Producción y conservación de semilla de ajo

“Sin duda el agricultor puede producir su propia semilla, seleccionando y escogiendo los mejores bulbos, con el mejor diente, sin malformaciones o defectos, sano, y así conservarlo y sembrarlo en un lote separado, para poder posteriormente multiplicarlo dentro del campo, por lo que para obtener semilla propia de alta calidad no hace falta traer variedades de otros lugares, sino tratar más bien de mejorar las que tenemos”; así lo señaló Silvina Lanzavechia, investigador del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) de Argentina.

“En Argentina el mejoramiento genético en ajo comenzó con el aumento de la producción comercial; había ajo, pero no estaban las variedades identificadas, por lo que no se sabia a ciencia cierta ni el momento óptimo de cosecha ni de siembra. Entonces empezamos a identificar y a ver cuántos tipos comerciales de ajos había; uno de los propósitos era poder ampliar el periodo de cosecha, ya que esta se concentraba en muy poco tiempo, de una semana a quince días para el ajo blanco y quince días para el colorado, por lo que, si se maneja una superficie sembrada de ajo de 16 mil hectáreas, la mano de obra que se requería para cosechar era demasiado grande, por lo que el objetivo como lo menciono fue poder ampliar las fechas de cosecha”.

“En base a ello logramos identificar bien los diferentes tipos comerciales de ajo que se cultivan en Argentina, que son 6, los morados, blancos tempranos, blancos californianos, violeta tipo francés, colorados y castaños que son los últimos que se cosechan, de ahí derivan 19 variedades distintas, amplio abanico de posibilidades para poder trabajar, con lo que se incrementó el rendimiento de un 30 a 50%, pero sobre todo se consiguieron cosechas escalonadas, extendiendo así la temporada marcando una época o fecha óptima de cosecha, lo que para nosotros representó un logro muy grande, ya que pasamos de 15 a 50 días de cosecha, desconcentrando así la presión de trabajo en un periodo muy corto, con lo que se posibilita una mayor eficiencia de los recursos, ya sea en mano de obra o maquinaria, así como capacidades de almacenamiento, entre otros”.

“Para llegar a tener una variedad nosotros tenemos que conocer bien la especie que manejamos, y el ajo es una especie que no florece comúnmente y cuando lo hace manda algo que conocemos como bulbillos aéreos; las flores normalmente abortan, siendo capaces de producir polen, pero es muy difícil hacer un cruzamiento al momento que produce el polen esa flor. Entonces la opción que tenemos de selección es por medio de los dientes a través de una reproducción agámica, y para llegar a eso nosotros teníamos que identificar las variedades, empezando con la presión de poblaciones mejoradas y así en una selección, o la otra metodología que teníamos es obtener clones a través de selección individual, cualquiera de las dos nos daba el resultado final que era conseguir una variedad o una población más homogénea, poderla identificar en los tiempos y saber de lo que estamos hablando, conociendo cuáles son las características de cada uno de los bulbos que tenemos en campo”.

“Para ello partimos básicamente de una población heterogénea donde hay una variabilidad genética interesante, entonces podemos hacer la selección masal o selección individual, ambas pueden hacerse en campo y lo puede realizar cualquier persona. Una vez que tenemos una selección masal, donde cuidamos los bulbos, viendo que sean parecidos con características de nuestro interés, podemos pasar a una población mejorada, también podemos volver y hacer una selección individual o continuar y tener material experimental de distintos ambientes y obtener un cultivar comercial con nombre y apellido”.

Para finalizar, Silvina Lanzavechia añadió; “para conservar apropiadamente la semilla de ajo tenemos que mantenerla bajo condiciones de frío, a una temperatura de entre los 15 y los 17 grados centígrados, así cuando despierta lo hará parejo teniendo una mejor emergencia en el campo, la otra seria producir el ajo en zonas más frías para posteriormente pasarlo a regiones más cálidas, lo que lo desestresaría, por lo que quizá si en México se hiciese esto no haría falta traer la semilla de China”.

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