Cosecha contrastante

Para el agricultor del altiplano semiárido del norte centro del país, la producción de granos básicos como el frijol es una actividad fundamental, aunque es un ramo muy contradictor y complejo, dado que la principal superficie se cultiva bajo condiciones de temporal, lo que implica por lo general una escasa y errática precipitación como precisamente fue el caso en el reciente ciclo agrícola dada una severa sequía, causa por la cual se espera un significativo descenso en la cosecha de hasta el 60% en comparación con una buena temporada, pasando así de obtener un promedio de 350 mil toneladas a tan solo una pobre estimación de 120 mil toneladas, parámetros que sin duda confirman que los rendimientos están sujetos a la ocurrencia de lluvias y a su distribución espacial en las diferentes etapas del cultivo, lo que sumado a los sistemas tradicionales empleados con prácticas agronómicas nocivas y su establecimiento en suelos con baja fertilidad o carentes de materia orgánica, han ocasionado una gran fragilidad productiva y competitiva, con un constante e imprudente desgaste de recursos naturales, deteriorando poco a poco los medios de producción así como la utilidad e incrementando los costos.

En ese sentido, a pesar de que Zacatecas y principalmente su reconocida zona frijolera conformada por los municipios de Sombrerete, Río Grande, Miguel Auza y Juan Aldama, son considerados como el centro de producción más importante del planeta, ya que en ninguna otra latitud se obtiene en una superficie compacta tanto frijol como en esta región, no obstante, éste privilegiado nivel jerárquico, para el productor representa muy poco beneficio o prácticamente ninguno, dado que difícilmente se conjuntan las condiciones idóneas para que resulte un valor de comercialización justo, y aunque quizá dicha caída en la oferta de frijol del presente año probablemente se refleje en el alza del precio de la leguminosa, la realidad es que de muy poco sirve cuando la cosecha es baja, componentes y principios que definitivamente acotan el desarrollo del sector, a los que se pueden añadir limitantes como la escasa o nula organización y planeación, la falta de información respecto de las necesidades del consumidor, una pobre diversificación e innovación, carente valor agregado aplicado al producto, intermediarismo desleal, insuficiente liquidez y solvencia financiera, créditos y apoyos desfasados, continuo incremento de los insumos, entre otros elementos que lamentablemente minimizan los méritos y desgastan las capacidades necesarias para enfrentar con aliento los desafíos que implica la inevitable evolución hacia una agricultura moderna y sustentable; por ello los esfuerzos que se realizan con la intención de mitigar esta lesiva coyuntura son de gran utilidad, sobre todo desde el enfoque de innovación y desarrollo de herramientas tecnológicas de respaldo, las cuales a grandes rasgos buscan disminuir los costos de producción atenuando el alto grado de presión aplicado sobre los recursos económicos, naturales y humanos, logrando rendimientos estables los cuales expresen resultados positivos y rentables para el agricultor, planteamiento proyectado mediante la correcta ejecución de técnicas de probada eficiencia adaptables al entorno algunas conocidas desde hace décadas pero poco aplicadas, como son el uso de semillas mejoradas con conexión a los requerimientos actuales del mercado, siembra en camas con altas densidades de población, aplicación al suelo de materia orgánica, trazo de surquearía en curvas a nivel y realización de pileteo para cosecha de agua de lluvia, determinación de fechas de siembra adecuadas de acuerdo a las características de la variedad y a las condiciones climáticas prevalecientes, rotación de cultivos y mínima labranza, así como disminución en la utilización de insecticidas, herbicidas, fungicidas y demás moléculas sintéticas, en cambio un mayor empleo de materiales biológicos y de organismos benéficos, esto solo por mencionar ciertos instrumentos tecnológicos que cuando se integran al sistema de cultivo tradicional de frijol, expresan como respuesta un desarrollo sustentable de la producción, tendente a una preferente interacción comercial basada en una mayor calidad con una mejor relación costo-beneficio, lo que a final del día se traduce para el productor en el fortalecimiento del nivel de rentabilidad y competitividad.

“Sin duda el reto en la actualidad es mejorar la eficiencia productiva, cosechar más con menos, preservando los recursos naturales, tarea nada sencilla pero posible en la medida que logremos adaptar a las condiciones propias de la región nuevos y mejores sistemas productivos en armonía con la naturaleza, realizando los ajustes necesarios en la forma de trabajar, pero principalmente en la ideología, pasando de prácticas convencionales, empleadas desde hace años, a un desempeño más moderno y efectivo”; así lo determinó el Sr. Juan Antonio Salas Salazar, agricultor sucesor de generaciones dedicadas al campo, con más de 40 años de labores dentro del sector, quien en el reciente ciclo sembró una superficie aproximada de 8 hectáreas de frijol Pinto Saltillo bajo el esquema de camas a 3 hilos, establecidas en tierras próximas a la localidad de Agua Zarca perteneciente al municipio de Sombrerete, Zacatecas, regidas así bajo la modalidad de temporal.

