Forraje en dietas para bovinos de engorda
En el ganado de engorda, se proporciona gran cantidad de granos o concentrados con el fin de incrementar la energía en la dieta y se disminuye o se elimina la cantidad de forraje durante su fase de finalización. El forraje en cantidades moderadas en las raciones ayuda a la homogeneización de partículas del alimento, promueve el consumo de materia seca y puede aumentar la ganancia de peso, por lo que el mantener el nivel adecuado de fibra en una dieta de finalización es un factor importante para mantener un buen rendimiento, la salud animal, y el costo de producción.
En las raciones altas de energía, el forraje ayuda previniendo la acidosis subaguda debido a la estimulación de la rumia por lo que al formular las dietas debe estimarse adecuadamente el nivel de inclusión, las características físicas y su calidad. Debido al alto contenido de grano o concentrado, como resultado de la fermentación del almidón, se generan condiciones de acidez ruminal, la población y la actividad celulolítica es deprimida.
Debido a la disminución en la digestibilidad del forraje en condiciones de acidez, se recomienda utilizar los forrajes de menor calidad nutricional y de menor costo en los corrales de engorda tales como pajas o rastrojos, ya que éstos desempeñan una función más que un aporte de nutrientes. Se ha observado que la digestibilidad de la fibra detergente neutro se reduce en promedio un 50% al incrementar de 20 a 60% de concentrado rico en almidón, estos resultados indican que se obtiene el 50% o menos de la energía del forraje en raciones altas en grano, lo cual nunca se considera al formular las raciones.
Sin embargo, hay que considerar que el incluir forrajes de baja calidad en las raciones de engorda, diluye la densidad energética de la dieta y puede disminuir el consumo total de materia seca afectando el consumo total diario de energía y afectar las tasas de ganancia diaria.
Aunque con el uso de ionóforos algunos investigadores han demostrado que es posible la finalización sin forraje esto generalmente no es recomendable ya que un error mínimo puede traer grandes pérdidas económicas. Aunado a lo anterior, se ha observado que se obtienen mayores tasas de ganancia y eficiencia alimenticia al incluir niveles bajos de forraje en la ración comparado con aquellos que reciben raciones compuestas únicamente con concentrado. Se han observado incrementos en el consumo de materia seca 11.9 % y en la tasa de ganancia de 4.3%, cuando se incluyó un 7.5% de forraje comparado con ganado alimentado solo con concentrado.
Se compararon dos combinaciones de forrajes (alfalfa: olote de maíz y alfalfa: pasto bromo) en dos niveles de inclusión (0 y 5%). Se observa un mejor desempeño productivo en el consumo de 5% de alfalfa y olote de maíz, que mismo nivel de inclusión el ganado que consumió la combinación alfalfa: olote de maíz, comparado con aquellos que solo consumieron concentrado y la combinación alfalfa: pasto bromo, la cual mostró un menor desempeño productivo. Estos resultados indican que el aspecto funcional del forraje no es el mismo en todos los tipos de forraje ya que algunas combinaciones pueden promover un ambiente ruminal más saludable optimizando la fermentación y absorción de nutrimentos. Además del nivel de inclusión, el tamaño de partícula también desempeña un papel importante en las características funcionales de los forrajes incluidos en las dietas altas en energía, teniendo un mejor desempeño un tamaño de partícula mediana.
Recomendaciones en dietas de finalización
Es común que se indique que 8% es el mínimo de forraje que debe incluirse en la dieta de finalización, puesto que cantidades menores pueden resultar en trastornos digestivos que afectan la productividad del ganado. Por supuesto, todo depende de la cantidad de fibra detergente neutro (FDN) y esta cambia de acuerdo al tipo y madurez del forraje.
Por ejemplo, en el heno de alfalfa, su contenido de fibra detergente neutra varía desde un 39% con floración temprana hasta el 60% en la planta madura. En el heno de leguminosas contiene alrededor de un 50% de FDN y éstas a su vez contienen menos que la paja con 85% FDN. Se ha encontrado una relación entre el contenido de FDN en la ración y el consumo de la materia seca y de energía. Se incrementa el consumo de materia seca (ms, kg/d) cuando el contenido de FDN va de un 4% y hasta un 12% de FDN, después el consumo empieza a disminuir como consecuencia de una limitación física dado por el retardo del pasaje de la partícula.
Simultáneamente, el aumento de consumo de energía (Mcal/d) se comporta similar, a una cantidad mayor a 8% de FDN, la densidad energética disminuye por un consumo mayor de forraje.
Por decir un ejemplo, si se proporcionara heno de alfalfa con 40% de FDN en un 15% de inclusión, estaríamos proporcionando a la dienta de 6% de FDN, mientras que con heno de Sudán con 58% de FDN solo se requiere en la dieta un 10% de inclusión. Se recomienda elegir el forraje de acuerdo al costo, calidad nutritiva, y al nivel de inclusión programado en la dieta. Cuando la cantidad de inclusión de FDN de forraje en la dieta es menor al 12%, los factores a tomar en cuenta son aceptabilidad, contenido de FDN y costo de inclusión; cuando los niveles de FDN del forraje es mayor a 12%, lo primordial a tomar en cuenta es el valor nutritivo.
La actividad celulolítica se deprime cuando el pH ruminal cae por debajo de 6.4 y la rumia es mínima con las dietas altas en concentrados por lo que es importante que los forrajes tengan un adecuado tamaño de partícula prevenir la acumulación ruminal y la disminución del consumo. La leguminosa puede ser molida o picada para ser pasadas a un diámetro mínimo de 5 cm, cuando son gramíneas o pajas el diámetro recomendado es de 2.5 cm. En términos generales se recomienda formular para la ración inicial entre 18 y 22% de FDN, la de transición de 14 a 16% de FDN y la de finalización reducir entre 8 y 10% de FDN.
Instituto para la Innovación Tecnológica en Agricultura (INTAGRI)