Función social de la propiedad

En la propuesta de mejorar la producción del campo, así como mejorar la situación socioeconómica de sus actores, las medidas jurídicas de obligación de la producción bien pueden empatar en una política rural polivalente. Esta política debe incluir un reordenamiento de la propiedad rural, no solamente en el sentido de registrar a los nuevos tenedores, sino de elaborar un inventario de las tierras ociosas y de establecer para los nuevos titulares las obligaciones correspondientes; desde luego que la obligación de cultivar la tierra es correlativa de un programa ambicioso de mejores subsidios preferenciales y oportunos, pero con su respectiva prueba de producción, señalando que muchos subsidios se otorgan sin que el propietario cultive.

El aumento en los ingresos del campo debe ser, a la vez, parte de una política integral de recuperación del salario en las ciudades; de no ser así, los precios de los productos no podrían ajustarse para conseguir que la tarea de producción agrícola sea rentable. He aquí uno de los grandes equívocos del sistema económico mexicano; los precios de los productos agrícolas han sido mantenidos a la baja de forma que no son rentables debido a que las masas urbanas no pueden pagar precios actualizados y competitivos, esta ha sido otra causa preponderante del abandono de la parcela. Por consiguiente, los ajustes jurídicos deben ir más allá del reajuste en la estructura de la tenencia de la tierra, que debe acompañarse de un reajuste en la política programática y presupuestaria hacia el campo.

Como es perceptible, la función social de la propiedad no solamente implica imponer obligaciones de tenencia y producción, sino también crear garantías de crédito, de seguros y de reajuste de precios, así como de la eliminación definitiva de los agentes intermediarios que son quienes por décadas han sido los grandes beneficiarios. Asimismo, se debe también intercalar una política social de suministro del agua con concesiones garantizadas a los productores, así como un impulso a la instauración de centros de acopio regionales autónomos para evitar la centralización.

Es importante aclarar que el campo mexicano necesita recuperar el arraigo sobre la tierra, pero también requiere esta vuelva a ser un factor de renta y no una carga. Los cambios jurídicos bajo un aspecto de función social no serán certeros sin programas eficientes que de verdad estén dirigidos a subsanar problemáticas añejas. La tierra, a diferencia de otros medios de producción, hay que imprimirle una emoción de apego para que pueda interesar al productor a su dedicación y eso va más allá de una reforma legislativa.

Se requiere una reforma agraria, no exactamente igual a la de hace un siglo, sino una nueva bajo un modelo de ordenamiento de la tierra que, a todos aquellos que no se les pueda asignar, contemple otras maneras de obtener beneficios de la producción. México tiene los recursos naturales, materiales y humanos para lograr ser productivo y fecundo en el sector, pero, sobre todo, capaz de llegar a la meta de la soberanía alimentaria. El debate está abierto y lo peor sería cancelarlo.

De nueva cuenta agradecemos su atención, y lo invitamos para que nos comparta sus comentarios, creando con ello un vínculo dinámico que promueva pasión por el campo y sus valores.

El Despertar del Campo, La Nueva Visión Del Agro…

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