Raíces del futuro

El punto de partida para establecer un sistema productivo fértil y resistente está en la formación de buenas raíces, permitiendo con ello un adecuado inicio de temporada sustentando en la fuerza y sanidad de la plántula que será empleada en la plantación, base de una futura y fructífera cosecha; lo cual depende de la conjugación precisa de una extensa serie de componentes, como el tipo de semilla, la clase de sustrato, la desinfección y preparación de la charola de siembra, el acondicionamiento del cuarto de germinación y semillero, los protocolos de inocuidad, la planificación nutricional y de riego, y en general de un manejo agronómico integral que englobe cada una de las variables inherentes para la expresión de las mejores cualidades del material vegetativo. Por ello, es importante entender que el semillero o plantero, es el lugar donde comienza la vida de las plantas, tal como lo es para los humanos el cunero de un hospital, por lo que es ahí donde se deben aplicar las mayores medidas preventivas y de cuidado intensivo, para garantizar la sobrevivencia y buen crecimiento de las diminutas plántulas, brindando condiciones óptimas de luz, temperatura, fertilidad y humedad, a fin de lograr la mejor emergencia y desarrollo durante sus primeros procesos fisiológicos hasta que es trasplantada al terreno definitivo.

“Sembrar la semilla, de la cual germinará vida a través de una diminuta e insignificante planta, la cual con el cuidado necesario crecerá hasta el punto de darnos sus mejores frutos, es una tarea realmente satisfactoria y apasionante, más aún si dimensionamos que es en estás primeras etapas donde se forjan los cimientos que sostendrán el éxito del desempeño en campo”; así lo compartió amablemente Alfredo Díaz Vicuña, ingeniero agrónomo de profesión y agricultor por vocación, sucesor de generaciones dedicadas al campo, líder de la unidad de producción llamada Agrícola La Perla, situada en la comunidad de Río Florido, perteneciente al municipio de Fresnillo, Zacatecas, empresa cien por ciento familiar que remonta su origen ha hace más de tres décadas, tiempo en el que han incursionado dentro de diferentes cultivos y sistemas de producción, enfocada actualmente al cultivo de forrajes y granos básicos a campo abierto así como a la producción de plántula de hortalizas en invernadero tipo macro túnel, con 5 naves de 630 metros cuadrados cada una, lo que les permite manejar un volumen aproximado de 12,500 charolas las que en caso de ser chiles serían para alrededor de 120 hectáreas, y si fuesen tomates para cerca de 250 a 300 hectáreas.

“Orgullosamente provenimos de una familia de agricultores de varias generaciones atrás, aquí en el rancho tenemos 35 años viviendo, y egrese de la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro en el año 2003; tiempo que nos ha permitido observar de cerca los cambios sobre todo tecnológicos que el campo a experimentado, basados en la investigación y la ampliación que esta genera a los límites del conocimiento, profundizando así paulatinamente en un mayor entendimiento de la interacción existente entre las plantas y los diferentes componentes de su entorno, creando de esta manera un particular énfasis, en las últimas décadas, al uso eficiente del tiempo, el espacio, el personal, los recursos económicos y sobre todo los naturales, a través de la mecanización, la automatización, y en general de la tecnificación en los diferentes sistemas de producción, orientado el desarrollo a mejorar la calidad y la productividad, abatiendo al máximo los costos, por lo que definitivamente el hablar hoy de trabajar con plantas criadas bajo invernadero, más que una alternativa se ha convertido en una necesidad, ya que se agiliza el trasplante a campo, brinda una mayor sanidad, vigor, precocidad, y uniformidad en el desarrollo del cultivo, dado que el cepellón que cubre la parte radical es un medio apto para conservar agua y nutrientes aun después de la plantación, evitando así problemas por estrés, promoviendo con ello un mejor y rápido arraigamiento e impulsando un acelerado crecimiento, lo que a final de cuentas detona los rendimientos por unidad de superficie, y maximiza la rentabilidad y la competitividad, además la adopción de significativos avances en genética, como la utilización de semillas híbridas de alto valor y potencial de producción, lógicamente trae consigo la indispensable inversión en métodos capaces de otorgar una mayor seguridad y eficiencia, como es la agricultura protegida, donde por lo general existen instalaciones y equipos especializados para la siembra, germinación y desarrollo de las plantas, con sistemas confiables de instrumentación capaces de controlar el entorno y proporcionar niveles específicos de luz, aireación, temperatura y humedad, por medio de lo cual es posible criar plántulas sanas y vigorosas con un sistema radical bien desarrollado, hojas de buen color y tamaño, libres de plagas, tolerantes a cambios del clima y de crecimiento homogéneo, lo que a final de cuentas reduce el riesgo de pérdidas”.

