Diversificación forrajera

Como la mayoría de los sectores productivos, el agrícola y ganadero, sin duda se enfrentan al gran desafío de aumentar su producción ante la creciente demanda de alimentos, bajo un agobiante escenario que obliga al incremento de la eficiencia en el uso de los recursos naturales, tratando de sustituir practicas de manejo tradicionales por otras mas sostenibles e innovadoras, por tanto, las acciones tienden a orientarse en la diversificación de cultivos convencionales por especies igual o más rendidoras y más sustentables, logrando así una correcta rotación necesaria para proporcionar una dieta animal rica y variada, arraigando plantas capaces de explorar diferentes capas de suelo en busca de nutrientes, a profundidades que son inaccesibles para el cultivo habitual, lo que además genera una flora y fauna edáfica benéfica y diversa, ya que las raíces segregan diferentes sustancias orgánicas que atraen distintos tipos de bacterias y hongos, los cuales a su vez desempeñan una importante función en la transformación de los elementos en nutrientes disponibles para las plantas, asimismo, este concepto también conlleva un valioso desempeño fitosanitario, puesto que previene la transmisión de enfermedades e insectos patógenos específicos de un cultivo a otro, reduciendo el riesgo de daños por infestaciones de plagas y malezas.

En ese sentido, el objetivo esta en ampliar las fronteras agrícolas y del conocimiento, introduciendo nuevas alternativas forrajeras tanto para el ciclo primavera-verano como para el otoño-invierno, útiles para rotar con cultivos tradicionales como maíz o avena, adoptándose e integrándose correctamente a las condiciones de los diferentes sistemas de alimentación del ganado para obtener buenos parámetros de calidad y cantidad de derivados propios como la leche y la carne.

“La complejidad al entrar en una condición de riesgo representada por el temor natural a lo desconocido, es una de las principales causas que nos limita como productores y hasta cierto punto nos cierra las ventanas del desarrollo, por ello la necesidad, no como una variable, sino como una obligación, de perder el miedo a la innovación, siendo más abiertos y receptivos a los cambios, ya que es ilógico esperar resultados diferentes si seguimos sembrando y cultivando igual que hace décadas, más aun cuando vemos que todo en el mundo se ha modificado, el clima, los mercados, la economía, la cultura, etc., planteamiento por el cual nos hemos dado a la tarea de evaluar nuevos cultivos que puedan adaptarse satisfactoriamente a las circunstancias de nuestra región, ya que no podemos seguir sembrando solamente maíz y avena, con rendimientos cada vez más endebles y con alteraciones que dificultan la obtención de buenas cosechas, tratando así de introducir plantas como el girasol, el triticale, el sorgo, y otras que se adapten acertadamente al entorno y que complementen en justa medida la parte nutricional, dada nuestra vocación eminentemente ganadera, encontrando de esta manera forrajes que nos sean útiles para la alimentación de nuestros animales y que promuevan una mayor producción de leche o que el becerro se desarrolle más rápido para una pronta y mejor comercialización, lo que al final del día nos permita recibir una íntegra retribución por el esfuerzo diario que realizamos como productores”; así lo compartió el Ing. Erick Marcos Ortega Valdez, experimentado agricultor y ganadero, quien en el pasado ciclo sembró diversas vitrinas de innovación, promovidas y asistidas por el Programa Crédito Ganadero a la Palabra de la SADER dentro de su componente de complementos alimenticios, bajo una superficie de poco más de 4 hectáreas con cultivos como triticale, girasol, rábano, sorgo, canola y 11 diferentes variedades de maíz, todos ellos destinados a la producción de forraje para la alimentación del hato ganadero, conformado por 20 cabezas bovinas, 10 lecheras y 10 Beefmaster para doble propósito, módulos de intercambio productivo establecidos en las privilegiadas tierras de la sierra templada subhúmeda del municipio de Monte Escobedo, Zacatecas, regidos así bajo la modalidad de temporal con un rango de precipitación que va de los 600 a los 800 milímetros anuales, una altura sobre el nivel del mar de 2,200 metros en promedio y una temperatura media de 16° centígrados, características que propician un majestuoso y verde paisaje, conformado tanto por sistemas montañosos accidentados donde crecen vastos bosques de encinos, pinos, robles y cedros, así como por extensas llanuras donde proliferan excelentes pastizales, apropiadas condiciones por las que desde hace décadas la ganadería representa una de las principales actividades económicas de la región, dándole a esos suelos el sello emblemático de ser uno de los más fructíferos centros de producción agropecuaria de la entidad.