“Aunque la constante como productores, y con cierta razón, es coincidir en señalar que la agricultura actualmente ha dejado de ser un negocio rentable, esto por los altos costos en los insumos necesarios, tales como los combustibles, gasolina y diésel, los fertilizantes, etc., además del inminente retroceso productivo del que son objeto nuestros sistemas, con condiciones cada día más difíciles y retos cada vez mayores, provocados sobre todo por el riesgo natural que la agricultura implica, con trastornos que han golpeado durante mucho tiempo nuestra región, entre ellos principalmente la constante erosión y degradación del suelo, alteración que está relacionada con los programas de manejo que actualmente seguimos desarrollando después de varias décadas, es decir, con la manera tan tradicional como se ha venido cultivando, lo que paulatinamente ha propiciado componentes favorables para que los obstáculos crezcan, sin embargo, es este mismo escenario adverso el que ha motivado la búsqueda de nuevas alternativas abriendo con ello la puerta de mejores oportunidades, mediante la implementación de métodos y prácticas renovadas, que tal vez requieran de un poco más de esfuerzo para poder adaptarnos tanto física como mentalmente al cambio, pero con el paso del tiempo serán estas mismas modificaciones las que nos permitirán obtener resultados diferentes, ya que de lo contrario sería ilógico esperar mejores frutos si se continúa cultivando de la misma manera, por ello con el desarrollo de esquemas mas acordes a nuestra realidad y a la modernidad, se puede llegar a delinear un desempeño sustentable, basado en la disminución del gasto e incremento del rendimiento, esperanzador planteamiento por el que seguimos creyendo en la existencia de un gran potencial, ya que a pesar de que este representó un mal año, dada la gran escases de agua, alentadoramente en nuestro caso esperamos una cosecha aceptable, quizá no mayor a la de ciclos anteriores, pero si algo similar, esto atribuido, como se ha dicho, a simples correcciones en nuestros programas de producción, fomentados gracias al acompañamiento técnico el cual nos ha empujado a traspasar las barreras ideológicas que como productores nos condicionaban”.

“A grandes rasgos lo que establecimos en el reciente ciclo, por primera vez, fue la siembra de frijol al contorno o en curvas a nivel, que no es otra cosa más que realizar los surcos del cultivo en contra de la pendiente, lo que trae consigo varios beneficios, como la disminución de la erosión hídrica ocasionada por el arrastre del agua de lluvia tanto del suelo como de los nutrientes, lo que también retiene mayor humedad y mejora la filtración; además se incrementó la densidad de plantas por hectárea, ya que el cultivo se dispuso en camas a 3 hilos, y por lógica, al existir una mayor cantidad de matas, también aumenta la porción del grano obtenido, asimismo, este diseño de siembra permite hacer un mejor uso del suelo, ya que al sembrar más aprovechamos mejor el terreno, a su vez, al lograr una mayor cobertura de la superficie las plantas rápidamente cubren el espacio entre líneas generando sombreado el cual limita el desarrollo de malezas, esto también conserva por mayor tiempo la humedad disminuyendo la evaporación, y cuando se presentan lluvias, el agua se infiltra más fácilmente al encontrar mayor resistencia a los escurrimientos por efecto del mayor número de matas, haciendo con ello más eficiente el uso del agua precipitada. Es así que consideramos este método como una buena idea, que puede dar significativos resultados convirtiéndose en un negocio productivo, y aunque se requiera un poco más de semilla en comparación al sistema tradicional (de 40 a 45 kilos por hectárea, cuando el convencional lleva como 30 kilos), este incremento se paga con creces por sí mismo al aportar todos los beneficios descritos”.

“Cabe mencionar que el año pasado cosechamos entre 1.2 y 1.3 toneladas de frijol por hectárea, precisando que sin duda fue un buen ciclo con un benévolo temporal, y hemos llegado a levantar hasta 1.5 toneladas cuando las condiciones son las idóneas, bajo el esquema tradicional; sin embargo, a pesar de que este año el cultivo no se definió bien por la falta de agua, aun así con la integración del sistema a triple hilera el frijol se defendió bastante bien y aprovecho mejor la poca agua que le cayó, con ello podemos estimar a simple vista un rendimiento de tonelada por hectárea, lo que dadas las condiciones adversas de sequía del ciclo, para nosotros representa una razonable y generosa cosecha, pensando en que quizás si se hubiese presentado un mejor temporal podríamos estar hablando de mayores rendimientos inclusive superior a cualquiera de nuestras expectativas y, aunque el hubiera no existe, y faltará rendimiento, de cualquier forma el desempeño de nuestros frijoles en el reciente ciclo es aceptable, sobre todo si lo contrastamos imaginariamente con la siembra de manera convencional en surcos a un hilo, donde definitivamente no estaríamos sacando ni los gastos de producción”.