“Las plantas pequeñas tienen tejidos muy tiernos que efectúan una gran actividad fotosintética, y son muy sensibles a los cambios bruscos de temperatura y humedad, por lo que deben colocarse donde se les pueda brindar la mayor atención y protección posible, dado que las plántulas crecen con rapidez y cualquier alteración de las condiciones ambientales puede incidir en su desarrollo, asimismo, tienen que estar cerca de fuentes de agua, debido a que las plantas requieren de riegos cortos, pero frecuentes, realizados preferiblemente por aspersión, como es nuestro caso con sistema de riego por nebulización o microaspersión”.

“El tipo de planta que producimos es de hortalizas, y la que ahorita estamos manejando es de chile, jitomate y tomatillo, pero hemos producido casi de todo lo que hay en la región, como melón, sandía, pepinos, cebolla, brócoli, lechugas, calabaza, etc. Actualmente estamos exclusivamente maquilando, para diferentes clientes sobre todo de esta zona, quienes confían y nos traen su semilla para darle el manejo adecuado, hasta entregarles plantas de gran calidad listas para su trasplante ya sea a campo abierto o en invernadero según sea el caso”.

“La etapa donde prácticamente damos inicio al proceso, básicamente consiste en la siembra y germinación de la semilla, gestionando así cada uno de los elementos necesarios para el cuidado y sano crecimiento del material vegetativo tanto dentro del cuarto de germinación como del semillero; para ello contamos con una línea de siembra a través de personal capacitado, por lo que hasta cierto punto podemos decir que todo lo que se hace aquí es de forma artesanal, y aunque ya hay equipos o maquinaria moderna y automatizada para la siembra de las charolas, preferimos seguir ayudando un poco a la gente de nuestra región mediante el empleo que esta labor genera”.

“Pero antes de iniciar con el trabajo propio de la siembra, es esencial tener en cuenta el tema de la inocuidad para evitar problemas a futuro, por ello algo que nosotros hacemos aquí para minimizar riesgos sanitarios, es el estricto apego a un esquema muy completo de desinfección o esterilización de herramientas necesarias, como son obviamente las charolas, las mesas de trabajo, las cámaras de germinación y por su puesto las manos del personal que manipula el material; por ello unos días antes de usar las charolas, las cuales cabe señalar que utilizamos de unicel de 338 cavidades con 5 centímetros de profundidad, se desinfectan para eliminar patógenos, se sellan, y se comienzan a llenar con el sustrato mezclado y humedecido en proporciones optimas, el cual está garantizado como libre de malezas y patógenos, de alta porosidad y una excelente retención de agua y nutrientes”.

“Lo siguiente es realizar los orificios sobre el sustrato en la parte central de la cavidad de la charola donde se colocará la semilla, cuidando que la apertura no sea muy profunda, esto para que la planta realice el menor esfuerzo posible al emerger y no gaste tanta energía, facilitando con ello su germinación, lo que da certeza y garantiza que todas las plantas nazcan; de ahí, pasa con el personal encargado de la siembra, quien manualmente va depositando cada semilla con la mayor precisión posible al centro de cada una de las cavidades de la charola. Y el último paso para culminar con la siembra de la charola, consiste en tapar o cubrir el hueco donde se colocó la semilla, lo cual hacemos con una pequeña capa de sustrato mezclado con vermiculita”.

“Ya que la charola está sembrada, pasa a las cámaras de germinación donde se le da un sobre riego para humectarla perfectamente; de ahí solo es cuestión de esperar el tiempo necesario para que la plántula emerja y de esa forma poder pasarla al invernadero, vivero o semillero, eso depende de la especie, por ejemplo, el chile germina de 5 a 10 días y en el invernadero, extendidas las charolas, se lleva alrededor de 55 a 65 días para tener una planta de aproximadamente 12 centímetros de altura, con la macicez necesaria para soportar los fuertes vientos de la región”.

“Dentro del invernadero, las condiciones que pide la planta principalmente vienen siendo lo que es temperatura y humedad, esos 2 factores son primordiales tanto para el buen desarrollo del material, así como para su sanidad; si nos pasamos de calor la planta se va a ver dañada, y si no hay las herramientas necesarias de ventilación para disipar las altas temperaturas se pueden presentar problemas, al igual que si el frío es excesivo y no contamos con los mecanismos útiles para calentar el ambiente. A grandes rasgos la temperatura ideal para una planta debe de oscilar entre los 15 a los 25 grados centígrados, y llegamos a tener temperaturas dentro de las naves, en las orillas casi siempre un poco más calientes, de 30 a 35 grados en horas pico, y al centro ronda los 25 grados centígrados, asimismo en época de bajas temperaturas suelen presentarse riesgos de heladas, siendo esta una zona muy fría en invierno por lo que gastamos bastante energía tratando de mantener el calor requerido por las plantas, y respecto de la humedad, lo que manejamos más o menos aquí es entre el 60 al 70%”.

