AGOSTO 2019

El entorno agropecuario nacional ha enfrentado transformaciones profundas durante las últimas décadas; el proceso continuo de urbanización, la intensiva globalización y los cambios demográficos han conformado un nuevo sector, el cual se ha caracterizado por modificaciones tecnológicas que mejoran la productividad, novedosos cultivos que se ajustan a la demanda del mercado internacional, transformación genética que potencia los atributos, incluso el surgimiento de nuevos esquemas de desarrollo rural.

Asimismo, estos cambios también han impactado contrastantemente, ya que tienden a polarizar la situación del campo, entre un sector asociado al mercado exportador el cual cuenta con significativas inversiones que le permiten mejorar su productividad e introducir mejoras tecnológicas, y la agricultura tradicional de subsistencia que incrementa la producción en base a técnicas extensivas. Junto a ello, las acciones gubernamentales se han concentrado en propiciar la reconversión productiva, diversificar los cultivos, ofrecer asesoría, generar infraestructura, atender los problemas derivados del desajuste en el equilibrio poblacional urbano-rural y las condiciones de incertidumbre del mercado.

Estas acciones y las condiciones del mercado internacional, que plantea exigencias crecientes en los aspectos relativos a normas técnicas, medioambientales y de calidad, han modificado de forma considerable los patrones de competitividad tradicionales. En el caso del país, esta circunstancia, se ha reflejado en un aumento de los niveles de pobreza, migración y de manera concreta una “desagrarización” del medio rural, donde las actividades no agrícolas representan más del 50% de los ingresos de las familias rurales.

Las tendencias del mercado mundial han influido de manera decisiva en la estructura del sector agropecuario; así, la producción adquiere un carácter mucho más comercial donde la competencia impone estándares de calidad y servicio, obligando a las unidades productoras a una continua modernización de sus procesos productivos, así como a la diversificación de productos y nichos de mercados. Ello se ha traducido en una mayor heterogeneidad entre las unidades productoras donde las pequeñas empresas no cuentan con las condiciones para competir y lograr una modernización continua.

Esta situación plantea retos importantes en el diseño de políticas públicas; y la capacidad de adaptarse a estos cambios estará en función de la disponibilidad de recursos, en cuanto a superficie agrícola, insumos y acceso a la tecnología.

Una vez más agradecemos su atención, deseando que en las páginas de ésta edición encuentre información de interés, pero sobre todo de utilidad; asimismo, lo invitamos para que nos comparta su opinión, tratando de fomentar en conjunto, una mayor pasión por el campo y sus valores.

El Despertar del Campo, La Nueva Visión Del Agro…

 

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