Fruto emblemático 2ª parte

Descrito en la primera parte de este reportaje como un ramo agrícola desafiante acreedor de grandes compromisos, el cultivo y producción de jitomate es un ramo con un amplio abanico de información, razón por la cual se da seguimiento al desarrollo del tema en esta su segunda entrega, a través del amable intercambio de experiencia vertido por el Ing. Alejandro López Domínguez, agricultor, líder de Agrícola El Sabino, unidad de producción perteneciente al Ejido de Ojuelos, del municipio de Fresnillo, Zacatecas, tierras donde en el reciente ciclo agrícola se estableció el cultivo de jitomate determinado en campo abierto, quien señaló que en el campo siempre hay cosas nuevas por conocer, más aun entendiendo que ningún año es igual a otro, por lo que en la agricultura no hay recetas exactas, lo que hacen de ella una labor complicada, donde debe interactuar la experiencia y la tecnología para alcanzar resultados favorables.

“El tomate, es un cultivo muy delicado, en el que además de enfermedades, tenemos que batallar también con plagas, dentro de ese renglón tenemos lo que es la paratrioza que sin duda es un dolor de cabeza para el productor, siendo un insecto chupador que se alimenta de la savia de las plantas y su toxina transmitida por ninfas causa que las plantas se tornen amarillentas y débiles, reduciendo el rendimiento y calidad de los frutos; además, su fitoplasma es el causante de la enfermedad conocida como el virus permanente del tomate. También tenemos lo que es el gusano y el trips, pero afortunadamente su control es conocido”.

“Por otra parte, podemos observar que las condiciones ambientales en la región hasta cierto punto son favorables para el cultivo de jitomate, aunque talvez sea muy atrevido decirlo, siendo que sobre todo en la etapa de cosecha es donde se batalla más porque ya va entrando la temporada de lluvias, y se presentan fuertes precipitaciones incluso hasta con granizo lo que daña y dificulta el manejo, por lo que definitivamente llevar una planta fuerte hasta su etapa final ayuda mucho a amortiguar un poco esas condiciones climáticas y poder sacar una buena cosecha, sobre todo hablando de este estado, donde no se puede poner tomate en octubre, ni en enero como en otras partes del país, siendo solamente su ventana de cultivo de abril a agosto”.

“Todos los cultivos tienen su ciclo, y el del jitomate ronda los 90 días, tiempo en el que el fruto ya está listo para empezar a realizar los primeros cortes, labor que se hace mediante personal de forma manual colocándolo en botes, siendo una técnica realmente muy tradicional, y no hay otra manera de cosecharlo aquí. Se cortan los colores que ocupa el mercado, hay compradores que piden rojo, otros naranjas, y rayados; se mete la gente van cortando y lo van colocando en botes, de ahí se pasa a cajas, y finalmente se llena el camión que se dirige al mercado nacional”.

“En el camión se hace una separación de lo que es merma o le llaman papel, que es el tomate que está deforme, que está agujerado o agrietado; y en algunas ocasiones tratamos de aplicar algún antitranspirante para que el producto dure un poco más de días, obteniendo una mayor vida de anaquel”.

Para finalizar, el Ing. López Domínguez agregó; “aunque las inversiones son altas, hablando de 100 a 120 mil pesos por hectárea en el sistema que manejamos que es campo abierto en piso, cuando los años son buenos comercialmente, los costos se pagan sin problemas y nos queda algo de utilidad, pero cuando son malos no sacamos ni lo del corte, por lo que el tema comercial para el productor representa un serio riesgo”.

Salvador Juárez / El Despertar del Campo

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