“Cabe indicar, que antes de comenzar a trabajar en los invernaderos estos se desinfectan, se les coloca un agribon en la parte intermedia, lo que sirve como colchón térmico tanto para amortiguar altas temperaturas, así como bajas. En el piso bajo las charolas se coloca un tipo de malla llamada ground cover, que es como una alfombra que evita la aparición de maleza e impide que el agua se encharque”.

“La forma como regamos dentro del vivero, es como comentamos, mediante un sistema de microaspersión o nebulización, el cual pulveriza el agua en pequeñas partículas distribuyéndola uniformemente sobre las plantas en forma de lluvia, lo que es sencillo y práctico, facilitando y haciendo más eficiente el riego. Por lo general se aplica agua a diario, aunque eso depende de las condiciones de humedad que se presenten dentro del semillero, por lo que hay que estar monitoreando o checando constantemente, ya que también si nos pasamos de humedad se pueden empezar a generar las condiciones apropiadas para propagar enfermedades”.

“Dentro del invernadero tenemos que controlar mucho lo que es la temperatura y la humedad, ya que estos parámetros pueden ser el punto de inicio para la proliferación de hongos y bacterias. El damping off es una enfermedad que se puede presentar cuando sale la plantita, pero afortunadamente es posible controlarla con productos preventivos, así como manejando bien humedad y temperatura; lo que son híbridos, la sanidad de la planta nos da un poco más de certidumbre, ya que la semilla viene tratada. Asimismo, una plaga con lo que estamos batallando últimamente, son los roedores, dado que alrededor de los invernaderos en esta temporada hay muy poco que coman, por lo que entran buscando alimento, así como refugiarse del frío siendo que el lugar esta cálido”.

“En cuanto a nutrición, se maneja conforme al desarrollo de la planta, y en términos generales se basa en una mezcla de fertilizantes químicos con orgánicos, tratando de jugar con la conductividad lo que nos permite lograr que la planta se estimule para que tenga un poco más de raíz o bien incremente su desarrollo foliar, iniciando así en 1.2, aumentando poco a poco cada semana hasta llegar a 2.4 que es cuando ya entregamos el material al productor. En este renglón es importante señalar que una seria limitante en la actualidad, es la complicada situación que se esta viviendo en Europa, lo que ha afectado severamente el precio comercial de los fertilizantes, aunque tenemos que reconocer que no por ello vamos a poder dejar de comer, sino por el contrario ocupamos comida 3 veces al día, por lo que tenemos que seguir produciendo a como dé lugar, y para lograrlo un punto importante es tener bien capacitado a todo el personal parte del equipo de trabajo para poder tratar lo mejor posible a las plantas; los animales te avisan cuando tienen hambre, pero una planta la tienes que conocer a fondo para saber interpretar lo que está expresando en base a diferentes indicadores, y afortunadamente la gente que nos ayuda a trabajar en el rancho tiene bastante conocimiento, hay quienes cuentan hasta con 15 años de experiencia aquí en la agrícola, por lo que sin duda ya saben detectar que es lo que les falta o les sobra a las plantas, situación que refleja la importancia del capital humano dentro de cualquier proyecto y el valor que este insustituible recurso tiene para nosotros”.

“Una plantita que se estresa durante su ciclo de producción va mermando su productividad, entonces de lo que se trata en el invernadero es de darle las condiciones adecuadas para que tenga un excelente desarrollo y fortaleza tanto radicular como foliar que le permita soportar bien las circunstancias hostiles del entorno. Algunas de las principales señales que observamos para determinar que una planta ya está lista para su trasplante al campo definitivo, primero que nada, es la excelente cobertura de raíces en el cepellón, un tamaño de 12 a 15 centímetros aproximadamente, así como su sanidad y buen grosor o macices del tallo para que resista bien los fuertes aires de la región cuando le toca ser plantada a campo abierto”.

Para concluir, el Ing. Díaz Vicuña agregó; “producir plantas sanas y fuertes representa un compromiso y un gran reto que se multiplica al tener en cuenta que estamos trabajando con seres vivos en etapas de suma fragilidad, que dependen para su crecimiento de un sinfín de variables tanto internas como externas, por lo que es necesario un notable dominio sobre los diferentes componente de interacción, ya que mientras más orden tengamos, fundamentaremos más lo que estamos realizando y los resultados serán mejores”.

Salvador Juárez / El Despertar del Campo

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