JUNIO 2019

Cerca de una cuarta parte de la población nacional habita en el medio rural, pero tendencialmente desde los años 50 este tipo demográfico ha ido disminuyendo en comparación al urbano, lo mismo que la aportación del sector agropecuario al Producto Interno Bruto del país. Estos indicadores señalan claramente un paulatino proceso de descampesinización, el cual seguramente inicia con la misma Reforma Agraria, y tiene como una causa esencial la ineficiencia económica de la estructura productiva y concretamente la acelerada fragmentación de la tierra, que finalmente fue creando y agudizando al minifundio; y es que este tipo de política agraria se sustentó en una gama de leyes que fueron configurando una serie de contradicciones que minaron a las grandes y pequeñas propiedades, y al mismo tiempo colocaron una camisa de fuerza al campesino con la delimitación de la naturaleza ejidal.

Hoy en día, en México cerca del 80% de quienes producen en el campo poseen predios menores a 5 hectáreas, lo que implica que no cuentan con escala productiva y que además presentan problemas de organización que limitan en gran medida su productividad y competitividad; y quienes se desempeñan en este sector con la limitante de un bajo nivel de producción, por lo general no resultan rentables y por tanto son poco financiables. Asimismo, la carencia de economías de escala genera altos costos de producción, respecto de insumos como las semillas, fertilizantes, agroquímicos, combustibles, maquinaria y equipo, entre otros insumos; además de que generalmente no están destinadas a producir productos de alto valor y sus volúmenes son bajos dado el tamaño de las unidades, así como por la falta de acceso a tecnologías y procesos modernos.

A grandes rasgos, el minifundio en tanto forma de tenencia de la tierra, es el producto histórico de cambios institucionales generados por políticas gubernamentales encaminadas al control político más que al desarrollo rural, donde los intereses particulares y el control de las masas prevalecieron, mediante un programa que consistió en el reparto exponencial de tierras.

Analizar estos conceptos, desde un panorama actual y globalizado, conduce ineludiblemente a la puntualización de las consecuencias de la tierra fragmentada, y a la vez dibuja ciertos elementos, como la educación, organización, financiamiento y reformas legales en materia agraria, que deben ser considerados en el planteamiento de alternativas modernas de solución que permitan hacer del minifundio una institución de la agricultura mexicana socialmente integradora, ecológicamente sustentable y económicamente competitiva, con el reto de elevar la productividad con estrategias de asociatividad que le den escala a este modelo de tenencia de la tierra y le permitan integrarse a las nuevas cadenas de valor.

Una vez más agradecemos su atención, y lo invitamos para que nos comparta sus comentarios, tratando con ello de fomentar en conjunto, una mayor pasión por el campo.

El Despertar del Campo, La Nueva Visión Del Agro…

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