SEPTIEMBRE 2018
En este el mes patrio en el que se conmemora el inicio y consumación de la guerra de independencia, acontecimiento histórico del que se desprende una profunda cultura que distingue al país dentro del mundo y lo caracteriza como parte del mismo, cabe reconocer la importancia que juega la multifuncionalidad del sector agroalimentario en el sustento de dicha autonomía, al incidir en la alimentación, el empleo, el desarrollo económico y social, la conservación de los recursos naturales, el ordenamiento territorial y la preservación del cumulo de tradiciones que lo convierten en un medio privilegiado en el que se depositan las raíces y las expresiones más entrañables de identidad nacional, dado que es en la naturaleza del campo donde toman forma los rasgos y valores que nos definen como mexicanos.
Por ello México no puede crecer sin tener presente sus orígenes, sin mantener la idiosincrasia que lo diferencia como nación, en base a lo cual se garantice una real estabilidad social, teniendo como eje la seguridad en la disponibilidad de alimentos, ya que un país al depender de otro en este aspecto es sumamente vulnerable, quedando fácilmente expuesto al desequilibrio e incertidumbre provocada por quienes lo proveen conforme a sus intereses particulares.
Es así que el desarrollo económico debe ser planeado considerando la importancia del sector primario como generador de bienes de consumo o materias primas para la industria de la transformación y los servicios. Si bien el país es el octavo productor mundial de agroalimentos y sus exportaciones muestran un significativo dinamismo con niveles generadores superiores a las remesas y a los ingresos por turismo e incluso por la venta de petróleo, la producción nacional es insuficiente para abastecer la demanda interna de ciertos alimentos básicos, como el trigo, el arroz y el maíz.
En el campo habita alrededor de una cuarta parte de la población total, en el existen más de 5.3 millones de unidades económicas rurales de las cuales 3.9 millones se caracterizan por ser de subsistencia o de limitada vinculación con la tecnología y el mercado, por lo que sus ingresos son sumamente bajos; otras 442 mil unidades (8.3%) se encuentran en transición, es decir, han dejado de ser de subsistencia para incursionar al mercado; un 9.9%, ósea 528 mil unidades tienen una actividad empresarial con rentabilidad frágil; 448 mil unidades (8.4%) desarrollan una actividad empresarial pujante con buenos ingresos; y únicamente el 0.3%, poco menos de 18 mil unidades, pertenecen a un estrato de negocios dinámicos, con una escala productiva comparable con empresas de la industria o del sector servicios, cuyo principal desafío es el de alcanzar niveles de sustentabilidad a largo plazo, y dedican una parte importante de sus ventas al mercado internacional con un considerable desarrollo de capacidades; indicadores que reflejan una significativa asimetría o disparidad.
No obstante, el reto es sustentar y potenciar la competitividad de las empresas agroalimentarias, buscando al mismo tiempo elevar la productividad de las unidades de baja escala, con el fin de sostener y fortalecer la mencionada soberanía alimentaria, consolidándonos así como una nación completamente independiente o autosuficiente.
Una vez más agradecemos su atención, y lo invitamos para que nos comparta su opinión, generando con ello un vínculo interactivo a través del cual se promueva un mayor respeto por el campo y sus valores.
El Despertar del Campo, La Nueva Visión Del Agro…