MAYO 2018

Las actividades primarias y las de la industria alimentaria están estrechamente interrelacionadas, por ello, para comprender a fondo al sector agroalimentario hay que entender que las diferentes actividades se articulan dado que los productos de unas son utilizados en muchos casos como insumos para otras subsecuentes, con el fin de generar bienes cada vez más elaborados, hasta hacerlos llegar al consumidor final.

A tal conjunto de labores interconectadas se les denomina cadena productiva, así a grandes rasgos se entiende como el conjunto de funciones económicas por las cuales se agrega valor a un producto a través de una serie de etapas de producción que inician con las actividades primarias de la agricultura o la cría y explotación de ganado, y continua con los procesos de transformación para convertir a los productos del campo en otros de mayor atractivo comercial, donde además se combinan acciones como el manejo, almacenamiento o acopio, certificación del cumplimiento de normas, empaque, etiquetado, transporte, etc., así como las de proveeduría de insumos materiales, equipos, maquinaria, infraestructura, tecnología, financiamiento, etc., incluyendo finalmente tareas por las que se coloca en las manos del consumidor final al producto mediante la distribución y comercialización al mayoreo o al menudeo.

Así, los productos de actividades precedentes pasan a tareas subsecuentes, es decir, fluyen “aguas abajo”, ya sea a través de transacciones en los mercados o por operaciones integradas verticalmente. De esta forma los bienes respectivos paulatinamente van adquiriendo características que les añaden valor, ubicándolos en momentos y lugares que facilitan su disponibilidad para el consumidor, lo que los vuelve económicamente más atractivos, por ello a las cadenas productivas se les denomina también cadenas de valor.

Con base en ese enfoque presentado por las cadenas productivas o de valor es posible obtener algunas ventajas para el análisis de la competencia y libre concurrencia dentro del sector agroalimentario, por ejemplo, bajo dicha noción es más fácil resaltar los riesgos de una oferta restringida o acotada donde se incrementaran los precios de los productos en determinadas etapas, repercutiendo directamente sobre los volúmenes de producción y los costos de las actividades subsecuentes que usan aquel material como insumo. De forma similar, esta orientación favorece el estudio de la transmisión de precios, de los insumos al productor primario, de estos a los transformadores o industrializadores, y finalmente hasta el valor comercial al que se oferta en los mercados de consumo.

Desafortunadamente en México, la gran mayoría de las unidades de producción primaria son de pequeña escala, esto implica que en muchas ocasiones no se tenga el volumen mínimo necesario para alcanzar los menores costos de producción y dar poder de negociación al productor, de ahí la existencia de los agentes económicos encargados de realizar los servicios de acopio, conocidos coloquialmente como intermediarios.

De nueva cuenta agradecemos su atención, y lo invitamos para que nos comparta sus comentarios, buscando con ello generar un vínculo positivo, a través del cual se promueva un mayor respeto por el campo y sus valores.

El Despertar del Campo

La Nueva Visión Del Agro…

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