“Dicen que, para ser un buen ganadero, antes se tiene que ser un mejor agricultor, por lo que sin duda ambas profesiones se complementan, concepto por medio del que surge la intención de buscar opciones de solución al problema de fondo que existe en el estancamiento de una agricultura tradicional, mediante la transición hacia un campo mas rentable y competitivo, a través del diseño y operación de estrategias que promuevan un correcto sistema de reconversión el cual disminuya la presión sobre los recursos e incremente el rendimiento, bajo mecanismos que permitan estimar el nivel de riesgos, determinar la capacidad de trabajo y fijar los costos de producción, más aun si observamos el actual escenario económico determinado por la incertidumbre del futuro, lo cual traza serias condiciones de estrés bajo rigurosos cambios, creando así serios desafíos, no obstante, el reto puede ser superado en base a la integración del talento, la experiencia y la entrega de nosotros como productores, con el respaldo de la innovación y la adaptación aportada por investigadores, técnicos y expertos que en sus manos llevan la responsabilidad de ampliar los límites del conocimiento”.

“Antes que nada debemos entender que nuestra actividad debe ser un negocio rentable, el cual nos permita mantener y elevar el nivel de vida, reconociendo a su vez, que la ganadería es un ramo bastante complejo e integral, que no solo tiene que ver con la posesión y reproducción de animales, sino que también se tienen que incorporar adecuadamente componentes como la producción de granos y forrajes, el manejo de agostaderos, la administración, el desarrollo genético, entre otros elementos que como productores tenemos que dominar para mejorar, profesionalizando así nuestro trabajo, evitando con ello el tener a las vacas solamente de adorno, al contrario, facultar a nuestro ganado para que sea más productivo y de resultados positivos constantemente, apartado donde lógicamente entra el tema de una buena alimentación, ya que sin nutrición no hay reproducción, y sin duda nosotros mismos podemos fabricar esas excelentes raciones desde nuestros propios barbechos, de ahí la importancia de ampliar el portafolio de cultivos forrajeros para ofrecer una dieta más variada y completa a nuestro ganado, con opciones que sean sostenibles, lo que nos ha llevado a sembrar por primera vez especies diferentes a las que comúnmente se manejan en la zona como el maíz y la avena, mediante ensayos que nos han permitido conocer y proyectar la utilidad de sistemas como el girasol, el sorgo, la canola, pero sobre todo, hemos podido observar un especial potencial de producción y adaptación en el caso de las siembras de triticale, forraje que sin duda vemos como una latente alternativa capaz de renovar nuestros programas productivos, el cual, aunque es prácticamente desconocido en la región, definitivamente para el ganado será de gran beneficio y éste estará feliz al ampliar y cambiar sus hábitos de alimentación, mediante un complemento importante en la dieta capaz de aportar un alto contenido de proteína y energía, que ha sido desarrollado y adaptado a una gran diversidad de climas y suelos, pero favorecido notablemente por ambientes templados como los nuestros, lo que nos da confianza y optimismo en la obtención de mejores frutos”.

