Ovinocultura sustentable ante el cambio climático

La población de ovinos en el mundo es de más de mil millones de cabezas, y los países con mayor población son China con casi 200 millones, Australia con más de 70 millones e India con 63 millones de ovinos. En México hay un inventario aproximado cercano a los 9 millones de cabezas, y son los estados de México, Hidalgo, Veracruz, Puebla y Oaxaca los de mayor población; de esa forma, con la producción nacional de carne ovina se cubre el 70% del consumo por parte de los mexicanos, concentrando 6 entidades principalmente la oferta de carne de borrego, como son el Estado de México, Hidalgo, Veracruz, Puebla, Zacatecas y Jalisco.

Por otro parte, como es comentado por muchos, en la actualidad la tendencia va dirigida a prestar una mayor atención hacia el cuidado del medio ambiente, dado el efecto del sobrecalentamiento global y su impacto en el clima, que ha provocado fenómenos meteorológicos extremos, como sequías, lluvias intensas con fuertes granizadas, aumento en el nivel del mar y acidificación en el océano. En el país, la emisión de gases de efecto invernadero, provenientes del sector agropecuario equivalen al 12.3 % respecto al total de las emisiones nacionales; una de las críticas a los sistemas de producción con rumiantes, en pastoreo o en estabulación, es que contribuyen a la producción de estos gases, principalmente de metano, esto en los rumiantes se da principalmente por fermentación entérica (eructo) y por el estiércol, sin embargo los pequeños rumiantes se encuentran entre los que menos aportan a la emisión de gases, pero se recomienda la aplicación de prácticas de mitigación para disminuir aún más su aportación, entre ellas la selección de animales más eficientes en el aprovechamiento de alimentos, manejo de mejores pasturas y la utilización de suplementos disponibles en la región, entre otras.

Asimismo, se han propuesto estrategias para mitigar las emisiones, como la manipulación genética de los microorganismos ruminales metanogénicos, el desarrollo de razas que produzcan menor cantidad de metanos, el establecimiento de sistemas agrosilvopastoriles, y mejorar la nutrición, esta última parece ser la de mayor potencial en términos de simplicidad y factibilidad.

Uno de los factores más limitantes en la producción animal, y particularmente en la producción de ovinos, es la alimentación, pues a pesar de que existe buen potencial para la producción de forrajes, también hay una marcada estacionalidad en su crecimiento. La mayoría de las veces los forrajes no alcanzan a cubrir las necesidades nutricionales de los ovinos, sobre todo en las etapas de mayores requerimientos como es el periodo de lactancia de las ovejas y crecimiento de los corderos.

La producción de metano entérico constituye una pérdida energética para los rumiantes que representa entre 2 a 12 % de la energía bruta consumida. Por ello se propone que, para disminuir las emisiones de metano entérico, una estrategia puede ser aumentar la productividad animal (al disminuir las pérdidas energéticas). La manipulación nutricional para suprimir la formación de metano en el rumen e intestinos de los rumiantes o metanogénesis, como parte del proceso digestivo incluye la utilización de forrajes de alta calidad, alta proporción de granos en la dieta, el uso de compuestos químicos, ácidos orgánicos, ionóforos y probióticos y dietas ricas en ácidos grasos insaturados.

Una buena nutrición permite que los animales expresen su potencial genético para mayor crecimiento durante su desarrollo y para una mayor fertilidad y prolificidad, lo cual se reflejará en mayores ganancias de peso, mayor número de hembras preñadas, mayor número de corderos nacidos y destetados y menor mortalidad en todas las etapas productivas. Por el contrario, una mala nutrición impide que los animales manifiesten su potencial genético, incrementa su mortalidad, hay pobres ganancias de peso, así como mayor susceptibilidad a las enfermedades y parasitosis, lo que finalmente se traduce en mayores costos de producción y menores ingresos.

Desde el punto de vista de impacto económico, la alimentación representa cerca del 70% de los costos de producción, por lo que es importante, que el pastoreo sea base de la alimentación complementada con fuentes de fácil acceso y bajo costo; de ahí la importancia de identificar la oferta complementaria con la que se puede contar. Por ello, es necesario que antes de implementar cualquier actividad empresarial relacionada a la producción de ovinos, se conozca cuáles son las fuentes de alimentación base y con cuales alimentos complementarios se cuenta, para ofrecer una adecuada alimentación y nutrición en las diferentes etapas fisiológicas por las que atraviesan los ovinos durante su vida productiva.

El uso de sistemas de pastoreo eficientes mediante periodos de ocupación cortos, de uno a tres días (pastoreo de alta densidad, intensivo, holístico), permiten que los animales aprovechen el forraje en su mejor estado nutritivo, asegurando suficiente comida y evitando el sobre pastoreo. Otra práctica es resembrar o renovar praderas cuando sea necesario y fertilizarlas de acuerdo a los resultados de análisis químicos del pasto y del suelo.

Una actividad importante que se recomienda realizar en la unidad de producción es el plantar arbustos o árboles comestibles por los rumiantes, que además sirven para retener el suelo si el terreno es quebrado, o plantarlos en líneas orientadas de oriente a occidente si es plano con el objetivo de disminuir la sombra sobre la pradera y no afectar el crecimiento del pasto al pasar el sol sobre los árboles, y proporcionar también sombra al ganado; así como cultivar leguminosas de cobertura bajo los árboles para proteger el suelo y fertilizarlo con nitrógeno.

Otros aspectos que se proponen son: la selección de animales productivamente más eficientes y que generen menos metano entérico en sus procesos digestivos; el uso de alimentos y forrajes con menor efecto en la emisión de gases de efecto invernadero (plantas con taninos condensados y el uso de granos); mejorar la salud y la reproducción de los ovinos en pastoreo mediante adecuados programas de medicina preventiva; y la diversificación de las actividades de producción (siembra de árboles maderables y/o que sirvan como fuentes de alimentación).

Las mejoras en alimentación pueden disminuir la producción de gases de efecto invernadero por los rumiantes además de permitirles manifestar su potencial genético en crecimiento y reproducción.

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