Semilla de frutos promisorios

Cosechar lo sembrado, es una de las proyecciones que encaminan al agricultor a implementar herramientas que garanticen el éxito del cultivo, sobre todo dentro de un programa intensivo de producción comercial de hortalizas, posibilitando con ello un inicio de temporada correcto basado en la fuerza y sanidad de la plántula que será utilizada en la plantación, lo cual, a su vez depende, directamente de la combinación precisa de un amplio rango de condiciones, tales como el tipo de semilla seleccionada, la clase de sustrato, la desinfección y preparación de la charola de siembra, el acondicionamiento del cuarto de germinación y semillero, los protocolos de inocuidad, la planificación nutricional y de riego, y en general de un manejo agronómico integral que englobe cada una de los componentes necesarios para la expresión de los mejores atributos del material vegetativo.

Para ello son indispensables equipos e instalaciones especializadas para la siembra, germinación y desarrollo de las plantas, con sistemas confiables de instrumentación capaces de controlar el entorno y proporcionar niveles específicos de luz, aireación, temperatura y humedad; de esta forma es posible obtener plántulas sanas y vigorosas con un sistema radical bien desarrollado, hojas de buen color y tamaño, libres de plagas, tolerantes a cambios del clima y de crecimiento homogéneo.

“Sembrar la semilla, de la cual germinará vida a través de una diminuta e insignificante planta, la cual con el cuidado necesario crecerá hasta el punto de darnos sus mejores frutos, es una tarea realmente satisfactoria y apasionante, más aún si dimensionamos que es en estás primeras etapas donde se forjan los cimientos que sostendrán el éxito del desempeño en campo”; así lo compartió amablemente el MVZ Misael Castañón Campos, coordinador operativo de Agropark Zacatecas, empresa orgullosamente mexicana con calidad mundial, ubicada cerca de la localidad de Colonia Osiris, perteneciente al municipio de Guadalupe, Zacatecas, unidad enfocada en la producción de tomate tipo Roma o Saladette, diferenciado e identificado en el mercado por su marca comercial La Colorada, con un desempeño regido bajo el compromiso o apego a buenas prácticas agrícolas y de manufactura, e innovación en todas sus áreas para un manejo sustentable el cual confiere seguridad y confianza al consumidor, en base a rigurosas estrategias de sanidad e inocuidad, posicionándola así como un grupo de trabajo social y ambientalmente responsable, que actúa en pro de impactar positivamente en la calidad de vida de su entorno y de futuras generaciones.

“Trabajamos el tomate en invernadero, así como en campo abierto, y afortunadamente abarcamos la línea de producción completa o toda la cadena de valor, desde la siembra de la semilla en charolas para su germinación en cuartos especiales, la subsecuente crianza o cuidado de la plántula una vez emergida dentro de los semilleros hasta que reúne las condiciones ideales para su trasplante al terreno definitivo, el seguimiento o manejo agronómico una vez establecida ya sea en campo o invernadero durante todo su ciclo productivo desempeñando las diferentes labores que esto implica, hasta llegar a la cosecha del fruto, para su posterior selección y empaque, alcanzando finalmente su correcta comercialización. La superficie de producción comercial que manejamos consta de alrededor de 5 hectáreas de invernadero construidas bajo el tipo de estructura llamado sierra que se comenzó a utilizar en zonas con muy baja precipitación y altos niveles de radiación, como es nuestro caso, y con ello hemos notado que es bastante bueno para el amortiguamiento del estrés térmico durante el día ya que tiene una excelente ventilación, en ese sentido, estamos tratando de alcanzar algo de crecimiento construyendo 3 hectáreas más con esta clase de invernadero las cuales sino hay contratiempos entraran en funcionamiento en el presente ciclo, llegando así a una superficie de 8 hectáreas, además, también plantamos alrededor de 10 hectáreas de tomate en campo abierto bajo el sistema conocido de acolchado y envarado; de esta forma, nuestros rendimientos una vez que llegamos a época de cosecha, la cual dura alrededor de 3 meses, son en las 5 hectáreas de agricultura protegida con planta franca indeterminada cercanos a las 200 toneladas por hectárea, es decir, casi 1,000 toneladas totales en la temporada, parámetro que desglosado y en términos prácticos es de una producción de 30 toneladas de tomate el lunes, 30 toneladas el miércoles y otras 30 toneladas el viernes, lo que se traduce en 90 toneladas de jitomate por semana en las 5 hectáreas de invernadero (18 toneladas por hectárea), y para el próximo ciclo con la utilización de planta injertada, técnica que nosotros mismos realizaremos, planemos y es nuestra meta superar ese rango de las 200 toneladas por hectárea, aumentando con ello el rendimiento, alargando un poco el ciclo productivo, por otra parte, en el tema del campo abierto, podemos precisar que el año pasado cosechamos alrededor de las 80 toneladas por hectárea con planta determinada, lo que sin duda refleja una marcada diferencia entre un sistema altamente intensivo y controlado a otro no tan protegido o convencional”.

