La semilla de ajo como transmisor de enfermedades

Debido a que el sistema de propagación de ajo es exclusivamente clonal o vegetativo, la semilla puede acarrear un gran número de patógenos o bien, encontrarse dañada por causas abióticas que facilitan la invasión por otros microorganismos. Los estudios realizados en el Campo Experimental Zacatecas, dependiente del INIFAP han permitido identificar algunos de esos patógenos en la semilla de ajo utilizada en los estados de Aguascalientes y Zacatecas.

Una colecta de semilla de 25 materiales de ajo llevada a cabo en 2015 entre productores de Aguascalientes y Zacatecas fue utilizada para identificar los patógenos presentes; en la mayoría de la semilla colectada se encontraron uno o más patógenos. Entre los hongos identificados en forma superficial sobre las catáfilas de la semilla se encuentran los géneros Ulocladium spp., Curvularia spp., Alternaria spp., Stemphyllium spp., Rhizoctonia spp., Fusarium spp., Verticillium spp. y Penicillium spp. En Aguascalientes y Zacatecas es común la infección de plantas por Fusarium spp., especialmente al final del ciclo mientras que las infecciones por Penicillium spp., son más comunes en las primeras etapas del cultivo. Desde luego, la semilla también es capaz de acarrear los esclerocios de Sclerotium cepivorum Berk., el agente causal de la pudrición blanca, principal enfermedad del ajo y la cebolla en esta región (Figura 1).

Es importante señalar que aunque esos organismos se encuentren sobre las catáfilas de la semilla y frecuentemente no profundicen en sus lesiones, su presencia puede ser de riesgo para las raíces jóvenes de las plántulas que germinan, de ahí la importancia de “curar” la semilla de ajo (Figura 2). Las pérdidas provocadas por daños de patógenos o abióticas fueron más severas en colectas de los tipos Calerense y Español.

Si bien no se trata de un patógeno, el ácaro Rhizoglyphus spp., fue detectado en cinco de las muestras colectadas; ésta plaga daña las raíces de las plantas y puede incrementar la infección de hongos como Fusarium spp. No se encontraron ácaros del género Aceria tulipae K., el cual es vector de patógenos virales aunque su presencia ha sido mencionada en Guanajuato. La semilla de ajo también puede llevar en su interior algunos agentes virales; por medio de la técnica serológica ELISA se consiguió determinar la presencia en ella de algunos virus como el del jaspeado del tabaco (TEV: Tobacco etch virus), latente del shallot (SLV: Shallot latent virus), de la franja amarilla del puerro (LYSV: Leek yellow stripe virus), del enanismo amarillo de la cebolla (OYDV: Onion yellow dwarf virus) y el del mosaico común latente del ajo (GarCLV: Garlic common latent virus). La infección del diente por estos virus no causa síntomas evidentes por lo que es difícil eliminar los bulbos infectados viralmente. Además de la semilla algunos de estos virus pueden ser transmitidos por áfidos o pulgones.

Los nematodos son gusanos redondos de tamaño microscópico que viven en el suelo y en algunos casos llegan a afectar las raíces de las plantas. El nematodo de los bulbos Ditylenchus dipsaci Kühn causa la muerte de plantas al destruir sus raíces y deformar los bulbos de ajo y cebolla. Su presencia ha sido reportada en parcelas de cebolla y ajo de Aguascalientes y Zacatecas. Los bulbos de ajo dañados al ser cosechados y mezclados con bulbos sanos pueden contaminarlos, aún en el almacén y de esta manera pasar a los bulbos sanos e infectar la semilla. Esta es una de las razones para eliminar todos los bulbos que presenten deformaciones o pudriciones.

Es común que los dientes de ajo muestren una mancha de tamaño y forma variable pero de color café a rojo y de aspecto hundido que afecta el tejido del diente (Figura 3); no se han encontrado patógenos consistentemente asociados con éste tipo de lesiones por lo que es probable que se trate de alguna forma de degradación química no infecciosa o pueda estar asociada con lesiones mecánicas que inicien el proceso de degradación química.

Es oportuno recordar que el primer paso para obtener semilla sana es seleccionar plantas que no presenten síntomas como manchas o deformaciones de las hojas, achaparramiento, bulbos excesivamente grandes o deformes o que provengan de parcelas con antecedentes de pudrición blanca o nematodos.

Rodolfo Velásquez Valle, Investigador del Programa de Fitopatología Campo Experimental Zacatecas-INIFAP

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