Albores de un nuevo ciclo productivo

Representa el inicio de la temporada de cultivo en muchos de los sistemas de producción hortícolas, ya que con el trasplante se coloca a la planta de condiciones preformadas en el terreno definitivo donde se aplicara el manejo requerido para su desarrollo. Práctica que requiere de cuidados especiales dependiendo si es a raíz desnuda o cepellón, y que a grandes rasgos permite adelantar e incrementar la cosecha; esto ocurre una vez que la plántula cumplió con la etapa de desarrollo necesario para poder continuar su ciclo vital en campo, y ésta se adapte lo mejor posible a las circunstancias del entorno.

Una semana antes de la plantación, se recomienda someter a la plántula a un proceso de endurecimiento de tejidos; esto se logra al reducir el riego con el fin de que la planta sufra una pérdida de humedad y entonces se amacice, característica que le da mayor resistencia a las condiciones que tendrá en campo. Planta con mucha humedad luce con raíces muy acuosas y débiles, mientras que una con deficiencia de humedad tiene raíces gruesas y leñosas.

Para iniciar con el proceso propio del trasplante, antes es necesario determinar que el material esté listo, para lo cual se tiene que observar básicamente que el grosor del tallo y la cobertura de raíces sean lo mejor posible, lo que genera un perfecto arraigamiento, además de mostrar vigor y sanidad. Tratar de que la planta sea de una altura media, no muy grande, dado que al momento de trasplantarla se puede caer, en cambio con talla corta de 10 a 15 centímetros máximo, no se ladea tan fácilmente, manteniéndose así erguida con lo que inicia inmediatamente su desarrollo.

Las condiciones idóneas para un trasplante a raíz desnuda son viento en calma, temperatura fresca, suelo con alta humedad y preferentemente los surcos o camas con agua; se recomienda hacerlo por las tardes o a primeras horas del día cuando las temperaturas son templadas, ni con demasiado calor o un intenso frío. De igual forma para plantas con cepellón, las condiciones son prácticamente las mismas, solo que en este sistema las fallas se reducen significativamente, y siempre hay que considerar que toda la parte del sustrato el cual contiene la raíz, quede totalmente tapado, de lo contrario la posibilidad de deficiencia se incrementa; en ambos casos es bueno agregar substancias inductoras de enraizamiento antes de trasplantarla, para impulsar el crecimiento de esa parte de la planta en el terreno definitivo, especialmente en suelos fríos.

La superficie tiene que estar bien mullida y húmeda para que la raíz de la plántula se desarrolle con mayor facilidad y rapidez. Al momento preciso de la inserción siempre es conveniente introducir la planta lo más verticalmente posible y cuidar que las raíces o el cepellón no se doblen hacia arriba, ni que al momento de tapar la abertura se compacte demasiado la tierra, pero si cubrirla perfectamente para que no entre aire ni pueda acumularse agua.

Otro aspecto importante en el trasplante es cuidar que la profundidad a la que se coloca la planta sea la adecuada, es decir no encajar más de lo necesario, vigilando que el cuello de la raíz quede a nivel del suelo. Finalmente se debe tomar en cuenta la distancia entre camas y entre plantas para que las raíces puedan crecer correctamente; el espaciamiento entre plantas debe ser el apropiado para que no haya competencia entre ellas.

Definitivamente el trasplante es un proceso sumamente estresante para las plantas, por lo que se debe hacer un esfuerzo al máximo por disminuir los elementos causantes de tensiones que puedan causar daños significativos.

Espera la 2ª parte de este interesante artículo, en próximas ediciones…

 

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