momento de pasar con el implemento movemos la tierra y eso estimula a que se prenda o se active la pudrición blanca, además de que con los mismos fierros podemos irla diseminando por todo el campo, y sino la teníamos en cierta parte después ahí nos aparece, por lo que preferimos mejor ni moverle si son tierras con varios ciclos de cultivo, como es el caso de estos ajos que así han estado desde que iniciaron el ciclo ya que no metimos ninguna cultivada”.
“Como el ajo es un cultivo muy intensivo, donde las cantidades de fertilizante que se aplican son altas, y realmente esta planta no absorbe el 100% de lo que se suministra, quedando así bastantes nutrientes en el suelo, muchos agricultores optan por plantar chile después de sacar los ajos u otros cultivos como maíz, frijol, cebada, trigo y avena, tratando de aprovechar con ello los residuos del fertilizante aplicado en los ajos, e incluso hay quien dice que todavía queda hasta para un tercer ciclo, pero esto ya es cuestión del criterio de cada productor”.
“Una vez que elegimos el terreno donde estableceremos el cultivo de ajo, damos paso a la labranza del mismo, barbechamos, volteamos, metemos la rastra, después emparejamos y comenzamos a marcar, enseguida fertilizamos e iniciamos a colocar la cintilla para el riego por goteo; ya que esta listo y marcado el terreno, entran los trabajadores a sembrar de forma manual que es el método que consideramos de mayor exactitud, dado que el diente tiene que ir bien sentado, lo que quiere decir que la parte de abajo va clavada en la tierra para que el enraizamiento sea el correcto, de lo contrario tarda más en acomodarse por lo que su germinación es más lenta”.
“Ya que está sembrado el diente de ajo metemos una cultivadora que va tapándolo, y una vez que se encuentra cubierto comenzamos a regar. Lo que es el plan de fertirrigación comienza desde que aplicamos el primer riego, con la intención de promover un buen desempeño de la planta desde el principio hasta el fin”.
“La nutrición del ajo depende de muchas variables, sobre todo de los requerimientos naturales de las plantas y de la cantidad de elementos que contiene el suelo, en base a ello es como se programa el fertirriego, partiendo pues de lo que realmente demanda el cultivo como lo son componentes minerales básicos, nitrógeno, fósforo y potasio (NPK), además de los microelementos que también son de gran importancia, siendo la cantidad la que varía de acuerdo a un sinfín de condiciones, como el estado del suelo y la planta, el ambiente, temperatura, humedad, etcétera, por lo que definitivamente el plan nutrimental es muy flexible, y ciertamente para el manejo del ajo no existe una receta exacta, ya que, como todo en la agricultura, depende de una gran cantidad de factores, sobre los cuales el productor debe de tener conocimiento, y estar constantemente observándolos y midiéndolos como fundamento de una acertada toma de decisiones. Aquí cabe recalcar, que nosotros, primero que nada, realizamos una fertilización de fondo, la cual consideramos de suma importancia dándole hasta más del 50% del éxito de la producción”.
“De igual forma, el manejo adecuado del agua y la determinación de cada riego obedecen a múltiples variantes, definido principalmente en base a las necesidades reales de la planta y a las condiciones ambientales presentes, reconociendo que el cultivo del ajo es uno de los que mayor cantidad de agua demandan sobre todo en su etapa final de desarrollo. Al principio del cultivo nosotros aplicamos riegos fuertes, ya que ocupamos de que el ajo germine sin problemas; ya que germina y alcanza una altura de 10 a 15 centímetros, comenzamos a disminuir los riegos, y si consideramos ajos de un ciclo de 8 meses, a partir del séptimo mes empezamos a intensificar el riego, lo que quiere decir que metemos más horas y con mayor frecuencia, pueden ser 2 o 3 veces por semana o hasta más dependiendo del clima, siendo que en los meses de abril y mayo, cuando hace más calor, la radiación se incrementa lo que a su vez eleva la evapotranspiración, por lo que naturalmente el consumo de agua por parte de las plantas también se dispara”.
Llegada la madurez fisiológica del cultivo se da inicio con lo que es el proceso de cosecha, respecto de lo cual el Señor José Luis señaló; “para entrar a cosechar lo primero es orear la tierra, buscando que esté en su punto, ni tan mojada ni tan seca, para que pueda entrar con facilidad la cuchilla, la cual se coloca en la parte posterior del tractor atada a 2 timones, y lo que hace es que pasa por debajo aflojando la tierra junto con los ajos de forma tal que lo deja prácticamente suelto para que así puedan entrar los trabajadores a levantarlo de una menara rápida y sencilla, le dan una leve sacudida y lo van apilando de modo que el follaje vaya tapando las cabezas de ajo de atrás, lo que comúnmente llamamos como engavillado o enchufe, así lo dejamos durante unos 4 a 5 días hasta que el follaje se seque, después, ya que se deshidrato vuelve a entrar la gente para realizar el proceso conocido como mochar, que es irle cortando al ajo raíz y tallo para dejar las puras cabezas las cuales posteriormente se van depositando en cajas para así ser transportadas del campo al tejaban donde se dejan orear cierto tiempo ya que lo que se pretende es bajar la humedad, de ahí pasa al área de empacado, donde se va corriendo sobre una seleccionadora o corredora mecánica que lo va transportando a través de bandas y diferentes tipos de cribas, con personal encargado de irle afinando detalles a las cabezas de ajo, retirando impurezas, quitándole cascara o bien retirando raíz o tallo excedente y desechando ajos que no son de calidad, pasando luego sobre cribas que lo van apartando o separando por tamaños para de esa forma ser depositado por último en las cajas donde irá el ajo numerado de acuerdo a las medidas del bulbo, cabe indicar que toda nuestra producción de ajo se destina para su comercialización dentro del mercado nacional”.
Para finalizar, el Señor Muro Rodarte agregó; “como agricultores cada año nos encontramos ante nuevos retos y grandes riesgos, los que lograremos superar siempre y cuando mantengamos una actitud positiva y dinámica para seguir avanzando, apoyándonos sobre todo en el uso de la tecnología y en la apertura de nuestra ideología al cambio generado por el movimiento en los límites del conocimiento, situación que a grandes rasgos nos permita comprender mejor la interacción generada entre las plantas y las diferentes condiciones de su entorno, logrando así mayores niveles de eficiencia agrícola produciendo más con menos”.
Espera la 2ª parte de este valioso reportaje productivo, en próximas ediciones…
Salvador Juárez / El Despertar del Campo