El éxito de ser un emprendedor del campo

“La grandeza de un hombre se mide por los éxitos que cosecha”; esta frase sin duda podría definir la vida de Juan Francisco Olague Eredia, quien a sus 52 años puede verse a sí mismo y mirar al pasado con la plena confianza de ser hoy en día alguien más que un ganadero, sino un emprendedor que siempre ha aspirado a más, sin dejar nunca de lado su amor y cariño por el campo y sus raíces.

Hijo de Isabel Olague Murillo y Pachita Eredia de Santiago, Juan Francisco nace un 29 de enero de 1996; siendo el primogénito de 10 hijos, desde pequeño daba trazas de ser alguien independiente que siempre soñaba con salir adelante a como diera lugar. Prueba de ello sería toda su vida, durante la cual siguió sus propias metas y aspiraciones sin importar quien esté a favor de sus ideales.

Dicho gusto hacia el campo lo guiaría más hacia la ganadería, específicamente en el ramo porcino, el cual sería de su predilección sobre otras especies por considerarlo más redituable y apto a sus condiciones; “lo hice porque me gusta, y porque es un negocio muy noble”.

De la agricultura, asegura, no le atrajo por considerarlo un negocio muy castigado, en especial por los insumos. Sin embargo elogia y admira como buen hijo, a su padre, quien se desempeñó en este ramo por toda su vida y que a su vez, respetó los deseos de su hijo.

A la edad de 17 años contrae matrimonio por primera vez, tiempo en que entra a trabajar en una empresa. De forma paralela, empieza una crianza de ganado porcino en el traspatio, para engordar y vender, para “llenar la alcancía” como diría él. En el fondo, una semilla de superación empezaría a germinar en sus pensamientos.

A los 25 la vida se llevaría a su madre, dando un golpe en la mente del hombre que siempre la recordará como aquel ser cariñoso que representa para él un pilar en su existencia. Un par de años después, con la semilla emprendedora bastante desarrollada, deja el trabajo y pone su propio negocio que llega en forma de una tienda de forrajes a la par que la crianza de porcinos se estabiliza convirtiéndose de forma definitiva en un productor; con la adquisición de 5 vientres provenientes de Monterrey se formaliza el negocio a mayor escala, apostando mejor a la crianza que a la compra de los mismos.

Entre los buenos recuerdos que sus más de 30 años como productor le han dejado, sobresalen aquellos momentos en que le tocaba atender los partos, cosa que le resultaba por más satisfactoria, al saber que al final, además de aquel viaje que simbolizaba la crianza de los animales, aquello serviría como sustento para muchas personas; “la carne de puerco es de las más suculentas y sabrosas y de las que aportan más proteína”.

Pero las amarguras y los obstáculos siempre se presentan a los que se atreven a tomar riesgos, a los que buscan llegar más allá, como la muerte del ganado a causa de los virus que aun a pesar de su rigurosa rutina sanitaria, lograban colarse entre sus animales, además de la diversificación del mercado que hace más competitivo y difícil el mantenerse en el negocio.

El resto de sus hermanos, hace mucho que partieron a Estados Unidos desde muy temprana edad y hasta le fecha se mantienen allá, Juan Francisco por su parte, nunca ha sentido esa necesidad de salir de su tierra, pues siente que las oportunidades se pueden crear aquí.

Prueba de ello es su expansión de proyectos, como la apertura de un salón de eventos campestre y el plan de producir mezclas para las diversas etapas de crecimiento de los porcinos. Además de tener la intención de hacerse con una genética nueva de animales que dupliquen su producción.

Hoy en día tiene 25 vientres, produciendo cerca de 70 toneladas por año. Con la genética, planea aumentar ese número a 900 toneladas por año.

Como es común en las generaciones contemporáneas, ninguno de sus hijos está especialmente interesado en las labores de su padre, aun así, el no descarta que a futuro estos cambien de parecer al ver el resultado que esa noble labor deja de recompensa; “los empleos no dejan de ser empleos, y para mí no hay nada como un negocio propio”.

Y ahora, después de tres matrimonios, cuatro hijos, 30 años en el negocio y toda una vida de aspiraciones, triunfos y sueños cumplidos, Juan Francisco siente la brisa fresca de la mañana en su rostro, pero su mente mira hacia el futuro y asegura, con viva voz, que seguirá ahí, de pie en la tierra que lo vio nacer, haciendo lo que ama hasta que el cuerpo y la vida se lo permitan.

Bryan Pichardo Gallegos / El Despertar del Campo

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