Temporada alentadora

Indiscutiblemente el ramo productivo de la cebolla presenta una notable tendencia a la alza respecto de sus principales indicadores comerciales, con una fuerza pujante en todos los mercados, lo que habla de una creciente demanda tanto nacional como internacional, coyuntura favorable que por sus matices estacionales y globalizados se torna impredecible pudiendo dar un giro en contra de un instante a otro, no obstante de ese latente riesgo, hasta el momento y a diferencia de ciclos anteriores la temporada es reconfortante con precios de la hortaliza que suponen para el productor por lo menos recuperar los costos de operación y en el mejor de los casos se estiman significativos márgenes de utilidad que justamente retribuyen su empeño y dedicación.

Asimismo, es de destacar que en los últimos años el nivel de rendimiento y los índices de calidad han presentado un incremento importante, esto gracias a la correcta implementación de la tecnología, con notables innovaciones en componentes como la genética, la nutrición y el riego, el manejo del suelo, equipo y maquinaria, y en general en los sistemas o métodos de producción, facilitando con ello el desempeño con un menor desgaste de recursos naturales, económicos y humanos, lo que definitivamente abre las puertas a nuevas y mejores oportunidades, convirtiendo así a este cultivo en un valioso polo de desarrollo. Además prioritario en la alimentación del mexicano al mantenerse como un ingrediente versátil e indispensable en la mayoría de los platillos tradicionales, a los cuales aporta un sabor distintivo y nutritivo, y les da un color y un aroma especial; y aunque las hay amarillas y moradas, la cebolla más común en el país es la blanca, de figura redonda y textura crocante, destinada principalmente para su consumo en fresco.

“Hoy día el desarrollo tecnológico es algo muy evidente, el cual al ser integrado dentro del entorno agrícola se convierte en el concepto medular que ha potenciado un significativo avance dentro del cultivo de cebolla, logrando como principal resultado mayores y mejores cosechas, pero a pesar de que tal condición ha transformado al sector en uno más eficiente y productivo, también tenemos que reconocer que el constante incremento en los costos de producción es una seria limitante, dado que el valor de los insumos necesarios mantiene una marcada tendencia ascendente, y aunque afortunadamente esa línea creciente igualmente se puede ver reflejada en el precio comercial de la hortaliza para el actual ciclo, tal contraste convierte al ramo en una actividad de grandes riesgos e inversiones las cuales asimismo van en aumento cada año”; así lo determinó Rodolfo Enríquez Chávez, encargado de producción de Rancho Los González liderado por el Sr. Víctor González, unidad situada en suelos próximos a la localidad de José María Morelos (Colonia Morelos) perteneciente al municipio de Fresnillo, Zacatecas, en la que se manejan cultivos como chile, tomatillo, jitomate, y recientemente se cosecharon alrededor de 24 hectáreas de cebolla blanca.

“El mejoramiento en genética es uno de los aspectos a los que tratamos de darle un poco de mayor empuje, ya que es donde sentimos que realmente radica la base del éxito, dado que teniendo el potencial necesario y con un buen manejo los resultados pueden llegar a ser sobresalientes siempre y cuando las condiciones agroclimáticas lo permitan, por ello se ha optado desde hace años en trabajar con semillas híbridas de alta calidad y rendimiento, con la precisión de que dependiendo de la época es el tipo de variedad que se planta, ya que tanto la formación y desarrollo del bulbo están determinados por la duración del día, por ello las hay de días cortos, intermedios y largos, pero a grandes rasgos en cebolla blanca el material que por lo general empleamos es Cirrus de Seminis, ubicada en el segmento de día corto de precocidad intermedia, con bulbos muy uniformes de un color brillante y tamaños grandes y jumbos en forma de globo, con un alto porcentaje de un solo centro y una alta tolerancia a verdeo, su follaje es bastante vigoroso, y simplemente es la que mejor nos ha funcionado siendo más rendidora y más resistente a enfermedades, la cual se ha adaptado bien al manejo dentro de nuestros programas productivos y sobre todo a las condiciones ambientales de esta región, indicadores que son determinantes para la expresión del máximo potencial, llegándonos así a dar de 80 a 85 toneladas por hectárea, con picos que han alcanzado hasta las 90 toneladas; además, es una de las cebollas más buscadas por los compradores o comercializadores por su peso, tamaño y estética, situación que cuenta mucho”.

“Nosotros mismos producimos o criamos la planta en semilleros o almácigos en piso, la cual posteriormente será trasplantada al terreno definitivo. La semilla se siembra en noviembre en una sola etapa, y aproximadamente para que la plántula germine y se desarrolle por completo se lleva un lapso de 2 a 2 meses y medio, tiempo en que alcanza un diámetro correcto del bulbillo y una buena talla para que vaya a su plantación lo más maciza posible y con una excelente cobertura de raíces, ya que eso es lo que permitirá que se arraigue firmemente”.

