Cronista de un municipio, legado de historia y pasión
Aquel que recuerda, nunca olvida; y aquel que se enamora de su pasado, siempre vela por el buen andar de este hacia el futuro. Ese es un concepto que Arnoldo Villaseñor comprendió a la perfección cuando quedó prendado en las longevas redes de la historia; redes que no todos ven y menos aprenden a apreciar, redes que huelen a libros viejos, a hojas secas y nostalgia.
Pero Roma no se construyó en un día y el forjar una pasión no se hace de la noche a la mañana. Su padre, figura clave de su admiración, ha fallecido; y sobre él recae ahora el negocio familiar.
Dos años después de su pérdida, en el 2007, contrae matrimonio a la edad de 35 años. Relación de la que tendría cuatro hijos, criados en la misma brecha donde él mismo se forjó.
Y mientras trata de mantener el legado familiar a flote, resuena en su conciencia una de las últimas peticiones salidas del aliento de su padre ante la apretada situación económica que se avecinaba, fruto de los gastos médicos por su enfermedad, y que hasta entonces ha derivado en una promesa tan viva como el recuerdo mismo de su progenitor: “Vende todo… menos La Leona”.
Frase sencilla, cuyo significado deja en claro el cariño sentimental que siempre estuvo vinculado con ese lugar. Y no es para menos, la propiedad ha sido testigo de generaciones y generaciones de emociones, anécdotas e historias cuyas huellas aún resuenan entre sus paredes, como los ecos de épocas pasadas cuyas vidas no se desvanecen como las gotas en el mar, sino que permanecen, impregnando aquel lugar con un aura mística de recuerdos en la más pura tradición sobrenatural; como fantasmas caminando ente los pastizales. Reviviendo, retornando, recordando.
Ese halo especial de naturaleza mezclado con la historia, y en un deseo de preservar lo que su padre legó con la idea de que todos conocieran y fueran partícipes de aquello; terminó por inscribir el sitio en la convocatoria de monumentos para su catalogación. Involucrándose, así, en una investigación profunda que derivaría en un amor intrínseco por la vena histórica que siempre mantuvo, pero a la cual nunca ofreció la suficiente atención hasta ese momento.
La entrega personal y el valor natural del histórico lugar, le valieron la declaratoria por parte de la Junta de Monumentos, quién la mandó a la legislatura para ser llamada Monumento Histórico Aislado, y Patrimonio Cultural y Natural de Zacatecas.
El hecho colocó a Calera como uno de los 10 municipios con declaratoria de este tipo en todo el Estado. Dejando en él una gran satisfacción y manteniendo más vivo que nunca aquel anhelo de su difunto padre de difundir ese valioso acervo histórico heredado a través de generaciones.
A raíz de esa travesía, aprendió a ver con nueva mirada los monumentos históricos, y el proyecto de Estancia La Leona aró el camino previo al deseo de ser cronista. Senda que recorrería con paciencia y sin perder de vista el horizonte.
Y como la marea que no cede ante el roce de la roca, desgastándola con el tiempo, se mantendría en constante formación y promoción de aquel mágico lugar; hasta el día en que fue designado como cronista del municipio de Calera en una sesión itinerante de cabildo desarrollada bajo el inmejorable escenario que representa la propia Estancia La Leona, atrayendo así miradas de gran interés por su actividad y dedicación en el proyecto, y lo que pretendía lograr con él. Llegando de esta forma a su tan anhelado nombramiento el 17 de diciembre del año 2020; tomando protesta en el mismo sitio que lo llevó a alcanzar ese tan honorable cargo, convirtiéndose así, en el segundo cronista que dicho municipio ha tenido.
“Es aportarle algo positivo a Calera, el cronista es la imagen del municipio” declara.
Y con nombramiento en mano, es consciente de la responsabilidad que sobre él recae y sin perder momento alguno, aprovecha la situación para ser un fuerte promotor de su tierra. Impulsando el siempre atractivo concepto de “turismo rural”, creando experiencias con la naturaleza, interacción y buenos momentos. Todo dentro de una ruta entre ranchos que apoyen a complementar la “verdadera experiencia del campo”.
La inmensidad del cielo nocturno, las visiones místicas de la luna y las estrellas a campo abierto; el sonido de los animales y el susurro del viento entre las tierras lejanas. La paz y la tranquilidad que solo el páramo natural es capaz de lograr, una conexión mental tan pura y sublime con la tierra que suele perderse entre el asfalto y los fríos muros de un entorno citadino y cotidiano.
Ese es el legado que Arnoldo Villaseñor pretende dejar a su progenie y fomentar en su entorno social; un amor y cariño no solo al campo, sino también a la historia misma que envuelve a estos espacios extraordinarios por medio de la experiencia propia en el lugar: “Todo esto lo hago para que el día de mañana, a mis hijos cuando quieran vender, les duela”. Pero no pretende simbolizar ataduras, sabe que ellos son dueños de su propio destino, y él, como padre, está listo para apoyarlos.
Hoy día se dedica de lleno a su amor por el oficio, teniendo como meta el publicar un libro al año para mantener actualizado el legado del municipio: “Es una responsabilidad muy grande (el ser cronista), representar a Calera ante el país y ante el mundo… me siento contento, el cronista da a conocer el patrimonio que muchas veces se está empolvando. Difundirlo y saberlo transmitir”.
¿Y su reflexión sobre La Leona? Aquella tierra que marcara el inicio de su situación presente: “Ya representaba mucho, con todo esto del nombramiento, ahora es todo un tesoro”.
Pero su viaje no termina en este punto, pues la buena fortuna le hace merecedor de tener la oportunidad de presentar dicho tesoro más allá de las fronteras mexicanas, realizando un significativo viaje a la Madre Patria donde expondrá las riquezas materiales e inmateriales que aún permean en la antaño Nueva España, y que han sobrevivido épocas y siglos de vivencias, pero con espacio suficiente para guardar un par de historias más.
Espera la 3ª y última parte de esta fascinante historia, en próximas ediciones…
Gráfico1: La Leona ha sido testigo de generaciones y generaciones de emociones, anécdotas e historias cuyas huellas resuenan en sus paredes, como ecos de épocas pasadas cuyas vidas no se desvanecen como las gotas en el mar, sino que permanecen, impregnando aquel lugar con un aura mística de recuerdos en la más pura tradición sobrenatural.
Gráfico 2: El legado que Arnoldo Villaseñor pretende dejar a su progenie y fomentar en su entorno social, es un gran amor y cariño no solo por el campo, sino también por la historia que envuelve a estos extraordinarios espacios, donde se es testigo fiel de la inmensidad del cielo nocturno, las visiones místicas de la luna y las estrellas, el sonido de los animales y el susurro del viento entre las tierras lejanas. La paz y la tranquilidad que solo el páramo natural es capaz de lograr, una conexión mental tan pura y sublime con la tierra que suele perderse entre el asfalto y los fríos muros de un ambiente citadino y cotidiano.
Fuentes: Agradecimiento especial a Arnoldo Villaseñor Reyes por su disposición a realizar esta entrevista.
Bryan Pichardo Gallegos / El Despertar del Campo