Como es sabido, el triticale es un cereal sintético obtenido a partir de la hibridación del trigo y centeno, con el objetivo inicial de combinar el elevado valor energético y proteico del trigo con la rusticidad agronómica del centeno; cultivo que ha ido evolucionando paulatinamente hasta representar actualmente una atractiva opción forrajera que apoya la sustentabilidad ambiental y la viabilidad económica de la ganadería nacional, el cual posee una superioridad genética en la capacidad de producción de biomasa en comparación al trigo, con el mismo potencial de rendimiento, además de una gran resistencia a la mayoría de enfermedades foliares y una elevada eficiencia en el aprovechamiento de agua, por lo que en conclusión, las décadas de mejoramiento realizado en el país, han hecho del triticale un cultivo altamente competitivo y adaptado, tolerante a heladas, sequías y suelos problemáticos, lo cual implica una benéfica disminución en costos de producción y un incremento en cantidad y calidad de la cosecha, por lo que sin dificultades puede remplazar a cualquier otra especie forrajera de competencia.

En ese sentido, el Ing. Ortega Valdez agregó; “dentro de lo que hemos podido observar y constatar, el triticale es un cultivo menos delicado que una cebada o una avena, inclusive que el propio trigo, lo que nos ha permitido reducir la inversión con la estimación de un significativo incremento en el rendimiento, ya que según vemos el gran tamaño de la panoja, pensamos que de grano podríamos sacar unas 5 toneladas por hectárea, pero si cortamos, lo manojeamos y a los pocos días lo molemos, en estado de grano masoso, o lo ensilamos como lo pensamos hacer para revolverlo con el maíz y ya desde la cosecha ir haciendo una buena ración para el ganado, de este modo, ya con toda la materia que levanta uno del barbecho andaríamos sacando de 8 a 10 toneladas de forraje por hectárea”.

Posicionado competitivamente en el ramo ganadero nacional, el triticale es usado como forraje en verde, molido en seco, o para grano, y sin duda es superior en producción forrajera independientemente de en qué etapa se corte, tanto si se cosecha temprano para tener un material de muy alta proteína tipo alfalfa, así como si se corta para empacar o para hacer silo, además de su cosecha para grano seco maduro, en cada una de tales etapas su productividad es alta sobre todo en ambientes favorables bajo esquemas de riego, en tierras buenas y con una fertilización adecuada, pero su desempeño sobresale en condiciones de producción marginales, con escasez de agua o temporales secos y en suelos problemáticos. Aunado a ello, también existen otras ventajas agronómicas, como el hecho de que es un cultivo más alto y que crece más vigorosamente que el trigo, por lo que compite mejor con las malezas y las suprime.

El triticale sembrado en el módulo de innovación, de aproximadamente 2.5 hectáreas, por el Ing. Erick Marcos Ortega, fue de la variedad Bicentenario liberada por el CIMMYT, respectó de lo cual señaló; “definitivamente es un material sobresaliente con una gran resistencia a enfermedades y gran capacidad de adaptación a nuestras condiciones, que ha venido a suplir una serie de deficiencias o factores alternos que limitaban la producción, semilla de la cual más o menos sembramos una densidad de 100 kilos por hectárea, al voleo bajo una profundidad de 5 a 6 centímetros”.

“Iniciamos con la preparación del terreno en tiempo de seca, alrededor del mes de marzo, volteamos y posteriormente eliminamos la primera nacencia de hierba con algunos pasos con rastra; de ahí entramos propiamente a la siembra realizada en seco, primero establecimos el maíz el día 20 de junio, y unos días después, aproximadamente el primero de julio sembramos el triticale, el cual se lleva a madurez alrededor de 3 meses y medio a 4 meses, de 100 a 110 días, por lo que podemos decir que esta especie es como un maíz chiquito, ya que relativamente lleva un ciclo y un manejo muy similar al del maíz. Cabe señalar que con la siembra o el tapado de la semilla nuevamente suprimimos lo que es la maleza, y posteriormente la competencia y el sombreado que da la planta del triticale no la deja desarrollarse, por lo que no fue necesaria ninguna aplicación de herbicida”.