“El trasplante de estas cebollas se realizó exactamente el día 20 de enero de 2019, y dado que su maduración es de alrededor de 4 meses, para el pasado 20 de mayo ajusto su ciclo, estos tiempos obviamente dependen mucho de factores tanto ambientales como de manejo, por lo que se pueden presentar variantes que alarguen o acorten el periodo natural del cultivo”.

“La tarea propia de plantar se realiza de forma manual por medio de personal encargado de introducir la plántula con el dedo en la marca dispuesta sobre el piso, al insertarla siempre es conveniente colocarla lo más vertical posible, justo al centro, cuidando que las raíces no se doblen, y a una profundidad en cuanto la raíz quede bien cubierta, lógicamente antes de esto se tiene que sacar la planta del almácigo con el mayor cuidado posible para no maltratar ni raíces ni tallos, se acarrea en rejas o cajas de plástico, y cada quien va tomando sus plantas, se amarran un costal a la cintura, lo llenan y se ponen a plantar, comenzando por la mañana a partir de que se pueda ver bien con los primeros rayos del sol, buscando con ello las temperaturas más frescas tratando de que las plantas se estresen lo menos posible con el calor, así como para avanzar velozmente en superficie, por lo que es una labor relativamente rápida; en este caso de las cebollas la plantación se puede trabajar en suelos tanto secos como mojados, según como este el tiempo, ya que hay ocasiones en que llueve y no tenemos de otra más que plantar de esa forma, por lo que para mayor seguridad mejor optamos por mojar todo mediante el sistema de riego, pero si el clima lo permite también se puede trasplantar en seco e inmediatamente después aplicar la humedad pertinente, especificando que en estas tablas se plantó en mojado. Siempre tratamos de que el cultivo se establezca en tierras buenas, por lo que buscamos las mejores, esto con la intención de darle las condiciones óptimas al híbrido para que exprese todo su potencial de rendimiento, ya que al ser semillas de un alto valor comercial tratamos de trabajarlas con toda la mano para que la inversión sea redituable, con una relación costo-beneficio favorable”.

“Antes de trasplantar, lo primero para establecer apropiadamente el cultivo, es preparar adecuadamente el suelo, por ello en nuestro caso arrancamos con paso de subsuelo, después se mete la rastra dos o tres veces buscando que la tierra quede lo más molida y porosa posible, posterior a ello se surca o acama con la surcadora o acamadora, implemento que al mismo tiempo en que va haciendo la cama va tirando la cinta para el riego y va marcando los orificios donde ira cada planta, además de ir aplicando la fertilización de fondo. A grandes rasgos, el sistema de producción que manejamos para la cebolla lo podemos definir como campo abierto sin acolchado en camas de 1.6 metros a doble hilo con la colocación de una cinta Toro calibre 5 mil de alto flujo en la parte central para el riego por goteo, enterrada a unos 2 centímetros aproximadamente, la distancia entre un hilo y otro es de alrededor de 20 centímetros, y de 10 a 15 centímetros de separación entre plantas; bajo dicho diseño llevamos varios años trabajando, y la verdad es que nos ha dado buenos resultados, ya que con este tipo de distribución se disminuye la competencia por agua y nutrientes, y se permite el paso de una mayor cantidad de luz y oxígeno, estimulando con ello un mejor y rápido crecimiento del cultivo, además de facilitar labores posteriores como el control de plagas y malezas, así como la misma cosecha, entre otras”.

“Arraigada la planta en campo, se busca darle un manejo agronómico integral, con riegos y una nutrición eficiente, prevención y control en tiempo y forma de malezas, plagas y enfermedades, basados en una observación constante en cada una de las diferentes etapas del cultivo, tratando con ello determinar con precisión las principales demandas que éste genera. Sin duda, el tema de la nutrición vegetal es muy variable ya que depende de un sinfín de factores, por lo que para acertar tenemos que monitorear cada una de las condiciones presentes, tales como el suelo, clima, temperatura, humedad, aspecto del cultivo, e ir escuchando que es lo que las plantas dicen y viendo poco a poco cómo es que estas van reaccionando, para en base a ello determinar que nutrientes aplicar y en qué cantidades, en nuestro caso, poco, pero prácticamente todos los días fertilizamos vía cintilla, con elementos básicos como el cloruro de potasio, calcio y sulfato de magnesio, que son los que en general demanda más la planta”.

“Al igual que la fertilización, el manejo del agua se rige conforme a diferentes condiciones, evidentemente entre más grandes las plantas demandan de una mayor cantidad, por lo que en las primeras etapas después de su plantación es mínima el agua que requieren, volumen que paulatinamente va en incremento conforme el cultivo va creciendo; a grandes rasgos, para regar la superficie de 24 hectáreas de cebolla establecidas, se dividieron en 12 secciones, a las cuales doy la vuelta completa en un promedio de 30 horas, es decir, empiezo en cualquier punto y a las 30 horas debo estar otra vez en ese mismo punto de partida”.