“La siembra de este frijol se estableció el día 15 de julio de 2019; su nutrición se baso simplemente en la aplicación de urea y 18-46-00, bajo una dosis de fertilización total aproximada de 70 kilos por hectárea, lo cual para nuestro gusto es poco ya que por lo general siempre metemos de perdido unos 100 kilos, dada la intención o el miedo de que las tierras se vayan degradando con tato químico y porque sencillamente uno esta impuesto a echar poco, ya que hay quienes le aplican hasta 150 o 200 kilos por hectárea, pero como lo decía nuestra idea es ir poco a poco disminuyendo las dosis enriqueciendo con otro tipo de compuestos sobre todo orgánicos buscando con ello mitigar el riesgo de que las tierras se vayan acabando, tratado así de cuidarlas un poco, entendiendo asimismo, que en esto no hay recetas exactas ni mágicas, sino que paulatinamente tenemos que ir conociendo a fondo nuestros suelos y sus principales necesidades”.

“Una de las labores más importantes dentro del desarrollo del cultivo, es el control eficiente de la maleza, ya que de lo contrario la presencia abundante de ésta puede mermar el rendimiento dado que compiten fuertemente por espacio, agua y nutrientes con el frijol, por ello constantemente entramos con gente para deshierbar manualmente evitando que la hierba nos gane. Otro punto de cuidado, es el tema de plagas y enfermedades, en las primeras por lo general tenemos insectos como el gusano que ruye la vaina y el grano, y en otras ocasiones el chapulín, aunque este año afortunadamente en ese sentido no tuvimos problemas de consideración, a pesar de que algunas matas se ven dañadas pero realmente son muy pocas, y en el caso de las segundas, las mas comunes son alteraciones como el llamado chahuistle y la pachona, esta ultima sobre todo cuando hay mucha sequía, pero igual y agraciadamente este año no hubo mucha presencia”.

“Llegada la madurez fisiológica del cultivo, cuando ya ve uno que tiene poca hoja y que la vaina ya esta amarillosa, es el punto preciso para cosechar, ya que si se pasa de tiempo y se seca más se corre el riesgo de que las vainas al estarlas moviendo para juntarlas se abran y se tire el grano. La preparación para cosechar el frijol consiste primeramente en aflojarlo e irlo juntando en hileras, tarea que realizamos con un implemento acoplado al tractor llamado alomilladora, la cual va acuchillando o aflojando las matas y las va levantando para ser conducidas por una banda transportadora hacia un extremo del equipo donde se va formando una fila o loma en la que se coloca el frijol de varios surcos, para posteriormente y por último facilitar la entrada de la trilladora la cual separara y recolectara el grano; de ahí lo llevamos principalmente a los centros de acopio del gobierno, y según como salga la calidad hay ocasiones que pasa así de campo, que es los deseable, pero hay veces que tenemos que cribarlo porque lleva muchas impurezas o bastantes daños en el grano, por lo que hay que limpiarlo, implicando con ello mayor cantidad de maniobras y por ende un incremento en los costos, de ahí la importancia de juntarlo bien para una buena y aseada trilla”.

“Poco antes de cosecha, una de las preocupaciones mas importantes que tenemos, es que una helada agarre a los frijoles tiernos, lo que seria devastador para el cultivo; y en cosecha, un riesgo fuerte es la lluvia excesiva, ya que ha habido años en que se ha venido mucha agua cuando ya está cortado y amontonado, lo que lamentablemente ocasiona que el grano se manche, se haga lamoso, se esponje y quede como arrugado, perdiendo así calidad, resultando a final de cuentas en serias mermas para el agricultor, ya que prácticamente así nadie lo quiere dificultando su comercialización”.

Para finalizar, el Sr. Salas Salazar agregó; “realmente ante los fenómenos climáticos es poco lo que podemos hacer, pero en medida de lo posible en nuestras manos esta aminorar sus efectos negativos mediante técnicas como este tipo de siembras que preservan suelo y humedad, por ello como productores tenemos que perder el miedo al cambio, sin hacer cosas fuera del alcance, solamente adaptando lo que tenemos a los requisitos ocupados, con el compromiso de aprender todos los días, para enseñarnos a tratar nuestros suelos, haciendo equipo y creando un circulo integral que nos permita tomar la mejor tecnología disponible en el entorno, dentro del cual pasivamente seguimos produciendo y comercializando como se ha hecho desde hace años, aun y cuando vemos que el mundo se ha modificado completamente, por lo que las condiciones de antes y de hoy, mañana ya no serán las mismas, realidad que aunque no queramos, nos obliga, no como una variable, sino como una necesidad, a renovar nuestras prioridades”.

La intensificación sustentable de la producción supone una posible respuesta al reto de cómo producir más sin requerir una mayor explotación de los recursos disponibles, en ese sentido, al integrar la innovación tecnológica al sistema de cultivo tradicional de frijol quizá se pueda expresar como respuesta una mejor relación costo-beneficio, traduciéndose así en el fortalecimiento del nivel de rentabilidad y competitividad del productor.

 

Salvador Juárez / El Despertar del Campo

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