Raíz de estabilidad y evolución

Los mexicanos y el maíz fincan una estrecha e intrínseca relación basada en un fuerte vínculo ancestral, con una profunda asociación de evolución ya que desde su domesticación se ha constituido como base de la alimentación, tornándose paulatinamente en un bien estratégico de desarrollo, concepto que a su vez lo ha llevado a mayores niveles de perfeccionamiento y especialización dentro del ámbito agronómico, con significativos avances genéticos e importantes mejoras en las prácticas y sistemas de producción, transformado con ello al cultivo en uno más estable y productivo.

No obstante de dichos adelantos y de ser por mucho el producto agrícola más importante del país, con una producción media de más de 20 millones de toneladas anuales, obtenidas en una superficie de 8.5 millones de hectáreas sembradas por 3.2 millones de agricultores, estos parámetros siguen siendo insuficientes para cubrir la demanda nacional, ya que su consumo ronda los 33 millones de toneladas al año, siendo así necesaria la importación de aproximadamente 13 millones de toneladas, 5 de maíz blanco y 8 de amarillo, indicadores que claramente reflejan un déficit del 40%, por lo que aunque México es el sexto productor mundial, también es uno de los más importantes consumidores y compradores del grano internacionalmente, lo cual lo vuelve vulnerable ante cualquier alteración de la oferta mundial, coyuntura adversa que apremia a un persistente mejoramiento de mecanismos y estrategias, así como a la incesante búsqueda de alternativas sustentables basadas en una cordial ilación entre la experiencia y la tecnología, que permitan sostener, fortalecer y potenciar la productividad y la competitividad de las unidades de baja, mediana y gran escala.

“A pesar de los grandes contrastes que la modernidad plasma en el campo, y los enormes riesgos que la agricultura conlleva dada su naturaleza, gradualmente hemos sido testigos de cambios positivos dentro del concepto del cultivo de maíz, esto a través del desarrollo y aplicación de herramientas tecnológicas de apoyo a nuestro alcance, pero sobre todo gracias al cúmulo de conocimiento que nos deja el desempeño de esta labor al paso de los años, experiencias tanto de éxito como de fracaso que forjan el carácter y nos van haciendo cada día mejores productores y en general mejores personas, siempre y cuando las dimensionemos y las valoremos emocionalmente, creando con ello un enfoque que nos permita entender a mayor profundidad la interacción existente entre las plantas y los diferentes componentes de su entorno no solo el agroclimático, sino también el social y el económico”; así lo determinó el Sr. Jorge Antonio Félix Hernández, sucesor de generaciones dedicadas al campo, quien lleva alrededor de 6 años produciendo maíz por cuenta propia y bajo esquemas de alto rendimiento, dentro de la unidad de producción llamada Rancho Pozo el Oasis localizado en suelos pertenecientes a la localidad de Ramón López Velarde (Toribio), del municipio de Calera, Zacatecas, espacio en el que sembró dentro del ciclo primavera-verano 2018, una superficie de 20 hectáreas de maíz destinadas a la obtención de grano, divididas en 10 hectáreas con variedades de color blanco y las otras 10 con un híbrido de color amarillo, materiales establecidos de mediados de mayo a mediados de julio, en seco a doble hilera mediante unidades de precisión, bajo la modalidad de riego por sistema de goteo, con una densidad de población media de 80 mil plantas por hectárea.

“De tal forma hemos optado por considerar la importancia que juega el empleo de genética avanzada a través de la implementación de semillas híbridas de alto potencial productivo, las cuales poseen fortalezas y cualidades únicas que conforme a una conducción agronómica eficiente pueden ser base en la expresión de mejores resultados; por ello llevamos alrededor de 4 años utilizando el maíz blanco 6018W híbrido de Syngenta de grano cremoso, con gran vigor y estabilidad, de ciclo a cosecha de 160 a 165 días, el cual a grandes rasgos nos ha funcionado bien y nos ha dado buenos rendimientos”.

“Además decidimos probar las nuevas variedades de maíz blanco SYN904W, SYN914W y SYN921W, también de Syngenta, las cuales estamos valorando y hasta el momento parece ser han expresado buenas características, que según nuestros asesores son su elevado poder de germinación, sobresaliente adaptabilidad, fortaleza y sanidad de tallo, raíz y hoja lo que les permite tolerar mejor condiciones de estrés, ciclo de madurez intermedio que va de los 180 a los 195 días a cosecha en promedio, y con el potencial necesario para producir altos rendimientos, lo cual estaremos midiendo una vez que se inicie con la trilla; pero en general estimamos una media de 12 a 13 toneladas de grano por hectárea, en todos los materiales que estamos manejando,  basados en una equiparación con ciclos anteriores donde hemos alcanzado hasta las 14 toneladas por hectárea, parámetros de rendimiento que obviamente dependen de las condiciones del año, la fecha de siembra, la nutrición y protección de la planta, el manejo cultural, entre muchos otros componentes que determinan el nivel de productividad del cultivo, el cual hasta la fecha manifiesta buenos rasgos, por lo que de seguir por ese camino y si Dios no dispone otra cosa, lograremos salir avante con una cosecha positiva. Asimismo, en el segmento de los amarillos, tenemos el conocido híbrido de Syngenta N83N5, maíz muy confiable y seguro, de ciclo menor a los 6 meses, con un color y calidad de grano preferido por la industria”.

