Un Premio Nobel Sonorense 4ª parte

Norman Ernest Borlaug, conocido como el padre de la “Revolución Verde”, nació en una granja en Iowa, Estados Unidos, el 25 de marzo de 1914. Más allá de la reseña biográfica, la figura de Borlaug representa no sólo el recuerdo de un hombre grande y trascendente, también plantea la continuidad a una valiosa labor; en el CIMMYT, día con día se sigue trabajando bajo la inspiradora enseñanza de un visionario que pensó en la sustentabilidad y la calidad de la alimentación y de vida de millones de personas en todo el mundo.

Una vida integralmente dedicada a salvar muchas vidas. Tal vez de esta forma pueda sintetizarse el carácter, compromiso y noble dedicación de quien sin duda alguna marcó con su trabajo un verdadero hito en el siglo, un verdadero transformador; tuvo un objetivo y desarrolló su labor incansablemente.

Con Iowa como escenario inicial de su crianza y sus experiencias, Borlaug de alguna manera se anticipó a una problemática que actualmente sigue generando atención y una mirada atenta: la seguridad alimentaria. En los albores de 1944, desde el Valle de Yaqui, en Sonora, desarrolló junto a un notable equipo de colaboradores un programa que a mediados de los 50´s, superadas ciertas prácticas agronómicas y los perjuicios de la roya, le dio a México la autosuficiencia en trigo; toda esa actividad persiguió el fin de conjuntar esfuerzos para lograr variedades de trigo con mayores posibilidades de rendimiento.

En esta historia hay un elemento de gran importancia; los logros alcanzados no quedaron sólo en México. La India, Pakistán, España y China, entre otras tantas naciones, se beneficiaron con los desarrollos y el trabajo sobre nuevas variedades de trigo. Vale la pena retroceder un poco en el tiempo y, desde esa perspectiva, observar el contexto en el que se desarrolló la tarea de Borlaug, el entorno histórico para poder dimensionar temas de tanta trascendencia, como el de mejorar la calidad alimentaria en su más amplia visión.

Después de la Segunda Guerra Mundial el mundo necesitaba un franco desarrollo en la oferta productiva desde la agricultura. Así, con una mirada objetiva, puede enunciarse que la contribución de Norman Borlaug fue sencillamente extraordinaria; tanto que fue honrado, muy merecidamente, con el Premio Nobel de la Paz en 1970.

Un mundo convulsionado por enfrentamientos durante la primera parte del siglo necesitaba de un trabajo que fuera más allá de la práctica extensionista. Tenía que ser una labor que involucrara una mirada amplia, a mediano y largo plazo. Este gran hombre que vivió sus primeros años y juventud en una granja familiar pudo entender con gran sensibilidad el concepto y alcance de la producción primaria, sus retos y el enorme compromiso con el verdadero arte de sembrar una semilla y a partir de ahí generar alimentos para la comunidad y para el mundo.

Norman Borlaug fue un científico legendario a quien se le atribuye haber salvado a más de mil millones de personas del hambre; las variedades de trigo desarrolladas por él se cultivan en México, Turquía, India y Pakistán. Y como se ha dicho, en 1970 recibió el Premio Nobel de la Paz por sus contribuciones a la paz mundial a través de un aumento de la oferta de alimentos.

Este año y mes, se conmemora el 106 aniversario de su nacimiento, y su espíritu y enseñanzas siguen vivas en el CIMMYT, donde investigadores, científicos y técnicos continúan recordando y poniendo en práctica sus enseñanzas.

Espera la 5ª y última parte de este notable artículo, en próximas ediciones…

 

 

Escriba una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *