Retorno, caída y consagración como leyenda vigente de la tauromaquia
El desembarco en tierras españolas, cuna de la pasión que persigue, fue el cierre de una etapa para abrir el libro de las grandes ligas. Su estadía en esas tierras debía durar un mes, pero en ese tiempo conoció el primer obstáculo que debía sobreponer; un mentor duro y de alta exigencia cuya fama de apoderado de grandes promesas alentaba a muchos, pero terminaba en éxito de pocos; “no cualquiera le aguantaba un tirón, y yo tuve la capacidad y el valor de aguantárselo”.
En los últimos días en aquel lugar, y con el empeño de no irse de ahí tan fácil, cuenta la anécdota dura y temeraria que tuvo que sortear para ser merecedor de la consideración de aquel hombre; a pesar de la negativa del mentor y las constates amenazas de la posibilidad fatídica del desenlace, plantó cara a un toro de verdad con la promesa de no desistir y acobardarse ante la embestida del animal para así probar su valor y deseo de seguir aprendiendo con él. ¿El resultado? Un ataque de frente que le valió un mes más a ojos del entusiasmado mentor; “Yo le pregunté ¿a mes la voltereta? ¿y si me dejo pegar 12 me deja un año? … me dejé golpear 14 volteretas … me zafó la mandíbula, me partió costillas, un tobillo se me dislocó. Estuve 3 días en un hospital de Sevilla, inconsciente … a raíz de aquello tengo falta de memoria”.
A partir de la experiencia, lo enseñó a torear y más adelante lo apodera y comienza su recorrido de gloria por toda España. Con todo y los golpes y la dureza, Macías reconoce no guardar rencor ante aquella persona “yo sabía que él me iba a llevar a ser la figura del toreo”. Nunca perdió el cariño y estima por él y siguió en constante comunicación con él aun después de haberlo dejado.
En el transcurso de esa década ocurren una serie de cambios que moldearán su vida. En diciembre del 2001 debuta como novillero en Guadalajara y a partir de ahí comienza una carrera que prolifera principalmente en España, país al que hasta la fecha no ha dejado de frecuentar. En el 2002, con su trayectoria aún en ciernes, conoce en tierras iberas a la mujer que será la compañera fiel de su vida.
Y así, las dulces mieles de la gloria prematura sembradas en tierras europeas y que daban aires de un horizonte brillante, dan un inesperado giro en su retorno a México. Su costumbre al estilo español le provoca complicaciones en corridas mexicanas por la naturaleza distinta de los modismos de ambas naciones y eso da paso a un declive en su carrera como profesional. Declive marcado por la deriva de una larga temporada de inactividad; “estuve un año sin torear… pensé prácticamente en dejarlo… las empresas, los ganaderos, hablaban muy mal de mí porque aún no desarrollaba lo que en su momento desarrollé”.
Eso da paso a la época de duda e incertidumbre en su profesión. Estuvo a punto de colgar el capote y abandonar la línea de fuego, pero su conciencia no se lo dejó, “o moría, o cambiaba mi vida, lo tenía así de claro… cuando un hombre se pone en ese límite, es autenticidad y eso hace que uno explote en una verdad apabullante”. En el lapso de mala racha se dedica a otros oficios hasta que consigue tener audiencia con un empresario quien le da una oportunidad de demostrar que su talento nato sigue ahí. El resultado le sirve para seguir siendo contratado de forma regular.
Y poco a poco, picando la piedra árida del éxito que ya creía perdida, vuelve a tomar forma y lugar dentro del imaginario colectivo del gremio. Su siguiente destino es la Plaza México en el 2006, donde confirma la alternativa; es aceptado y en su presentación de matador corta dos orejas y sale a hombros. La gloria que había quedado estancada en España, perdida, al fin le encuentra en los ruedos mexicanos, “en ese momento existía, al menos taurinamente hablando”.
Al año siguiente ocurre el milagro que marca el fin de su mala época en México para dar paso a su consagración como una de las leyendas del ruedo de tiempos recientes a nivel nacional. Repite temporada y corta otras dos orejas en enero del 2007; a la semana siguiente corta 3 orejas y sale de nuevo en hombros. 8 días después, en el mítico 5 de febrero de ese año (una de las tardes más importantes de la Plaza México), corta otras dos orejas y marca historia; “nadie había salido a hombros de forma consecutiva todas las veces, nadie”.
En ese punto de su vida, ya se codeaba con los grandes. Figuras emblemáticas como Enrique A. Ponce, Joselito, y quien fuera su ídolo, José Tomás, catalogado como “el mejor torero de toda la historia”.
Pero su visión de la vida no se limita solo a la tauromaquia. Hombre de buen gusto, queda fascinado por las ganaderías de olivares que proliferan en España. Existen en todas partes, las ha visto desde su primer viaje a esas tierras y el árbol lo enamora. El fruto queda en su mente y se promete internamente tenerla en su finca que sueña con establecer en tierra hidrocálida.
Para ello, destina su dinero ganado en su nueva abundancia al proyecto personal de comprar un rancho. Para el 2010 consagra el sueño y funda su finca “Cuatro Caminos” en honor al nombre de uno de los toros que lo enmarcara en la cumbre de aquel ya lejano febrero del 2007. Como reliquia personal, a modo de armadura de caballero, exhibe en la sala de trofeos el traje de luces con el que realizó tal proeza.
Su legado está sellado y para confirmarlo basta revisar el balance de logros hasta el día de hoy: 9 puertas grande en la Plaza México, 22 orejas, un rabo, 500 corridas; se ha enfrentado a cerca de 2,000 toros librando con éxito la contienda. Además, tiene el honor de haber toreado en todos los países taurinos, teniendo la oportunidad de presentarse desde las grandes capitales hasta los más pequeños pueblos con el único gusto de mostrar su pasión en el ruedo. Esto le ha creado un carácter camaleónico, una identidad que no solo muestra sobre su traje de luces, sino también en su vida diaria, “como eres como persona, eres como torero”.
Y es justo ese pensar noble el que le ha inspirado respeto por el animal que enfrenta corrida tras corrida. Consciente no solo de su bravura, sino de su independencia y del combate justo que ahí se mezcla; “el toro puede crear arte, nos recuerda de dónde venimos… lucha por su vida, muere de manera muy digna… tiene que morir matando, o matar muriendo. Es un encuentro de voluntades”.
Espera la 3ª y última parte de esta fascinante historia, en próximas ediciones…
Bryan Pichardo Gallegos / El Despertar del Campo
Me agrada este tipo de relatos. Llenos de recuerdos dulces y amargos que todo matador debe pasar durante su carrera. Para formar un estilo una personalidad un sello único….
Todo lo que puede existir antes y después del éxito y la gloria.
El estimado y bien querido. «CEJAS» Quien siempre tiene una sonrisa franca al saludar aunque haya Sido calado apenas una semana antes o tengas los puntos de sutura aún frescos. Dios te de salud y larga vida y muchas más tardes de éxitos y gloria en los ruedos.
Porque todo tiene un precio y tú lo has sabido pagar con las marcas en tu cuerpo.