Un Premio Nobel Sonorense 2ª parte
Poco se sabe también de la vida que llevaba el Dr. Borlaug en Cajeme durante su larga estancia; “llegaba a las 5 de la mañana, despuntando el amanecer, revisaba su laboratorio y salía de inmediato al campo a revisar la evolución de los sembradíos”, “desayunaba y comía frugalmente, lo mismo que los trabajadores del campo experimental, le gustaban las tortillas hechas a mano, los chicharrones, la cuajada fresca, las guayabas verdes y los elotes, ya sea cocidos o asados”, dicen los profesores Rafael García Leyva y Mario Salazar quienes estuvieron cerca del Nobel.
En ocasiones dormía una ligera siesta en la antigua casita del campo donde también pernoctaba; esa casa se ubicaba donde ahora es un estacionamiento del ITVY donde dan sombra unos enormes yucatecos. Avanzada la noche y al salir del campo, Borlaug abordaba su camioneta para cubrir los 32 kilómetros de terracería que separaban al campo del hotel; allá se encerraba en su habitación a teclear en su vieja máquina portátil de escribir Burroughs las experiencias del día, y los informes que periódicamente mandaba a las organizaciones para las que trabajó.
¿Por qué lo financiaron la Fundación Rockefeller y el Gobierno de México?, porque el Gobierno de los Estados Unidos estaba metido de lleno en la Segunda Guerra Mundial y dedicaba todos sus recursos al gasto militar.
Los trabajos de Borlaug y el gobierno mexicano lograron que México fuera autosuficiente en trigo en 1958, 14 años después de que empezaran las investigaciones. Así la producción de trigo pasó de 500 kilogramos por hectárea a un incremento bastante significativo; con las nuevas presas aumentaron las áreas cultivadas en Sonora y Sinaloa, y mediante prolongados procesos de investigación con nuevas variedades de fertilizantes, se logró la restauración de la fertilidad del suelo.
“No fue fácil ni de la noche a la mañana el éxito; hasta los agricultores de mayor experiencia dudaban de los experimentos de Borlaug”, dice Rafael García Leyva. “En la mayoría de los casos para informar sobre los avances del proyecto y para lograr interesar y cubrir la asistencia a los eventos se tenían que mandar a hacer barbacoas con cerveza incluida, para jalar a las reuniones informativas a la gente del campo”, afirma Oscar Moreno Ramos.
En sus escritos, el laureado investigador reconoce tres fuertes resistencias que bloqueaban la investigación científica en la agricultura: la burocracia política, la burocracia científica y la burocracia administrativa. Afirma Borlaug: “muchos investigadores que llegan a los peldaños más altos de la jerarquía se vuelven conservadores, y entre los mismos agricultores ante los avances se fomenta el miedo al cambio”. “Es un error exigirle a los científicos que trabajen para dedicar cada vez más tiempo a la preparación de informes para justificar el trabajo que están haciendo y para tratar la investigación como si fuera una rutina”… y reitera: “para 1950 la producción mundial de cereales era de 650 millones de toneladas”, “para el año 2000 se incrementó a 1.9 mil millones de toneladas, con un aumento solo del 10 % de las áreas sembradas”. Y para darnos una idea de lo logrado, “si se hubiera querido producir lo alcanzado en el 2000 con la tecnología de los años cincuenta, se hubieran requerido 1.1 mil millones de nuevas hectáreas de la misma calidad abiertas al cultivo, con el daño seguro de talar bosques y arar las praderas en la misma dimensión”.
Dice Oscar Moreno: “cuando se supo que había ganado el premio Nóbel, fue porque llegaron al CIANO allá por la prolongación de la 5 de febrero (hoy Norman Borlaug) unas personas enviadas del Comité Nobel de Oslo, Noruega, a comunicarle que había sido galardonado con el preciado premio”. Tuvieron que ir por él, al campo para avisarle, y lo encontraron en ropa de paisano tipo caki, embarrado de lodo, con los zapatos invadidos por la hierba y la humedad… y su primer gesto fue de sorpresa.
Este “científico agricultor”, como se autodefinió en más de una oportunidad, fitomejorador, fitopatólogo y tenaz investigador, de alguna manera cambió al mundo con una misión increíble, la de asegurar un mejor horizonte para practicar la agricultura, agregándole valor y generando verdaderas oportunidades para producir y asegurar alimentación.
Espera la 3ª parte de este interesante artículo, en próximas ediciones…
Bulmaro Pacheco / Escritor