Relación entre los productores y los consumidores

En los actuales sistemas alimentarios el papel desempeñado por los consumidores es un factor clave para orientar las producciones y las estrategias de los productores. Ya no es el consumidor ese sujeto pasivo que miraba los alimentos en las tiendas minoristas y decidía su compra guiado sobre todo por el precio; ahora es un sujeto activo que ejerce su ciudadanía alimentaria como un derecho en sus hábitos de compra, eligiendo por el precio, pero también por la calidad y la trazabilidad de los productos. Es un consumidor cada vez más exigente con la información que le proporciona la etiqueta y más crítico cuando la calidad no corresponde con lo que se le informa desde la publicidad, la fidelidad del consumidor respecto a un producto o marca puede perderse en cuestión de días, si éste no satisface sus expectativas.

Por eso, los consumidores orientan hoy las producciones, y son un elemento a tener en cuenta por los agricultores a la hora de decidir qué y cómo producir. Es verdad que la mayor parte de los consumidores se relacionan con el sector productivo no de forma directa, sino mediante la distribución (tiendas, súper e híper mercados), pero es también cierto que cada vez surgen iniciativas de relación directa entre productores y consumidores; los circuitos cortos y los mercados de proximidad (tanto presenciales, como virtuales) son un buen ejemplo de esa relación directa, al igual que las plataformas asociativas integradas por consumidores y productores en el ámbito de la agroecología.

Por otra parte, sin duda una de las enseñanzas principales que ha dejado la crisis sanitaria es la importancia estratégica de disponer de un buen sistema agroalimentario a escala mundial, con una expresión concreta en cada país. Contar con una red de unidades agrarias en condiciones de ser productivas, y con una cadena alimentaria organizada con eficacia, tiene un valor incalculable para el conjunto de la sociedad, lo que permitió precisamente que no hubiese desabasto de alimentos; pero mantenerlo y mejorarlo tiene un costo muy alto que deberá de afrontarse a futuro, por lo que los planes estratégicos nacionales deben contemplar acciones que impulsen el salto de la agricultura convencional hacia modelos más eficientes, más innovadores, más sostenibles y mas comprometidos ante el cambio climático, asimismo, es necesario integrar acciones dirigidas a propiciar modelos novedosos de relación entre los productores y los consumidores.

Aunque definitivamente lograr todo ello necesita de una decidida voluntad política, para apostar en el rubro en momentos tan complicados como el actual, en el que hay una dura competencia por los recursos comunes; sin embargo, no tendría sentido que los enormes recursos que deberán invertirse para la reconstrucción económica tras el Covid-19, salieran de recortar el presupuesto para el campo, sería absurdo, además de una mezquindad y una decisión injusta, tras haber demostrado que el sector ha sido capaz de seguir en pie creando una cadena alimentaria eficiente y de calidad a pesar de los grandes contrastes y desafíos.

De nueva cuenta agradecemos su atención, y lo invitamos para que nos comparta sus comentarios, generando con ello un vínculo dinámico, mediante el cual se fomente una mayor pasión por el campo y sus valores.  El Despertar del Campo, La Nueva Visión

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