“Dentro del apartado de lo que es la nutrición vegetal, a grandes rasgos aplicamos Nitromag de Yara, que es una combinación de nitrógeno nítrico, nitrógeno amoniacal y magnesio, lo que permite una rápida disponibilidad para el cultivo potenciando el rendimiento, esto a razón de 200 kilogramos totales por hectárea en 2 momentos distintos, uno a la siembra revuelto con la semilla, y posteriormente cuando la planta estaba empezando amacollar. En este punto también es importante señalar que la fertilidad del suelo está relacionada con su pH, por lo que debemos de conocerlo, siendo un parámetro que se mide en una escala del 1 al 14, la cual indica que tan ácido o alcalino es, entendiendo que la asimilación optima de los nutrientes se da siempre y cuando estemos dentro de un rango de pH de 6 a 8, conocido como pH neutro, ya que entre más ácido o más alcalino sea los fertilizantes dejan de funcionar o simplemente se inactivan”.

“Una característica típica de esta región y como en otras zonas donde la precipitación es relativamente alta, es la acides del suelo, por lo que de inicio decidimos realizar un análisis para conocer a fondo estas condiciones de pH, el cual como suponíamos arrojo un pH ácido de 4.3 pero esto en suelos donde se sembró el maíz, los cuales tienen una topografía en pendiente, situación por la que optamos por aplicar 2 toneladas de cal por hectárea con el fin de enmendar dicho desequilibrio; afortunadamente la tierra donde se sembró el triticale tiene condiciones diferentes, dado que aunque están prácticamente juntas, ésta se ubica como en un bajío donde todo lo que escurre aquí mismo se va quedando, resultando así con un pH de 6 por lo que no fue necesaria la aplicación de cal ni de ninguna otra enmienda”.

“Aquí, como en toda región agropecuaria, el principal riesgo es el natural, más aún cuando se está regido exclusivamente bajo las condiciones del temporal, pero satisfactoriamente no podemos quejarnos siendo que este fue un buen año donde nos llovió bastante bien, aparte de que la sierra es muy húmeda lo que promueve un notable desarrollo vegetativo. Por otra parte, la genética vegetal y animal han mejorado, hay nuevas variedades y otros tipos de cultivos, prácticas y sistemas renovados, tenemos mayor y mejor orientación y asesoría, pero el incremento constante en los costos de producción es una de nuestras principales preocupaciones, donde de plano ya no hallamos que hacer con el tema de los combustibles como el diésel; asimismo, cabe precisar que la semilla de triticale la adquirimos a 10 pesos el kilogramo, gastando así alrededor de mil pesos por hectárea dentro de dicho concepto, por lo que en general estamos hablando de una inversión de 4 mil pesos por hectárea para producir triticale, y alrededor de 10 mil pesos por hectárea para maíz”.

Para finalizar, el Ing. Ortega Valdez concluyó; “la principal necesidad que nos hará movernos, será el factor económico, por ello requerimos hacer cuentas con avena y con maíz, para sacar los costos de producción reales, así como comparar la riqueza nutritiva, y con la asesoría básica financiera abrir un panorama más claro, que nos permita ver, que cultivos como el triticale, tal vez no sean la panacea o la solución definitiva, pero si serán parte del abanico de oportunidades que tendremos como ganaderos, dada su gran adaptabilidad y su rusticidad soportando mejor enfermedades, heladas y sequías, entre otros factores estresantes”.

Expandir las fronteras agrícolas y del conocimiento, introduciendo nuevas alternativas forrajeras útiles para rotar con cultivos tradicionales, son parte de la combinación que abrirá la puerta hacia la evolución del campo en uno más sustentable y competitivo.

Espera la 2ª parte de este valioso reportaje, en próximas ediciones…

 

Salvador Juárez / El Despertar del Campo

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