“Aunque una de las plagas que pega mucho en esta región es el gusano minador, afortunadamente este año las cebollas se fueron limpias y bastante sanas, sobre todo esta variedad que es de día corto, en la cual hemos visto que son pocos los problemas fitosanitarios que se llegan a presentar, ya que en esa época los climas hasta cierto punto son frescos y sin tanta humedad, lo que es muy favorable, ya que cuando la humedad y el calor se incrementan se dispara la propagación de hongos, bacterias e insectos, por ello un aspecto importante es un control apropiado del riego para evitar la acumulación excesiva de agua, en ese sentido es que le damos mucha prioridad a ese componente, además de que es por ahí por donde la planta come, de esa forma uno de los principales objetivos es lograr un riego muy eficiente, apegados al factor clima, en donde si por ejemplo vemos que esta nublado metemos menos horas de riego, o si hace mucho sol aumentamos el tiempo de aplicación de agua”.

“Una vez llegada la madurez del cultivo, observamos ciertos indicadores para comenzar a cosechar, el principal y más importante es el doblado del vástago, señal inequívoca de que la cebolla ya está rendida, ahí la sabia del tallo empieza a bajar al bulbo para que este llene y amacice perfectamente, logrando un cierre muy fino del cuello, característica que la mayoría de los compradores buscan, ya que cuando la cebolla no queda bien sellada se rebrota, y a los 8 o 10 días después de que se mocho le vuelve a salir la pullita con lo que pierde su valor comercial; por ello la importancia de cerrar bien el cultivo retirando el suministro de agua por lo menos unos 8 días antes de iniciar a cosechar, para que el bulbo chupe bien todo el jugo del vástago, logrando así una óptima calidad y consistencia de la cebolla. En su punto, los bulbos se aflojan con un tractor equipado con cuchilla, buscando con ello desprenderlos del suelo para que al momento que la gente entre se les facilite la tarea de mochar raíz y tallo con tijera, dejando nada más la pura bola; se van amontonando en hileras para posteriormente darles una barrida con escobas para limpiarlas tratando de tumbarles tierra y demás residuos para que agarren un color brillante y muy bonito, de ahí se van seleccionando y se van empacando manualmente en arpillas por tamaños, y según como este la cebolla hacen 3 o 4 clasificaciones, la chica, la mediana, la grande y la jumbo, para de esta forma ser finalmente embarcadas en el transporte que las llevara hasta las plazas de consumo”.

El valor comercial del producto se define en base a la ley de la oferta y la demanda del mercado, al igual que a su nivel de calidad determinada en campo, planteamiento respecto del  cual el Sr. Enríquez Chávez concluyó; “el margen de utilidad que podemos obtener como productores esta en relación directa al nivel de abastecimiento del producto, por lo que si las plazas no se han saturado y nos tocan buenos precios el cultivo llega a ser muy rentable, de lo contrario no salen ni los costos, no obstante, hay que reconocer que actualmente aunque las inversiones son altas con insumos necesarios para producir a la alza como diésel, gasolina, energía eléctrica, fertilizantes, cintas de riego y mano de obra, entre otros, afortunadamente también el valor comercial de nuestro producto ha subido, y al rango que hoy se está manejando si se pagan los gastos y queda algo de ganancia”.

“Además, cabe señalar, que la esencia natural de la agricultura implica la presencia de grandes riesgos, como puede ser una granizada, una enfermedad, o un desplome en los precios, por lo que definitivamente como productores siempre estaremos remando contra corriente, siendo muy poco lo que podemos tener seguro ya que siempre existirá un peligro latente, sin embargo, con la vocación necesaria y orgullosos de la labor desempeñada, soportados por un suelo y un clima privilegiado como el que aun hoy tenemos, lograremos sacar adelante la cosecha a pesar de los agobiantes desafíos”.

Definitivamente el cultivo de cebolla es un detonante estratégico de crecimiento para el estado, dado que representa un valor comercial en promedio aproximado de 300 millones de pesos por ciclo (disparado en el actual según estimaciones a más de 2 mil millones de pesos), mediante una producción de más de 140 mil toneladas, cosechadas en una superficie de 4 mil hectáreas, parámetros que posicionan a la entidad como una de las principales productoras del país.

Por sus matices estacionales y globalizados el futuro comercial de la cebolla se torna impredecible pudiendo dar un giro en contra de un instante a otro, no obstante de ese latente riesgo, afortunadamente hasta el momento y a diferencia de ciclos o años anteriores la temporada ha mejorado, con precios de la hortaliza que suponen una justa retribución al esfuerzo diario del productor.

 

 

Salvador Juárez / El Despertar del Campo

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