“La etapa donde prácticamente damos inicio al proceso productivo del tomate, básicamente consiste en la siembra y germinación de la semilla de donde surgirá la planta requerida para el establecimiento y desarrollo del cultivo, lo cual realizamos para finales de febrero principios de marzo, gestionando así cada uno de los elementos necesarios para el cuidado y sano crecimiento del material vegetativo tanto dentro del cuarto de germinación como del semillero, lo que de las fortalezas y aptitudes necesarias para un trasplante exitoso al suelo definitivo donde continuara con su ciclo fisiológico de forma natural; para ello, en Agropark, contamos con una línea de siembra manual entrenada, una cámara de germinación sellada y controlada, y dos semilleros especializados en la crianza de plántula con dimensiones de 10 metros de ancho por 30 metros de largo, cada uno con capacidad de poco más de mil charolas de 128 cavidades que es el tipo que trabajamos, por lo que en suma se producen alrededor de 2 mil charolas por ciclo, cantidad de planta suficiente para cubrir una superficie de poco más de 10 hectáreas”.

“Antes de iniciar con la labor propia de la siembra, es fundamental tener en cuenta el tema de la inocuidad para evitar problemas a futuro, por ello algo que nosotros hacemos aquí para minimizar riesgos sanitarios, es el estricto apego a un esquema muy completo de desinfección o esterilización de herramientas necesarias, como son obviamente las charolas, las mesas de trabajo, la cámara de germinación, y por su puesto las manos del personal que manipula el material. Unos 2 días antes de usar las charolas, estas se desinfectan por inmersión para eliminar patógenos, para ello usamos compuestos como el hipoclorito de sodio, peróxido de hidrógeno y yodo, de esta forma, las charolas son sumergidas en un tambo durante un lapso de tiempo de 5 segundos, después del cual finalmente son retiradas y se ponen a escurrir hasta que se secan, quedando así listas para su subsecuente utilización”.

“Una vez dispuesto todo el material requerido, comenzamos con la siembra colocando la semilla en cada cavidad de la charola, tarea que a grandes rasgos consiste en una línea de sembrado manual dividida en 5 pasos principales donde cada persona tiene su función; el primero, es el llenado de la charola con el sustrato mezclado y humedecido en proporciones optimas, el cual está garantizado como libre de malezas y patógenos, de alta porosidad y una excelente retención de agua y nutrientes, al que además le agregamos una serie de microorganismos benéficos como Trichoderma harzianum hongo ampliamente utilizado como agente de control biológico, la bacteria Bacillus subtilis, y un consorcio de micorrizas vesículo arbusculares, con hongos endomicorrízicos como Glomus fasciculatum, Glomus constrictum, Glomus tortuosum, Glomus geosporum y Glomus intraradices, los cuales en términos generales estimulan una mayor capacidad de colonización de las raíces concediendo así una mejor absorción de agua y nutrientes, con esto tratamos de crear las condiciones idóneas para que las plantas tengan un buen desarrollo y un destacado crecimiento radicular”.

