Con mirada en el futuro y el corazón en el campo

El entorno familiar suele ser un pilar de enorme importancia en la mejor tradición del campo, y en el sector empresarial es algo que se vincula con la lealtad y los buenos valores. Si a ello se le suma una pasión por el trabajo y el deseo de constante superación, suele resultar en la formación de líderes natos que están a la altura de un legado icónico de renombre. Esta es la historia del MVZ Carlos Alberto Gutiérrez de Luna.

Nacido un 23 de enero de 1978 en tierras hidrocálidas y en el seno de una familia de vena empresarial, Carlos crece como un hombre que lleva el campo en la sangre y un temple de superación en el corazón, tan fuerte como las mismas cosechas que brotan ante la adversidad del tiempo.

Entre sus memorias, recuerda con grato sentimiento aquellos soleados días de su temprana infancia, donde el entorno agrícola dejó en él valiosas lecciones que con el tiempo se volverían pilar en la persona que es hoy en día. El contacto diario con animales y cultivos sumado a los valores que le rodearon en un entorno familiar, le hicieron optar, a su debido tiempo, en estudiar medicina veterinaria con el afán de apoyar a su familia.

“Yo desde los 7 años ya estaba ordeñando vacas, fue por el tema de la convivencia diaria de los animales lo que me inculcó más… hoy día los ganaderos somos agricultores y la escuela de la vida también te enseña mucho”.

Pero no solo es la tierra la que se siembra en su febril mente; las visitas tempranas al trabajo empresarial, en aquel entonces a cargo de su padre, dejarían en él un gusto por el área administrativa que no reconocería del todo hasta más entrados los años. Detalle sutil que para entonces se antojaba a forma profética, un legado presente desde sus primeros años en conciencia.

Egresado de la máxima casa de estudios de Aguascalientes en el 2001, con la edad de 22 años, el ahora Médico Veterinario Zootecnista, con especialidad en reproducción animal y diplomado en dirección empresarial, comienza el camino de las relaciones públicas con las asociaciones ganaderas. A los 23 años se casa y se vuelve líder de su propio núcleo familiar.

Es aquí donde la palabra familia cobra mayor relevancia. Siendo ya un líder patrimonial se ve involucrado más a fondo en el negocio familiar empresarial en la asociación agrícola de gran trayectoria, siendo él el representante de la 4ª generación de Gutiérrez que pertenecen a dicha asociación.

En este punto comienza su camino en el Grupo GILSA, adquiriendo sus acciones dentro del grupo industrial de la leche, tomando lugar como hombre poseedor de la madurez necesaria para afrontar y formar parte del legado generacional, legado existente por más de medio siglo. Pronto quedaría en claro su facultad de liderazgo y en poco tiempo se abre la oportunidad de entrar en el consejo como comisario suplente, cargo que desempeña con total compromiso y que le valdría, 2 años más tarde, el tomar protesta como comisario titular.

Tal como si fuera regla, 2 años más tarde, ya en el 2021 y con el ímpetu a flor de piel, toma el puesto como presidente de Grupo GILSA con menos de 20 años de trayectoria laboral y a una edad que es poco común de ver en una dirección de ese nivel.

Pero el reto es mayúsculo. Cuando toma las riendas de la empresa esta viene de una época marcada por la emergencia médica en pandemia de apenas un año atrás. Sumado a los bajos niveles en ventas y la poca presencia entre socios y clientes, es claro que a su llegada la empresa no se encuentra en sus mejores momentos.

Pero el trabajo duro, característico de los hombres que crecen entre cultivos y corrales; los valores que conoció en sus días de campo y el cariño y lealtad que tiene por la empresa familiar, le permiten tomar al toro por los cuernos y apostar por una revolución total de ideales que le permitan hacer el cambio de algo que se podía declarar estancado.

No es fácil, reconoce que el tema de la presidencia absorbe tiempo y es demandante en más de un sentido personal, pero a la vez mantiene presente sus raíces y, sobre todo, al campo; cosas que considera esenciales en su vida, siendo un hombre cercano a su gente; “hay mucha interacción, el ser presidente no es estar sentado en una oficina, sino salir, interactuar con los clientes, ver las necesidades, que vean que uno está comprometido con ellos”.

La dirección le ha enseñado a abrir el panorama a nuevos horizontes, siendo él un hombre de medicina y animales, se vio forzado a tener que aprender lo administrativo para estar a la altura de lo que su propio puesto exige, a mantener una empresa en modo competitivo en medio de una economía tan volátil; “básicamente es crecimiento, desde ser médico veterinario, empezar a ser empresario y llevar mi propia empresa en conjunto, el tema de incursionar en las asociaciones y como fui creciendo poco a poco hasta llegar a este nivel sí me llena mucho de orgullo, el romper paradigmas”.

Todo esfuerzo es válido y basta con ver la situación actual para tener viva prueba de lo que su liderazgo ha logrado. Pero detrás de todo gran hombre de éxito hay una historia personal, un ámbito familiar de fuerte legado. Una historia pasada, un presente en constante adaptación y una perspectiva a futuro que sueña con dejar una marca que sobreviva al duro paso del tiempo. Una historia que amerita ser contada en las páginas de una nueva entrada.

Bryan Pichardo Gallegos / El Despertar del Campo

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