“Precisando, podemos señalar que son siembras del 20 de mayo, del 10 de julio, y las ultimas del 20 de julio las cuales se realizaron con cierta desconfianza dado el temor de que las alcance el hielo, aunque afortunadamente el material que establecimos en dicha fecha ya supero la floración, por lo que sentimos que tiene buenas posibilidades de librar la cuestión del frío. El cultivo se estableció con una sembradora Cordero de 6 surcos, aspecto en el que cabe señalar que anteriormente se sembraba en tierra venida, es decir, regaba y una vez que el suelo daba piso o se encontraba en condiciones óptimas de humedad entrabamos a sembrar, hoy ya no es así, ya que con la aplicación de los nuevos herbicidas ahora se nos facilita realizar las siembras en seco, técnica con la que nos ahorramos recursos y trabajo, además en las pruebas de este año los maíces no se escardaron y han presentado mejores efectos sobre el control de la maleza ya que prácticamente no tienen, y algunos en los que si se hizo la escarda son los que presentan problemas con dicha alteración, la cual sino se combate en tiempo y forma puede llegar a perjudicar el rendimiento”.

“Si nuestro deseo es alcanzar una elevada productividad también tenemos que fijar altas densidades de población con una mayor fertilización, por lo que en las siembras de mayo y junio tenemos 80 mil plantas por hectárea dispuestas a doble hilo con una cintilla para el riego por goteo en la parte central de la cama, la separación entre hilos es de 35 centímetros y 16 centímetros de una planta a otra, con una distancia entre surcos o camas de 1.50 metros; pero en la siembra del mes de julio nada más hay 60 mil plantas por hectárea, esto con la idea de darle más espaciamiento y con ello un mayor confort, sin tanta competencia por los recursos como agua, sol y nutrientes, para que se agilice su desarrollo y se adelante su madurez, permitiendo con ello superar con mayor tranquilidad una posible helada como lo mencionaba anteriormente”.

“Antes de sembrar es indispensable llevar a cabo una buena preparación del terreno, en nuestro caso consiste en un tipo de labranza tradicional, donde se afloja la tierra con el subsuelo, se realizan pasos con rastra, se desterrona y se nivela, lo único diferente que realizamos o que dejamos de hacer es voltear el suelo, incluso ya son varios los años que no volteamos”.

“En base a los requerimientos del cultivo, a la etapa de desarrollo, pero sobre todo conforme a la observación de las diferentes condiciones de suelo y planta, es como determinamos la nutrición, aunque ya tenemos tiempo usando la misma fórmula de fertilización, la cual consta de aproximadamente 60 unidades de fósforo, 150 unidades de nitrógeno, 40 unidades de calcio y 60 unidades de potasio, más elementos menores como magnesio, azufre, etc. Todo el suministro ha sido con compuestos líquidos a través de la cintilla, ya que este año no hicimos aplicación granular de fondo, por lo que prácticamente donde no se hizo escarda no se movió el suelo para nada; lleva también sus aplicaciones foliares, sobre todo de nitrógeno y algo de hormonas para un rápido despegue y buen desarrollo. No obstante cabe señalar la importancia de partir de un análisis de suelo y agua, para conocer las características y propiedades con las que contamos y el pH, en base a lo cual podamos determinar la nutrición en tipo y cantidad con mayor precisión”.

“Al igual que en la fertilización, los riegos los programamos de acuerdo a un monitoreo constante de los factores que interactúan con el cultivo, como lo son la humedad del suelo, la etapa fenológica, y según las propiedades climáticas de radiación, temperatura y precipitación, indicadores que nos muestran si es necesario el suministro de agua o no, el cual realizamos mediante el sistema de riego por goteo con cintilla reusada Ro-Drip calibre 5 mil y manguera móvil plana Layflat. En términos generales aplicamos un riego por semana, y conforme al tamaño de la planta es la cantidad o el tiempo que se da, normalmente empezamos con 3 horas, 4 horas, y paulatinamente se va incrementando hasta las 24 horas al final, sobre todo en floración y llenado los riegos son más pesados para que abra la humedad y abastezca correctamente toda el área radicular”.

“Aunque dado el estado climático reciente en la región llevamos más de 30 días sin regar, con la presencia de considerables precipitaciones lo que ha generado algo de exceso de humedad, situación que sería alarmante si estuviésemos hablando de otros cultivos como chiles, ajos, cebollas u otras hortalizas susceptibles a daños por saturación hídrica, pero en maíz este es un parámetro que consideramos perjudica mínimamente, al contrario, la abundancia de agua es más lo que beneficia”.

En síntesis, todos los maíces dependen de una aportación óptima de agua, de una buena fertilización, pero también de un control temprano de malezas, así como de plagas y enfermedades, concepto respecto del cual el Sr. Félix Hernández señaló; “siempre debemos de tener en cuenta que sino combatimos eficientemente las principales alteraciones del cultivo, lo más seguro será una disminución en el rendimiento y por tal motivo una pérdida económica como productores, de ahí la importancia de implementar herramientas útiles de control, criterio por el que manejamos un línea muy completa de herbicidas e insecticidas de Syngenta que nos han dado excelentes resultados contra plagas como el gusano cogollero principalmente, para lo cual realizamos la primera aplicación a los 20 días de nacido el maíz, la cual para nosotros representa un punto decisivo o fundamental, conjuntando en la misma vía de administración al insecticida Denim, con la única vez que se empleó a Elumis herbicida post-emergente específico para zacates y coquillos, gracias a él, de inicio hasta la fecha hemos tenido una parcela sobresalientemente limpia, y desde hace años nos ha borrado el dolor de cabeza que representaba el problema de malezas”.

“Antes de esos 20 días mencionados, es Fortenza Duo tratamiento de la semilla, la que protege al cultivo, formulación que combinada 2 insecticidas, con lo que se facilita el establecimiento, se evita perdida de plantas por ataques de plagas y con ello una mayor uniformidad y vigor. Cuando tenemos la solvencia económica y dependiendo del estado del cultivo o bien que tenga insectos dañinos, es cuando hacemos una segunda aplicación con el mismo insecticida Denim mediante tractor con aspersora, y sino así lo dejamos hasta los 60 o 70 días que es cuando manualmente metemos aspersora de motor para una segunda o tercera aplicación según sea el caso, que por cierto esta año así fue, con el insecticida foliar de amplio espectro Ampligo el cual derriba cualquier tipo de gusano, por lo que prácticamente barrimos a las plagas”.

“Definitivamente este tipo de mezclas tecnológicas, nos ayudan a que antes de que nos ataque por completo alguna alteración, nuestra planta ya esté protegida con los activos, dado que con el simple hecho de que controlemos a la maleza antes de que se coma los nutrientes o el fertilizante que aplicamos al suelo, desde ahí ya estamos ganando kilos, o que limpiemos de gusanos antes de que se coman las hojas, igualmente desde ese momento ya vamos ganando”.

“Una vez que hallamos superado estos pasos y llegada la madurez fisiológica del cultivo, por lo general para finales del mes de noviembre, se determina entrar a cosecha de acuerdo al secado del grano, el cual bajo análisis debe promediar menos del 14% de humedad; logrando dicho estándar se posiciona en condiciones óptimas para que entre la trilladora a levantar la cosecha, la cual se destina para la tortilla principalmente en la modalidad de maíz blanco, y el amarillo para la industria o el ganado. La tarea de desgranar, según nuestra experiencia, se realiza principalmente durante todo el mes de diciembre, a excepción de las últimas siembras realizadas, las cuales se estarán trillando aproximadamente en el mes de enero”.

“No está por demás reiterar que si deseamos obtener altos rendimientos, tenemos necesariamente que invertirle al cultivo, en todas las áreas mencionadas, como en genética, nutrición y protección requeridas, energéticos, insumos, maquinaria y equipos, mano de obra, etc., por lo que en nuestro caso sumando cada uno de los costos de producción la inversión asciende a más o menos 20 mil pesos por hectárea, pero con el rendimiento mínimo que estimamos obtener y teniendo como referencia el valor del producto pactado con el comercializador, ya que todos nuestros maíces están por contrato y tenemos años bajo tal esquema, podemos concluir que para nuestras condiciones afortunadamente el maíz ha sido un cultivo rentable, ya que en promedio entre un año y otro traemos un margen de utilidad de 12 a 15 mil pesos por hectárea”.

Para finalizar, el Sr. Jorge Antonio Félix añadió; “ante el actual escenario global necesariamente como productores tenemos que reformar nuestra receptividad o afinidad a la innovación, como un medio que nos de la capacidad para aplicar un desempeño más técnico mediante la adopción de herramientas de evolución que nos permitan maximizar los beneficios y moderar la presión sobre los recursos”.

Incrementar los rendimientos en maíz, depende de la utilización de semillas mejoradas, las cuales poseen genes y cualidades únicas que liberan la expresión de máximos resultados conforme a una conducción agronómica apropiada, y bajo el establecimiento de paquetes tecnológicos eficientes, con esquemas de siembra precisos, nutrición y riego focalizado, así como un control efectivo e integral de plagas, enfermedades y malezas.

 

Salvador Juárez / El Despertar del Campo

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