“El segundo paso, es hacer el orificio sobre el sustrato en la parte central de la cavidad de la charola donde se colocará la semilla, esto por medio de una persona con un molde el cual es sobrepuesto en la bandeja y al ser presionado con fuerza marca el hueco uniformemente, en esta parte, hay que cuidar que la apertura no sea muy profunda, lo mejor es de 4 a 5 milímetros (lo que se controla marcando con dicho molde prediseñado), esto para que la planta realice el menor esfuerzo posible al emerger y no gaste tanta energía, facilitando con ello su germinación, lo que da certeza y garantiza que todas las plantas nazcan; de ahí, pasa con el personal encargado de la siembra, quien también manualmente va depositando cada semilla con gran precisión al centro de cada una de las 128 cavidades de la charola; posteriormente, llega al área de rectificación, donde principalmente nos cercioramos que solamente vaya una semilla por cavidad, esto ya que al ser materiales híbridos solo es necesaria la siembra de una sola semilla dado que su capacidad de germinación es alta garantizando por lo general de un 90 a un 95% de efectividad, con lo que además se busca la eficiencia y el ahorro siendo que estamos hablando de semillas de un gran valor comercial, por lo que si colocamos más de una estaríamos ocasionando perdidas, asimismo, checamos que se encuentren situadas justo al centro y a la profundidad correcta, y por supuesto que no vaya ninguna cavidad sola. Y el quinto o último paso para culminar con la siembra de la charola, consiste en tapar o cubrir el hueco donde se colocó la semilla, lo cual hacemos con una pequeña capa de vermiculita exfoliada, que es un tipo de mica compuesta de silicatos de aluminio, magnesio y hierro, material ligero y térmico, excelente para le retención química de nutrientes y de humedad, con buen drenaje, lo que mantiene en perfectas condiciones al cepellón”.

“Como se ha mencionado todo este trabajo lo realizamos de forma manual mediante personal, empleando así un promedio de 15 personas quienes han llegado a sembrar hasta 530 charolas diarias, y aunque ya existen líneas automatizadas para este tipo de siembras, en nuestro caso preferimos cuidar y mantener a nuestra gente, tratando de dar prioridad con ello al principal recurso de toda empresa, como es el capital humano, personas que nos ayudan no solo en esta etapa o temporada, sino en todo el ciclo de producción anual, dando así una fuente de empleo directa y permanente; oportunidad que nuestros colaboradores han aprovechado durante los aproximadamente 5 años que la compañía lleva de operaciones formales, y que como se ha mencionado, se ampliará, demandando con ello de una mayor cantidad de mano de obra. Asimismo, una constante importante para nosotros, es estar capacitando al personal continuamente, en medidas de inocuidad, de manejo de plántula ya sea franca, a doble tallo e injertada, y en general sobre prácticas de producción actualizadas, mediante presentaciones y cursos, esto con el fin de estar en una perfecta sincronía como equipo de trabajo lo que nos lleve a lograr el éxito en campo”.

“Cabe destacar, que lo que actualmente estamos sembrando en las charolas es un patrón o portainjerto llamado Multifort, específicamente desarrollado para un mayor vigor y resistencia a enfermedades, el cual será destinado precisamente para producir plántula injertada de tomate indeterminado para invernadero, técnica poco conocida y empleada en nuestra entidad, y que para nosotros representa el segundo año en que la intentamos, siendo el ciclo pasado donde realizamos algunas prácticas bajo nuestras condiciones e instalaciones particulares, y hasta cierto punto nos fue bastante bien, ya que de 600 plantas que injertamos nos funcionaron 443 llegando hasta producción, así, para esta temporada adaptamos un poco mejor nuestros instrumentos con el fin de entrar de manera formal a este método, el cual esperamos sea exitoso y nos brinde mejores resultados, por lo que vamos a injertar lo correspondiente a una superficie de 3 hectáreas, lo que vienen siendo alrededor de 75 mil plantas. Sin duda, el proceso del injerto es complicado, sobre todo porque se tienen que simular condiciones quirúrgicas, dado que se realiza un corte o incisión completa en la planta la cual funciona como cualquier otro ser vivo, exteriorizando o quedando de este modo expuestos sus tejidos, por lo que se tienen que cuidar muchos factores como principalmente la asepsia o esterilización, desinfectando al máximo todo el equipo y el material, además, las condiciones ambientales, la técnica de corte y el entrenamiento del personal que lo realizará, son puntos críticos que determinan el éxito o el fracaso de esta operación; existen 2 tipos de incisión, el corte a 45 grados y el transversal, ya depende de la habilidad de cada operador elegir entre uno u otro, lo que sí, es que el corte debe de ser idéntico tanto en el patrón como en la variedad, por lo que se recomienda el de 45 grados especialmente si no se cuenta con mucha experiencia, dado que es muy importante que el corte de los tallos, tanto del patrón como de la variedad, coincidan con gran precisión y que el clip sujete la unión de manera firme y exacta, de eso depende la correcta adherencia y funcionamiento del injerto, garantizando el sellado de la incisión con lo que se evita alguna infección y se asegura que el flujo de savia sea el apropiado, lógicamente para ello, también se debe de considerar que los grosores de los tallos de ambas partes (portainjerto y variedad) muestren diámetros similares”.

“Las ventajas de un injerto en comparación a una planta franca son varias, por ejemplo, la parte radicular es de mucho mayor vigor y tolerancia a patógenos del suelo, lo que garantiza menores problemas o daños en la raíz, por lo que la sanidad mejora y por ende al disminuir el estrés por tales factores bióticos la planta tiende a expresar su mayor potencial productivo, además, en la parte aérea o lo que llamamos la variedad, al colocar un material que nos de tamaño, forma y cantidad de frutos, podemos obtener las características deseables conforme a gusto propio o a lo que el mercado demande, por lo que en términos generales, con un injerto sacamos los beneficios de ambas partes, tanto las fortalezas del portainjerto como la calidad de la variedad; y aunque es costoso producir este tipo de plantas injertadas, dado que se utiliza el doble de semilla, ya que si deseamos obtener 10 mil plantas, tenemos que comprar 10 mil semillas del patrón y otras 10 mil de la variedad, por lo que la inversión se duplica dentro de este concepto equiparándola con una planta franca, además de que el tiempo y el esfuerzo empleado por la mano de obra también se duplican al ser un proceso un poco más complicado, sin embargo, al obtener las facultades mencionadas de resistencia y calidad superior, así como el considerable incremento del rendimiento, el gasto se compensa totalmente por lo que la relación costo-beneficio es notablemente positiva”.

“La variedad que colocaremos sobre el portainjerto, es la misma que comúnmente usamos con planta franca, la cual es el híbrido indeterminado llamado Optimax, de madurez intermedia, con frutos o tomates de excelente calidad, extra grandes, ovalados, uniformes, firmes, y de un color rojo brillante, y una planta generativa y compacta; la razón por la que decidimos emplear esta variedad de tomate, la principal es la gran adaptación que ha mostrado dentro de nuestras condiciones, nuestro terreno y nuestro clima, y la segunda, es en base a los rendimientos que hasta la fecha hemos logrado los cuales son bastante aceptables. En el caso de campo abierto, son las mismas justificaciones, las que nos han hecho elegir y trabajar con el híbrido determinado llamado Katya, el cual produce una alta calidad de frutos y posee una amplia gama de resistencias”.

Para concluir con esta primera parte del reportaje, el MVZ Castañón Campos agregó; “la siguiente etapa, ya con la charola sembrada, es pasarla a la cámara de germinación donde se le da un sobre riego para humectarla perfectamente, se van empalmando sobre una tarima hasta formar columnas o estibas de 17 a 20 charolas, y finalmente son tapadas con un plástico, ahí, solo es cuestión de esperar el tiempo necesario para que la plántula de tomate emerja y de esa forma poder pasarla al vivero o semillero, intervalo que en un ambiente normal es de 8 a 10 días, pero nosotros, a través del uso de este tipo de cámara con clima controlado, logramos germinar nuestra planta en 3 días, ya que dentro de ella se mantienen condiciones especificas y optimas, como una temperatura de 26 grados centígrados y una humedad relativa del 80 al 90%, donde también el nivel de luminosidad juega un papel muy importante, la cual debe ser lo más baja posible, por lo que se trata de mantener siempre obscura, con esto buscamos ganar tiempo acortando los tiempos de producción, además, cabe precisar que en este periodo de germinación, se debe de estar monitoreando diariamente para mantener dichos rangos dentro de este entorno, pero sobre todo, para que no se nos vaya a pasar el tiempo de sacar las charolas, ya que al emerger la planta, como las charolas están estibadas, toparía con la que está encima de ella, lo que generaría ciertos problemas”.

Espera la 2ª parte de este interesante reportaje, donde se dará continuidad al proceso para la crianza o producción de plántula, en próximas ediciones…

Salvador Juárez / El Despertar del Campo

Escriba una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *